Читать книгу Historias cortas, de poder, de amor y de tragedia - Jorge Osvaldo Bazán - Страница 12
La cárcel y el infarto.
ОглавлениеPasaron apenas tres años para que Marcelo fuera encarcelado en la isla Martín García por el nuevo régimen del general Agustín P. Justo, que curiosamente había sido el ministro de guerra durante su presidencia, y que llegara al gobierno en elecciones fraudulentas en plena “década infame”, proscribiendo a Marcelo, que constitucionalmente podía aspirar a un nuevo mandato. Regina cruzó en una barca más de cincuenta veces el Río de la Plata, en algunas ocasiones con las aguas embravecidas y con lluvia, para llevarle ropa, comida y otras cosas personales. En 1933 Marcelo fue deportado a Europa en un barco de la Armada, y cuando éste se quedó sin combustible para seguir el viaje, Alvear avaló el aprovisionamiento del buque con su propio peculio.
Gobernaba como dijimos el general Agustín P. Justo, y resulta jocoso que algunos historiadores/opinólogos como Rosendo Fraga afirmen que el militar, que también era ingeniero, había llegado al poder legítimamente, cosa que se da de bruces con el exilio forzoso, la prisión o la proscripción de los opositores, como le ocurrió a Marcelo Torcuato. Durante la “década infame”, todo estaba permitido, menos la Unión Cívica Radical.
A Alvear la prisión lo afectó gravemente, y la verdad es que complicó viejas lesiones cardíacas. Marcelo había gastado casi toda su fortuna en política, viajes y un estilo de vida que no podía sostenerse aún en tiempos de bonanza. Tampoco durante su paso por la casa rosada había amasado riquezas por métodos “non sanctos”, por lo cual hasta su situación patrimonial había decaído notablemente. De las 60.000 hectáreas que había heredado de su abuelo materno, el general Pacheco, no quedaba casi nada.
En 1937, Marcelo se presentó como candidato a presidente por la Unión Cívica Radical, pero no pudo contra la maquinaria electoral del fraude y perdió contra Roberto Marcelino Ortiz, de la Unión Cívica Radical Antipersonalista que también había sido ministro de obras públicas durante su presidencia, y luego ministro de hacienda de Justo. Alvear sólo ganó en las provincias de Córdoba, Catamarca y Tucumán. Todo eso lo afectó física y emocionalmente, y el deterioro de su salud se hizo cada vez más evidente. A pesar de los avatares de la vida, la soprano siguió cultivando su vieja pasión. Regina fundó en 1938 La Casa del Teatro donde se encuentra el coliseo “Regina” para que funcionara también como albergue para artistas jubilados con problemas económicos. Un soberbio edificio de diez pisos ubicado en la avenida Santa Fé al 1200 en pleno barrio de Retiro, que hizo célebre la entrega anual de los premios Florencio Sánchez.
Cinco años después, el 23 de marzo de 1942, Regina vivió su día más triste, cuando un infarto puso fin a la vida de Marcelo, a los 74 años. En diálogo con sus correligionarios, ya les había dicho que estaba “con un pie en la tumba”. Se sentía mal, se sentía morir. Fue velado en la Casa Rosada, por pedido de su esposa. Antes, habían tenido ese privilegio Bartolomé Mitre, Quintana y Pellegrini (los tres fallecidos en 1906), Roque Sáenz Peña (muerto en el cuarto año de su mandato en 1914), y Julio A. Roca que falleció en octubre de ese año.
Estando en ejercicio de la presidencia, Marcelo había donado 40 hectáreas de su propiedad para que se creara en el viejo partido de Las Conchas, hoy Tigre, un pueblo que pasó a llamarse “Don Torcuato”, que con el tiempo se convirtió en un lugar de residencias magníficas de descanso familiar. Allí se construyó “Villa Elvira”, la casa que habitaran los Alvear hasta el final de sus vidas. Allí también transcurrieron los últimos días de los 94 años que vivió Regina, después de 23 años de viudez. Por ello, cada día 23 (de doble significado) ella visitaba la tumba de Marcelo en el cementerio de La Recoleta, con un ramo de rosas blancas como aquellas que habían engalanado los teatros de Europa. Cuentan que luego de cada visita, invitaba a almorzar al anciano cuidador de la Recoleta, en señal de gratitud. Durante sus últimos años era visitada por Elena Faggionato, esposa del Presidente Frondizi, y por la esposa del Presidente Illia, Silvia Martorell.
Regina falleció el 18 de septiembre de 1965. Sus restos fueron velados en la Casa del Teatro. Su féretro fue llevado a La Recoleta, donde permaneció en el suelo del panteón familiar durante dos años, hasta que alguien lo ubicó en el nicho contiguo al de Marcelo.
Una importante localidad del departamento General Roca del alto valle del Río Negro lleva el nombre de “Villa Regina”, en honor a Marcelo que en 1924 había firmado el decreto de creación de la colonia (Río Negro fue territorio nacional hasta 1955), que poco tiempo después se colmaría de inmigrantes italianos a causa de la Primera Guerra Mundial. Un justo homenaje a la ilustre señora que conquistó el corazón del dandy más famoso de la época, con el cual construyó una de las mejores historias de amor jamás contada.
La denominación de Guerra de la Triple Infamia a la contienda que involucró a Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay entre 1864 y 1870, surge como una posición ideológica concreta y de otros escritores como José Pablo Feinmann, frente al imperdonable genocidio.