Читать книгу Extrañas criaturas - José Güich Rodríguez, Alejandro Susti - Страница 27

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Desordené el universo. Nací de un ser embriagado en una mueca de hastío y aletargado entre salmos que horadaban la verde tiniebla. Abolí estériles cosechas a la sombra de un manzano, con solo una astilla de polvo. Mudos vegetales y reptiles rumorosos contemplaron la castidad del acto que nos multiplicó en la lejanía. De no haber sido así, habría naufragado el navío en que navega Dios.

Ignoro si declinó el amanecer o permanece creando la enloquecida efusión de los colores, pues fui piedra de toque de nuestras ansias desterradas tan lejos del principio.

Mostrando gracioso gesto, beso rostros que quisiera ver quemados en la hoguera y propicio nupcias entre los bravos vientos del azoro y los tratos inoportunos del amor.

Alegre, blanda y halagüeña, con inusitada ganancia canjeo lo falso por lo verdadero para destruir las indemnes almas en su orfandad de aturdidas mariposas. Conozco el sentido, el sinsentido y su santo y seña radioso.

Mis pasos desvelados se pierden en el laberinto del pensamiento, pero el aroma de la rosa de los vientos es un elogio a mi persona hasta el sinfín de la palabra. Como mi antecesora más lejana, que antes de nacer murió, soy tan vanidosa que mi memoria, hija de mi capricho, afirma que la historia del mundo es el jardín errante que solo florece errante entre mis brazos.

(La mujer)

Extrañas criaturas

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