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El bullying abismal

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En un mundo mejor (Haevnen)

Dinamarca-Suecia, 2010

De Susanne Bier

Con Mikael Persbrabdt, Markus Rygaard, Trine Dyrholm

En En un mundo mejor, emotivo largometraje 12 de la quincuagenaria sociopsicologista judeodanesa alguna vez adherente al Dogma ‘95 Susanne Bier (A corazón abierto, 2002; Verdades ocultas / Insostenible, 2004; Después de la boda, 2006), con guion escrito en compañía de su habitual colaborador Anders Thomas Jensen luego de su poco exitosa experiencia hollywoodense conjunta (Lo que perdimos en el camino, 2007), el apacible cirujano cuarentón danés Anton (Mikael Persbrabdt) se ve obligado por mero sentido del deber a atender a un cruel cabecilla guerrillero armado hasta los dientes gratuitamente mortíferos en un campamento de refugiados en África negra tras intentar la reconquista por mero vacío existencial de su dolida exesposa Marianne (Trine Dyrholm) en Dinamarca, mientras aflictivamente el acobardado hijo chavo con frenillos de ellos Elias (Markus Rygaard) es hostilizado por la brutal mafia escolar dominante, es defendido por su sobrecompensador nuevo amigo inteligentísimo pero violento sin límite Christian (William Johnk Nielsen), es cimbrado por el desazonante espectáculo de su padre abofeteado en varias ocasiones por un mecánico salvaje a quien pretendía darle una absurda lección de civilidad pacífica y finalmente es arrastrado por su admirado cuate protector a perpetrar un justiciero atentado dinamitero, siguiendo la viciada lógica de la venganza, quedando él mismo malherido y dejando a su amigo al borde del suicidio desde una torre portuaria. El bullying abismal extrapola con plausible diafanidad narrativa, cierta habilidad casuística y definitiva eficacia (sospechosamente oscareada), lo micro y lo macro, al interior de las características relaciones cotidianas de fuerza en el desalmado mundo contemporáneo, para localizar en ambas instancias el germen de las guerras, invariablemente basadas en la irredimible dialéctica abuso / defensa. El bullying abismal sólo plantea dilemas morales y problemas éticos fundamentales, como cuál es la sutil diferencia imposible de ser deslindada entre tundir a tubazos amenazando con navaja a un bravero escolar y tajar a cuchillo el vientre de preñadas en la apuesta de adivinar el sexo de feto, pero también entre abstenerse de participar en el vindicatorio bombazo al auto del atrabiliario golpeador paterno y abstenerse de intervenir en el linchamiento del hostilizador patas arriba. El bullying abismal abre y cierra en anillo con las parvadas de niños africanos gritándole sin remedio “How are you?” al médico sin fronteras que les avienta balones de regalo desde una camioneta, contrasta con las colas interminables de pacientes diarios con las llantas de la bici infantil deliberadamente desinfladas cada día, estructura en paralelo el velorio materno y la falsa comprensión paterna, mezcla los desolados planos abiertos de paisajes exóticos con severos planos cerrados conteniendo perpetuos backgrounds desenfocados, desliza sin énfasis los insertos simbólicos de una telaraña o una cucaracha, contrapone el drama de la valentía / cobardía (“Odio a los que se dan por vencidos”) con el gusto por las situaciones límite y confronta la extrañeza del comportamiento con la necesaria responsabilidad acuciante que salvará in extremis al chavo suicida. Y el bullying abismal se da el lujo de implicar temas nobles en sí como la pérdida, el rechazo, la degradación, la rabia impotente y la humillación consentida, siempre con esa blanda dureza que acabará por convertir la ficción en una edificante parábola médica ilustrada más que una obra vigorosa y reciamente ambigua.

El cine actual, confines temáticos

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