Читать книгу El cine actual, confines temáticos - Jorge Ayala Blanco - Страница 30

El desconcierto bélico

Оглавление

Armadillo (Armadillo)

Dinamarca, 2010

De Januz Metz

Con intérpretes no profesionales

En Armadillo, debut en el largometraje del documentalista danés de 36 años Januz Metz (Navegantes de pueblaco, 2006; Amor para repartir, 2008; Boleto al paraíso, 2008), con guion suyo y acreedor al gran premio en la semana de la crítica de Cannes 2010, los jóvenes Mads, Daniel y un puñado de soldaditos daneses más (a los que encarnan ellos mismos) son registrados en vivo y en directo por un cineasta y el camarógrafo Lars Skree que habrán de acompañarlos, como miembros de las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas, desde su entusiasta partida hacia Helmand, en el frente de batalla del Afganistán pos11 / 09 contra los talibanes, hasta su retorno seis meses después, habiendo sido destacados en el puesto de avanzada Armadillo al lado de otros 170 reclutas ingleses y compatriotas, habiendo pasado por todo tipo de evacuaciones de civiles y ataques solapados, habiendo sufrido el inevitable desconcierto y el desencantado cinismo creciente entre sus correligionarios cascos azules. El desconcierto bélico bate y burla al cine estadunidense en su propio terreno genérico-bélico por excelencia (La caída del halcón negro de Ridley Scott, 2001) y ahí donde más le duele (Zona de miedo de Kathryn Bigelow, 2008), pues lo que allá era rescate heroico pese-a-todo, aquí es confusión perversa o riesgoso caos entre los amigos y los enemigos a la hora de la verdad en el combate (como no había ocurrido desde Los rojos y los blancos del húngaro Miklós Jancsó, 1967), mientras prevalece una versión descarnada y desglamourizada, pero por desgracia insistentemente shocking de todos los hechos consignados, pese a haber sido intensamente vividos, bien valorados en su carácter genuino e impecablemente editados por Per K. Kirkegaard. El desconcierto bélico secreta así una anticonvencional docuficción, que, curiosamente, en esencia y en acto, acaba pareciéndose demasiado al bombástico cine poshollywoodesco con mil efectos digitalizados que pretendía contrastar, tanto por su búsqueda de ángulos espectaculares, como por su ampulosa andadura descriptivo-narrativa y por los aspectos de la guerra ya muy manidos que destaca, en contrapunto con el célebre Restrepo (Tim Hetherington y Sebastian Junger, 2010): la cotidianidad plasta en el campamento y sus incertidumbres, la amistad viril hawksiana, la alta tensión de la espera en avances y conatos de enfrentamiento, el carácter carnicero y súbito de las refriegas contra irreconocibles enemigos demasiado semejantes a los supuestos aliados, pero rematables ésos en número de cinco, heredando culpas y testigos incómodos. El desconcierto bélico pone en irrisión tanto los ideales pacifistas como el supuesto sentido humanitario de la invasión, en virtud del cuestionamiento tácito, ya en la pavorosa línea del frente, al rompimiento de las reglas al interior de las hostilidades y a la evanescencia malvada de los objetivos políticos (¿de quién?, ¿de qué nación?). Y el desconcierto bélico culmina en el sentimiento de terca derrota y la decepción más sorpresivas, totales, devastadoras / autodevastadoras (“Esto es absurdo y no puedes asimilarlo”) e irremisibles (“Venimos para ayudar, pero esto no ayuda absolutamente en nada”).

El cine actual, confines temáticos

Подняться наверх