Читать книгу Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia - Jorge Osvaldo Bazán - Страница 21
En la cúspide
ОглавлениеAlfredo asumió tal jerarquía a los 41 años. El país venía de soportar una cruenta guerra civil (1947) durante la cual casi la tercera parte de la población tuvo que emigrar. Y “El alemán”, como también se lo conocía, gobernó con mano de hierro durante 35 años.
El diario “Última hora” de Asunción, en su edición del 08 de setiembre de 2016 en una nota del periodista Rodrigo Houdín, bajo el título “Stroessner, la colección de amantes y su otra familia oculta” nos revela datos impactantes de la vida privada de quien asumiera la presidencia el 15 de agosto de 1954 hasta el golpe del 3 de febrero de 1989.
Es que las aventuras amorosas del hombre más poderoso del país fueron la comidilla de toda una sociedad asuncena, mayoritariamente machista que no veía con malos ojos que “El Jefe” hiciera gala de incontables amoríos clandestinos, aunque ello implicara involucrar a jovencitas que se deslumbraban ante los favores y fervores del general.
El caso de Martina Rojas, conocida popularmente como Chinaí, de sólo 13 años de edad es una muestra de ello. Lejos de ser codiciado por su físico, o dotes de galán, sin embargo, el presidente poseía el poder, que como sabemos, es afrodisíaco. Se destacaba, es cierto, por su trato amable con las mujeres. Cuando la relación llegaba a su fin, se preocupaba de que la “agraciada” consiguiera un buen marido, y si era necesario, ese rol era ocupado por oficiales de las fuerzas armadas con los cuales las chicas se aseguraban un futuro tranquilo y sin sobresaltos económicos. “El rubio” premiaba con ascensos a todos aquellos militares que estuvieran dispuestos a casarse con sus novias jovencitas, una vez que el general perdiera interés en ellas.
Fue así que, en esa búsqueda incesante de nuevos desafíos maritales, en 1960 conoció a María Estela “Ñata” Legal, una hermosa guaireña de 13 años, cuando él ya pisaba los 47. Esa relación rápidamente creció entre la semiclandestinidad, ya que Alfredo la visitaba todas las semanas.
Con esa mujer, el presidente tuvo dos nenas, María Estela y María Teresa y un hijo del corazón, llamado José. La primera de las chicas se casó con un norteamericano y se estableció en EEUU, la otra, se convirtió en una conocida ginecóloga que ejerce su profesión en Asunción.
Según el periodista paraguayo Anibal Medina (“Stroessner”), el dictador tuvo al menos 34 hijos con distintas mujeres.
Pero el caso de Ñata fue singular. Según relata Bernardo Neri Fariña en su libro “El último Supremo”, Ñata vivía en el barrio Ita Pytá Punta sobre la calle 20, detrás de lo que hoy es la Facultad de Filosofía, y luego se trasladó a una mansión sobre la avenida Aviadores del Chaco, frente al Shopping del Sol. Muchos de los lectores se acordarán de ese chalet hermoso, erigido en lo alto de una lomada de pasto verde. Fariña afirma que ella fue la novia más estable de Alfredo desde que este se afianzó como presidente.
Ni el amor que sentía por Ñata, o su avanzada edad, ni el sobrepeso, fueron impedimentos para que su poder lo llevara a liarse con una gran cantidad de mujeres. Ninguno de sus amoríos duró mucho tiempo.
“Ñata fue la novia más célebre del general desde que este se afianzó como presidente de la República”, dice el autor.
“Había un poco de todo en la lista de sus conquistas. En su mayoría eran jovencitas, varias en el mismo umbral de la tierna pubertad”, describió el investigador Miranda. Los actos de colación e inauguraciones en colegios servían a Stroessner para elegir a sus “víctimas”.