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La cloaca elegiaca

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Una luz en la oscuridad (W ciemnosci / In Darkness)

Polonia-Alemania-Canadá, 2011

De Agnieszka Holland

Con Robert Wieckiewicz, Benno Fürmann, Agnieszka Grechowska

En Una luz en la oscuridad, sordo y potente aunque destemplado opus megalómano 16 de la no siempre aberrante ave errante varsoviana de 63 años Agnieszka Holland (luego de Beethoven, monstruo inmortal, 2006, y Janosik, una historia verdadera, 2009), con guion de David F. Shamon basado en la novela En las alcantarillas de Lvov de Robert Marshall sobre hechos reales, el rústico inspector polaco de alcantarillado Leopold Socha (Robert Wieckiewicz) descubre en 1943 a un numeroso grupo de judíos guarecidos con sus familias en las cloacas y selecciona a once de ellos, como el temerario adúltero Mundek (Benno Fürmann) con su mujer de repuesto pronto embarazada Klara (Agnieszka Grechowska), un rabino martirizable y una señora Chiger (Maria Schrader) con dos niños, a modo de apóstoles escogidos para alojarlos en un rincón más seguro del lugar y alimentarlos a cambio de una suma diaria o joya sucedánea, inubicables e itinerantes, pero sin poder salir, entre huidas, miniexterminios, cruentas represalias e inundaciones, hasta el fin de la guerra. La cloaca elegiaca se expresa con eminencia mediante la movilidad del inframundo, la omnipresencia de las ratas entre los refugiados-ratas y las fulgurantes imágenes de Jolanta Dylowska, con tufo visual a letrina, luminoso vuelo místico a ráfagas de linternas y claustrofobia dentro de encuadres cerrados o anómalos incluso en exteriores, porque el holocausto subterráneo era también subcutáneo. La cloaca elegiaca invoca al primer Andrzej Wajda (Kanal, 1956) y al cómico surrealista silente Onésime para enmendarle la plana revisionista como películas-summa a La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) y a El pianista del compatriota Roman Polanski (2002), a base de antilugares comunes genéricos: asesinas selecciones internas consentidas, traiciones sobre traiciones, rituales hebreos bajo los ritos de la iglesia católica, inusitadas entradas y salidas indagatorias al campo de concentración en Jablonska, o así. Y la cloaca elegiaca reinterpreta el holocausto polaco cual epopeya dramática a espasmos y vagidos mentales de la vieja toma de conciencia, al despertar la responsabilidad de un infeliz explotador extremo que acabará fingiendo recibir (los mismos) billetes como paga semanal, intentando adoptar con su encabronada esposa obesa Wanda (Kinga Preis) al bebé recién nacido ya deliberadamente asfixiado por su propia madre, mostrando la calle desde una alcantarilla a la niña de los zapatitos rojos para calmarla y exultando al emerger de las profundidades, el primer día de la paz, como cualquier víctima victimológica.

El cine actual, confines temáticos

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