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2. Las grandes etapas del siglo XX y los comienzos del XXI

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Toda compartimentación histórica tiene algo de arbitrario. La misma delimitación del siglo XX casa mal, ya se ha dicho, con los grandes acontecimientos que marcan un cambio de época; sin olvidar que la perspectiva económica aporta matices diferentes de los que pueden justificar una u otra subdivisión cronológica en el orden político, social, tecnológico o cultural. Con todo, la observación secular –en este caso de la economía mundial– permite una visión lo suficientemente amplia como para encajar los fenómenos de largo plazo y dibujar periodizaciones temporales que captan los cambios de tendencia cruciales en el crecimiento y la evolución de los principales países.

Así, el siglo XX económico cuenta con una primera etapa que, partiendo de antes –lo más común es situar su punto de partida en el decenio de 1870, coincidiendo con un acelerado abaratamiento de los transportes internacionales que crea un precio y, por tanto, un mercado casi mundial en algunos bienes básicos, caso del trigo–, llega hasta el comienzo de la Gran Guerra del 14; es entonces cuando se tambalea el viejo orden decimonónico, construido en torno de la supremacía industrial y comercial británica y del patrón oro clásico como régimen monetario internacional. Luego, están los años de guerras y entreguerras, en los que el mundo, tras los felices y efímeros años veinte, conoce los rigores de la depresión internacional y del cierre de las fronteras económicas; de ahí arranca un intervencionismo del Estado que cundió, con propósitos quizá distintos, pero con parecida extensión, tanto en el mundo desarrollado como en desarrollo (y con tintes absolutamente extremos en los países de la esfera comunista). La segunda posguerra mundial, regida por el armazón institucional levantado en Bretton Woods, representa la «edad de oro» del crecimiento de una economía internacional bajo la hegemonía norteamericana, hasta su brusco frenazo –sobre todo para los países occidentales que más habían aprovechado la prolongada bonanza previa– en 1973. El último cuarto del siglo XX, a falta de una mayor perspectiva, enlaza, sin solución de continuidad, con los cambios del siglo XXI: una economía mundial más integrada y cambiante –y con un dirigismo estatal en retirada, al menos hasta 2008–, sobre la base de unos nuevos desarrollos tecnológicos que refuerzan el liderazgo de los ya aventajados, y dejan a buena parte del mundo a merced de los vaivenes financieros, cuando no, en los países más atrasados y deficientes desde el punto de vista de sus instituciones, de calamidades que retrotraen al fatal escenario de otros tiempos. Esta es la secuencia temporal que se sigue a partir de aquí en cuatro apartados.

Lecciones sobre economía mundial

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