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A modo de introducción

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El genial Gabriel García Márquez dijo una vez: “Yo no he escrito una línea que no sea sobre el poder, y sobretodo sobre el más poderoso, importante, grande y eterno de todos los poderes que es el poder del amor”.

Cuando imaginé escribir este libro, mi intención siempre fue bucear en la historia de amores y desamores de personas de carne y hueso que pasaron por esta vida con penas y glorias. Presidentes, militares, dictadores, escritores, deportistas, caudillos y mártires que conocieron el apogeo y también la decadencia y que vivieron grandes pasiones insondables, aún en el fragor de la lucha o en los meandros secretos de los amores clandestinos. De eso se trata. No busco escribir biografías, ni ensayos; para ello hay estudiosos como Felipe Pigna o Araceli Bellota; o hubo intelectuales como Félix Luna, Fermín Chávez o José María Rosa que lo hicieron de maravilla. Pero lo que sí trato de hacer, humildemente, desde estas páginas, es describir el contexto histórico en que se desenvolvieron nuestros protagonistas, para poder entender cabalmente el porqué de la conducta o de la toma de decisiones del momento.

Este libro sólo es un racconto tal vez desordenado de la vida y de la muerte de algunos personajes de la historia, desde el costado menos conocido, el de sus amores, amoríos, o percances personales en posturas que confirman, al fin y al cabo, su condición de seres humanos, con sus aciertos y miserias.

Hace décadas que leo y escribo. Allá por 1992, cuando comencé a elaborar las principales notas domingueras del diario “La Mañana”, el de mayor circulación de Formosa, y luego en el diario “Tiempo formoseño” debía realizar un gran esfuerzo para plasmar dentro de una extensión determinada en caracteres, bastante generosa por cierto, la crónica casi siempre política pero con un fuerte anclaje histórico, con el que lograba despegarme de las pasiones del momento, cumpliendo a rajatabla las instrucciones de los propietarios de los medios, que por supuesto no iban a tolerar que hiciera de ese espacio una pretendida “tribuna de doctrina” en mi exclusivo beneficio. A pesar de mi profesión de ingeniero en construcciones y de docente universitario, siempre tuve una especial dedicación o anclaje hacia la literatura, y a la interpretación de los hechos históricos, como lector compulsivo, claro está, lo cual pudo ser volcado en mi larga actividad periodística, en programas de radio y televisión que tuve a mi cargo y también durante mi paso por la dirección del principal medio de difusión de la provincia de Formosa, “Lapacho” Canal 11, donde me desempeñé durante 18 años y seis meses.

En mi libro “Columnista invitado” (Setiembre de 2016) a lo largo de sus 434 páginas pude recrear las publicaciones de mis notas periodísticas en los diarios “La Mañana” y “Tiempo Formoseño” y este trabajo que ahora pongo a consideración de mis lectores, es la inauguración de un nuevo estilo personal que pretendo sea bien valorado por aquellos que se inmiscuyan en sus páginas.

Dije más arriba que no se trata de biografías y ni siquiera de un libro de historia a la usanza tradicional. Desde una posición ideológica concreta porque todo lo que hacemos siempre está teñido de ideología, intento mostrar el lado humano de personajes que ya no están, que se fueron hace tiempo, y en los cuales se han invertido ríos de tinta para aclamarlos o denostarlos. No es este el caso. He leído todo lo que pude y he hecho las interpretaciones que me parecieron razonables, reconociendo que “Los hechos son sagrados pero la interpretación es libre”. Y esta frase, tan usada en los últimos tiempos, se remonta a casi un siglo atrás, cuando el matutino inglés “The Guardian”, celebraba su centenario, en 1921. El entonces editor Charles Prestwich Scott, que además de periodista era miembro del Parlamento, y llevaba 50 años trabajando en el periódico al momento de la celebración, pronunció lo que resume de manera magistral la tarea de quienes escribimos.

Con la proposición: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, aparecida en Meditaciones del Quijote”, Ortega y Gasset insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que lo rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual.

Y “los yo” y sus “circunstancias” de los personajes involucrados en este libro, son expuestos con la mayor honestidad intelectual posible, tratando de amalgamar además los “hechos” con las “interpretaciones”. Siempre en relatos cortos, casi íntimos, resumiendo en pocas páginas décadas de vida, de sueños, de triunfos, de sufrimientos, y de muerte.

Al final de cada una de las historias, se adjunta la bibliografía sobre las fuentes consultadas para todos aquellos que quisieran profundizar más la historia de cada uno de los personajes, o cotejar lo que aquí se escribe. Con respecto a las fuentes, debo aclarar que me he encontrado en algunos casos con contradicciones, es decir, con datos de autores o publicaciones respetables que sin embargo poseen información contradictoria. En esos casos, dejo librado al lector la interpretación libre y razonable.

Quiero agradecer profundamente al Dr. Marcos Raúl Molares por las cálidas palabras que constituyen el Prólogo de este libro. Que un historiador de su talla, autor de los cuatro tomos que conforman la “Historia General de Formosa” me presente de esta manera constituye un privilegio tal vez desmesurado.

Dedico esta obra a mi esposa, la Profesora Dora Isabel Caíno, por su ayuda, observaciones, correcciones y sus consejos, y a mis hijos Fernando Raúl, Santiago Jesús y Maria Florencia, que siempre me alentaron en pos de este proyecto.

Hechas las aclaraciones de rigor, avancemos con la propuesta, y espero que sea del agrado de todos.

Ciudad de Formosa, enero de 2021.

Historias cortas, de poder, de amor  y de tragedia

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