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La antiepopeya terrorista

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¿Quién, si no nosotros? (Wer wenn nicht wir)

Alemania, 2010

De Andres Veiel

Con August Dile, Lena Lauzemis, Alexander Fehling

En ¿Quién, si no nosotros?, opus 8 del psicosociologizante autor completo sttutgartiano de 51 años Andres Veiel (Balagan, 1993; Caja negra RFA, 2001; El golpe, 2006), el joven editor de libros provocadores (como las novelas pronazis que escribiera su padre cruel) y él aspirante a literato Bernwar Vesper (August Diehl) se enamora en la Tubinga de principios de los años sesenta de la bella estudiante provinciana de pedagogía demasiado brillante Gudrun Ensslin (Lena Lauzemis), enredando desde entonces sus destinos, pese a las continuas infidelidades de él, que ella corresponderá después con creces, disfrazadas de experimentos sensuales y políticos, pese a engendrar un bebé juntos, acompañándose en grupúsculos militantes de izquierda y en protestas radicales, no tardando ella en verse involucrada en un franco activismo terrorista cuando establezca íntimos nexos destructivos / autodestructivos con el seductor excesivo Andreas Baader (Alexander Fehling), a quien el héroe deberá compartirle a su amada, siempre amparándola en la clandestinidad, la persecución y la cárcel, mientras ingresa él mismo al manicomio en estado delirante, para redactar allí su febril novela inconclusa El viaje, hoy considerada valioso testimonio literario de una generación miserablemente sacrificada y perdida. La antiepopeya terrorista hace el retrato espiritual de aquella Alemania Occidental políticamente estragada y pelele de unos antes victoriosos EU luego enfrascados en la invasora guerra de Vietnam, entre gozosos bombardeos de napalm al son del bule-bule y desgarrados por movimientos como los Panteras Negras que desmitificaban la eficacia de la no violencia antisistema; una lejana Alemania insacudible, reacia a reconocer los crímenes del pasado, pero satanizadora de los infructuosos atentados incendiarios contra tiendas departamentales, hasta el total exterminio tanto ideológico cuanto humano de sus posturas e individuos involutivos, reliquias incomprensibles de una época heroica. La antiepopeya terrorista ejercita y consagra en sus diálogos el arte del sarcasmo y el descolón, feroces y brutales (“Escribe un libro al respecto, eso ayuda” / “Igual nada vendrá después de nosotros”), a veces pronunciados hasta por una lúcida directora de la prisión (partidaria de los avances-hormiga en la base de los pequeños cambios) como si fueran la única posibilidad de relación entre los seres humanos así inmortalizados, tanto como por sus destinitos fatales, en el desequilibro erizado de una obra evidentemente inferior a su apabullante homóloga Brigadas rojas, la banda Baader Meinhof (Ulrich Edel, 2008), pero cuánto más atrayente por ese enfoque a las historias particulares y a sus historietas caprichosas que hacen la historia. Y la antiepopeya terrorista avanza con pasmosa celeridad arrolladora, con un relato multisecuencial a cien por hora, a saltos de hecho en hecho, sin parar, de un acontecimiento ficticio a un acontecimiento comprobadamente veraz, en una carrera contra el tiempo histórico / realista / dramático, que fija sintéticamente ideas y situaciones en los escasos minutos en que otros filmes las hubiesen apenas esbozado, precipitándose, desbocándose, perturbadora y perturbadamente en una competencia sin otro fin posible que el desgarramiento / pudrición / ruptura de los lazos afectivos de la pareja protagónica y sus decadencias (fugitivos carcelarios, alucinaciones dementes) más degradantes que sus trágicos suicidios anunciados.

El cine actual, confines temáticos

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