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Manuel Mejía Valera
Оглавление(1928-1990)
Manuel Mejía Valera (1928) se formó en Letras y Filosofía y se instaló muy joven en México. Allí produjo y publicó una obra que no es abundante y que sigue sus dos intereses fundamentales: la filosofía y la literatura. Este alejamiento del Perú y la publicación espaciada y discreta de sus libros lo han convertido en un escritor lateral y casi ausente de las recopilaciones e historias de la literatura. Adicionalmente, las sombras de Jorge Luis Borges y Juan José Arreola, presentes en muchas de sus páginas, han desdibujado su propuesta, a la que se le reconocen valores formales, pero que es considerada menor al lado de las grandes renovaciones de otros autores de la Generación del 50.
Mejía Valera inició su trabajo con dos breves propuestas narrativas: La evasión (1954) y Lienzos de sueño (1959). El segundo de ellos fue recogido en 1966 con la incorporación de algunos poemas en prosa y nuevos relatos en Un cuarto de conversión, que es su libro más conocido y difundido. Posteriormente publicó el poema en prosa Para verte mejor, aparecido como una plaquette artesanal de la colección Cuadernos de Estraza, en 1978, y el conjunto de prosas Adivinanzas. Allí aparecen 42 textos de formato breve que pueden inscribirse en el dominio de la microficción.
La adivinanza es una modalidad discursiva que supone una pregunta peculiar. En cualquier enunciado interrogativo, quien lo formula no conoce normalmente la respuesta y espera que el interlocutor pueda ofrecérsela. En la adivinanza ocurre lo contrario pues aquel que formula la pregunta es el dueño del sentido y espera que el otro se confunda y extravíe; por eso las palabras de cualquier adivinanza son elusivas y ambiguas. Esa estrategia de capas, rodeos y de un señalamiento tangencial están presentes en todos los textos del breve volumen de Mejía Valera; a ellos se añade un conjunto de referencias culturales e intertextualidades que operan por acumulación y que señalan en forma oblicua el objeto de la inquisición. Obsérvese, por ejemplo, un fragmento de la primera adivinanza:
Azoro que apacigua, tiniebla que deslumbra, desnudo que cobija, soledoso recinto, historia desandada, tiempo cercado que mide la envidiosa soledad escondida en un tinajo. Visión que pone boca abajo los universos a su paso y, fuera de quicio, arroja al sueño un barco por la comba de sus velas. Ebrio vino que apresura la libertina redención del hombre.
Su prosa extiende unos pocos recursos: un ritmo sostenido, las enumeraciones y la acumulación de imágenes. Si bien hay hallazgos interesantes, la reiteración en todos los textos de la misma estrategia y una cierta exigencia preconcebida de estilizar y embellecer el lenguaje, recurriendo a formas y estructuras sintácticas de la poesía clásica, empañan la intensidad de la propuesta.