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El tema de la muerte en Marcial.
ОглавлениеAntes de abandonar por el momento, los escritos del poeta hispano, quiero anotar sus pensamientos ante el magno y profundísimo problema de la muerte. Es uno de los negocios, acerca de los cuales la revelación nos ha traído solución más plena y más gozosa. Comparar las respuestas de los paganos con la de Cristo, puede resultar extremadamente aleccionador.
Marcial toca el asunto nada menos que en 35 epigramas, espigados en la rauda relectura de ayer. Muy probablemente, habrá bastantes más. Y ya de antemano apunto, que en este número no entran todos los que se refieren, con guasa, a la herencia esperada.
Aparte de la tristeza, y de la certidumbre de la muerte, que nos alcanza en cualquier lugar a que nos dirijamos, hay que señalar dos ideas:
1ª: La supervivencia. Los epigramas aluden frecuentemente a ella. ¿Qué supervivencia en esa? Se supone que en alguna parte, el fenecido amigo recibe, como un incienso ofrecido desde lejos, el libro de Marcial (VI, 85) hay la supervivencia de la gloria: vive la mejor parte por ella (X, 2, expresamente; equivalentemente, explicado por el anterior, VI, 18); esto se refiere a la gloria alcanzada por uno mismo, pero también nos hace sobrevivir, la gloria que nos presta el poeta con sus cantos (X, 26). Hay indicaciones de otra inmortalidad: las sombras del Orco y sus negros caballos (V, 34; X, 50; en los epigramas a la niña Eroción y al auriga Escorpo); al Leteo (VII, 96) a los bosques del Elíseo (VII, 40); a los castigos del poeta maldiciente (X, 5); al posible rapto de la vida, llevado a cabo por la diosa Virgen, o la amante de Hermafrodito (VI, 68). No hay nunca la más discreta frase interpretable como insinuación de resurrección. Sí leves sugerencias a premios o castigos (VII, 40 - X, 5).
2ª: Las consecuencias para la vida actual. En rigor, la única es que hay que emplear bien el tiempo (IV, 54). Pero semejante conclusión, que pudiera tomarse, en buena parte, juzgando por alguno de los epigramas, queda explícitamente declarada en su sentido más bajo, por una serie de expresiones absolutamente luminosas, y no significa sino que hay que disfrutar de la vida (I, 15; V, 65; VII, 43) y alcanzar la gloria pronto, pues llega tarde para las cenizas (I, 25). Es cierto que algunas veces se refiere a la vida honesta, que nos hace haber vivido plenamente (X, 23).
Por lo demás, la muerte es dolorosa (passim) y hay que desear que tarde en llegar (VI, 28); pero los elegidos mueren pronto (VI, 29); y los mismos dioses están sujetos a la fatalidad (IX, 86). Hay que haber vivido desde ayer (V, 58). La muerte es descanso, noche eterna (X, 71).
Otro aspecto interesante es la alabanza del suicidio, en tono estoico (todos los epigramas en que toca el tema).
La postura del justo, del fuerte, es no temer la muerte ni desearla (X, 23).
La muerte es asunto burlescamente enfocado, en los muchos epigramas dedicados a la herencia.
En resumen, la postura de Marcial es titubeante, como parece sucederle en todo; a veces enjuicia los sucesos y realidades en tono moralizante, y entonces alaba el pudor, la castidad, la religiosidad y sugiere otra vida, que, al cabo, sería deseable. Otras se olvida de todo eso y toma las cosas a chacota, dejándose llevar del sentimiento de lujuria o de dolor, y sólo enuncia los hechos festivamente, o da a entender, más o menos claramente, su aprobación.
Mañana quiero ir por la mañana a Madrid, para ir completando la colección de clásicos, con un Marcial latino, un Juvenal latino y Propercio y Catulo castellanos - o franceses. Las obras de Cicerón que me faltan, y los Fastos de Ovidio. Las guerras judaícas de Josefo y las fábulas de Fedro y Esopo. Luego los historiadores griegos, y alguna obra histórica sobre la época. Creo que estos estudios están realmente en marcha, y que el paso es seguro.