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DÉFENSE DE CRACHER
ОглавлениеConcibe un poliedro de absoluto cristal y colócalo sobre la impecable mesa de partos de una clínica escandinava. Una lámpara de mil kilovatios dirige luego desde lo alto hacia aquel puro objeto. Ponte un almidonado delantal y cálzate las manos con guantes de goma previamente esterilizados en una clave donada por la Rockefeller Foundation. Enseguida, bloquea tu boca y tus narices —agujeros siempre miasmáticos— con una fina gasa empleada en un líquido inerte. Adora el profiláctico altar y el ídolo impoluto que lo ocupa. Verás cómo tus turbulentos humores pectorales, tus violáceos deshechos respiratorios, tus esputos injuriosos, se aplacan. Por eso dicen que no es posible escupir al cielo…