Читать книгу Extrañas criaturas - José Güich Rodríguez, Alejandro Susti - Страница 30

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Gestos desesperados, graves y livianos desfilan ante mis ojos que ya nunca parpadean. Un vuelo trasegado de azul marino, enmudeció para siempre mi melosa lengua.

Cercado y combatido por las olas, se apagó mi mal contento espíritu y mi aliento roto se trocó en callado fuego. Y entonces vi al ángel de la guarda, construido de espuma, en el festivo ritual de la entrega inapelable.

Fue un junio sin edad cuando, numeroso y grande, el mar abolió mis placeres, mi virtud ardiente y su anhelo incierto y peligroso. Nublado oscurecido, el húmedo amor me da la mano y fantasmas de ramos desabridos me brindan cuidado generoso.

Desasosegado cuerpo que repasó los días y tristeza líquida que mira fijamente un solo amanecer. Astrosa suerte que naufraga en la arena: ése, ése es el signo ajado de mi libertad cautiva y anegada.

(El ahogado)

Extrañas criaturas

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