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El desmembramiento infidente
ОглавлениеUna separación (Jodeiye Nader az Simin)
Irán, 2011
De Asghar Farhadi
Con Leila Hatami, Peyman Moadi, Sarina Farhadi
En Una separación, internacionalmente multipremiado opus 5 del autor completo minimalista iraní de 39 años Asghar Farhadi (Bailando en el polvo, 2003; Buscando a Elly, 2009), la bella esposa con vocación emigrante Simin (Leila Hatami) plantea ante los jueces el divorcio legal y se regresa a la casa materna cuando su atribulado marido empleadillo bancario Nader (Peyman Moadi) decide no viajar a Occidente, quedándose en Irán a cargo de la educación de su callada hija de 11 años Tormeh (Sarina Farhadi, hija del realizador) y del abuelo deshecho por un Alzheimer avanzado (Ali-Asghar Shanbazi), para lo cual debe apoyarse en la gestante cuidadora archirreligiosa sin permiso conyugal Razieh (Sareh Bayat) que un mal día ata al anciano a la cama para poder ocuparse afuera, se hace despedir a empellones por el patrón, pierde a su bebé, denuncia por homicidio al hombre, concita la incontrolable ira de su propio esposo desempleado Hodjat (Shahab Hosseini) y pone en acción un acre-perverso juego de mentiras y escrúpulos ante los tribunales que culminará en encarcelamientos / excarcelaciones, una oferta monetaria de arreglo y temerosos juramentos sobre el Corán que pondrán en amargo jaque a ambos matrimonios y a su prole. El desmembramiento infidente arranca con un fotocopiado de documentos identitarios cual abstracto plástico con parpadeos en negro, sigue con la antológica secuencia-prólogo del largo interrogatorio de los cónyuges ante una cámara-juez, prosigue como un cautiverio hogareño llevado a rango perturbador por oprimentes encuadres muy cerrados al interior de un laberinto de reflejos en ventanas, y se asienta en tono de sainete tragicómico enfierecido, con un estilo no menos agitado, al grado de que jamás pueda ser bien registrado ningún personaje sin alguien o algo que le estorbe, visualizando así una idea muy cinematográfica de la dependencia / interdependencia absoluta entre las criaturas (sabiendo o no del embarazo): obsesión maniática por las mamparas, figuras en permanente agitación vociferante y perpetuamente ubicadas entre otras en frontground y background desenfocados, hasta la manía, la obsesión, el malestar y una sartresca náusea existencial. El desmembramiento infidente finca y estructura su enfoque doliente sobre la mirada infantil, como el viejo neorrealismo y el cine posneorrealista de Abbas Kiarostami: una mirada hipersensible, frágil y silenciosa, estoica, prematuramente envejecida, perdida de antemano toda su espontaneidad y su frescura, sea la chiquita de 4 años hija de la cuidadora abortada Somayeh (Nimia Hosseini) que dibuja en un cuaderno de su mochilita las riñas de sus progenitores y mira de reojo las cadenas de los procesados al lado suyo, sea la anteojudita Tormeh infatigablemente perpleja, arrinconada a perpetuidad, siempre en espera de dar el zarpazo reconciliador / reunificador de sus padres ya del todo imposible. El desmembramiento infidente sabe que, como se decía en los setentas, todo lo personal es político, pero también que solamente lo inmediato vivido en la cotidianidad puede ser colectivo y esencial (“La Ley no sabe de esas cosas”), y por eso la existencia diaria se ha tensado, intensificado y densificado al máximo, hasta niveles intolerables de rencor y culpa (“No quiero deberle mi libertad a tu fianza”) casi pesadillescos. Y el desmembramiento infidente plantea problemas de conciencia irresolubles a fin de cuentas dentro del marco sociorreligioso del mundo iraní, debiendo concluir en puntos suspensivos, en un final tan abierto como el de Buscando a Elly, con el titubeo crucial ante los jueces de la pequeña Tormeh, indecisa entre irse a vivir con su padre o con su madre, personajes éticos al interior de un discurso ético-político si los hay, pero en términos morales análogamente desintegrados, sin que ninguno de ellos ni su hija hayan dejado en ningún momento de saber muy bien por qué.