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Revistas literarias
ОглавлениеEn el Perú hemos tenido escasas revistas de creación literaria para niños; tal vez la primera sea Cultura infantil, fundada en 1913 por Julio Eduardo Manucci, director de un colegio en el centro de Lima. En cinco años se editaron treinta y nueve números. Está probado que César Vallejo publicó allí algunos de sus poemas, todos ellos de carácter didáctico, anteriores al libro Los heraldos negros (1918). Disponemos de referencias de Carlota Carvallo respecto a Cholito y Figuritas9, dos revistas limeñas muy antiguas, así como Avanzada, aparecida en 1952, dirigida por el padre Ricardo Durand Flores. El infatigable maestro de teatro y literatura, director muchos años del Teatro Universitario de San Marcos (TUSM), Guillermo Ugarte Chamorro dirigió entre 1940 y 1945 la revista Palomilla, que llegó a publicar cuarenta y cinco números.
Al parecer la revista de mayor difusión ha sido Urpi, con cuarenta y siete números publicados y probada circulación nacional. Aparecía como suplemento sabatino del diario La Prensa, a mediados de los años setenta, bajo la dirección del educador Walter Peñaloza. La edición estaba a cargo de la bibliotecaria y periodista Gladys Padró, y contaba con las distinguidas colaboraciones de Carlota Carvallo de Núñez y su hija, la ilustradora Charo Núñez. Otras revistas han sido Collera, Cholito, La mariposa de Crista y Arco Iris; publicaciones de fines de los setenta y comienzos de los ochenta. Y menciono finalmente la revista El Cabezón, editada por el Colegio Los Reyes Rojos, que sigue siendo la más efervescente y longeva, con más de treinta años de existencia.
En Urpi y El Cabezón he tenido la enorme suerte de trabajar. En la primera empecé diagramando en los talleres del diario y llegué a tener una página quincenal donde escribía semblanzas de personajes históricos peruanos: José Olaya, Mariano Melgar, Ricardo Palma, César Vallejo… textos que eran ilustrados por mi hermano Óscar; mientras que El Cabezón era la revista del taller de periodismo que dirigí durante la década de 1980, cuando trabajé como profesor en el colegio. En ella reuníamos artículos de docentes y entrevistas a personalidades de nuestra cultura, pero, sobre todo, trabajos creativos de los alumnos, tanto textos literarios como dibujos y fotografías.
Ninguna revista, sin embargo, se ha propuesto divulgar la producción de literatura para niños escrita por adultos, ni reflexionar sobre el género como lo viene haciendo Rayuelo, la revista oficial de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil del Perú (APLIJ). Tengo sobre mi mesa de trabajo diez de los diecinueve números que han aparecido en cada encuentro nacional realizado por la APLIJ. El formato de la revista es claro: una primera sección de ensayos, historiografías y semblanzas de escritores representativos de diversas regiones del país; luego, una pequeña sección de creación literaria, y cierra con unas páginas de reseñas. Es evidente el énfasis democrático y educativo de esta publicación, actualmente dirigida por el maestro y escritor Saniel Lozano Alvarado.