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La deuda y la Revolución del Parque

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Para comprender a Marcelo, debemos estudiar el contexto de la época. La “Guerra de la Triple Infamia”, tuvo lugar entre 1864 y 1870, como veremos más adelante. Y el gobierno de Mitre arrancó en 1862 hasta 1868, al cual lo sucedió Sarmiento (1868-1874). Quiere decir que ambos abarcaron los años de contienda. La “Guerra grande” fue impulsada por Gran Bretaña, que no toleraba el desarrollo independiente y exitoso del Paraguay, que además no se había endeudado en una sola libra esterlina como sí lo había hecho la Argentina en 1824 con la Baring Brothers por un millón de esa moneda con un interés del 6% anual, que con gastos de intermediación y comisiones varias el dinero que llegó al país fue de 560.000 libras.

Ahora bien, al comenzar la guerra, Mitre solicita financiamiento urgente a Londres, que le facilita 2.500.000 libras, que con la “poda” habitual quedó en 1.735.000 libras. Cuando Don Bartolomé termina el mandato, la deuda externa argentina ya era de casi 5.000.000 de libras, y cuando hace lo propio Sarmiento, la deuda ya estaba en los 14.500.000 libras!Es decir, esos próceres inmaculados nos metieron en la guerra infame, y nos hicieron pagar los gastos con intereses y comisiones exorbitantes, al sólo efecto de cumplir con los deseos imperiales de la Corona. Y hago esta introducción porque ahora aparece Marcelo Torcuato en acción.

El 26 de julio de 1890 estalló en Buenos Aires un levantamiento cívico- militar que se conoce como la famosa “Revolución del Parque”. La rebelión se gestó como corolario de la gran crisis económica que se produjo por el irresponsable endeudamiento con Inglaterra. En 1889, el gobierno de Miguel Angel Juárez Celman se declaró en cesación de pagos, el primer default formal de la historia y ello hizo que la banca Baring presionara para que, de ser necesario, se utilizara la fuerza para el cobro de las acreencias, lo que ya había pasado con Egipto y Turquía. Las negociaciones se volvieron durísimas e Inglaterra reclamó, para refinanciar la deuda, el control de la aduana, un drástico aumento de impuestos, el remate de tierras productivas y una brutal devaluación, (¿Le resultan familiares al lector estas exigencias?). Es decir, se reclamaba un ajuste salvaje que nadie estaba en condiciones de soportar. Ante ese panorama, en el ejército comenzó a gestarse un movimiento insurreccional, algunos estancieros aportaron dinero y armas y el 26 de julio, bajo el paraguas de la Unión Cívica comienza la sublevación. Los combates duran tres días, con centenares de muertos, al cabo de los cuales se impone el oficialismo, que luego de una victoria pírrica queda muy desgastado. La Unión Cívica se parte en dos, por un lado, la Unión Cívica Radical Antipersonalista, llamados “los rojos” y la Unión Cívica Radical, de Yrigoyen y también de Marcelo, llamados “los líricos”. Los rojos apoyaron más tarde el golpe contra Yrigoyen y luego integraron la Concordancia que llevó al poder al general Justo, gobierno que fue elegido en medio de la proscripción de la UCR y sobretodo de la figura de Alvear.

El dandy argentino con apenas 22 años había participado de la revolución, que desemboca en la renuncia del presidente, siendo reemplazado por Carlos Pelegrini. Gracias a esa contienda, Marcelo conoce a los flamantes líderes del centenario partido, y se afianza como un cuadro político de fuste, circunstancia que sería decisiva a la hora de elegir al candidato a presidente en 1922.

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