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PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN
ОглавлениеEl pensamiento de los Padres de la Iglesia arraiga en una experiencia vital del misterio cristiano. De ahí la perenne vigencia de sus escritos, que aún en nuestros días concitan la atención de filósofos y teólogos y constituyen el centro de no pocos debates en destacados ámbitos intelectuales.
En tal sentido, analizar la obra de San Ireneo no implica exhumar una pieza literaria proveniente de un pasado obsoleto, como si se tratara de un mero capricho de erudición historiográfica; por el contrario, el contacto con el vigoroso pensamiento de este Padre del siglo II nos hace estar atentos a los signos de una de las preocupaciones religiosas más originarias del cristianismo primitivo. Su lucha contra el gnosticismo constituye un episodio célebre de la historia de las ideas, y revela la importancia que la cuestión de Dios tenía para el hombre de su tiempo.
El momento de la antigüedad tardía en el que Ireneo escribió su monumental tratado anti-gnóstico, constituye un período privilegiado para el investigador, tanto de la historia como de la fenomenología de la religión.
Las páginas que siguen son el resultado de una larga investigación que culminó en nuestra tesis de Doctorado en Filosofía, presentada en la ciudad de Santa Fe en diciembre del año 2005. Esa fatigosa pero apasionante aventura intelectual y espiritual fue posible gracias a un convenio entre la Universidad Católica de Santa Fe y la Universidad de Bari (Italia) que me abrió generosamente las puertas de su Biblioteca de Estudios Clásicos y Cristianos «Santa Teresa dei Maschi», facilitándome así el acceso a las más valoradas fuentes del cristianismo. Por lo tanto, expreso aquí mi más profunda gratitud a los profesores que confiaron en mi para llevar adelante tal empresa, especialmente al Dr. Aníbal Fornari de la Universidad Católica de Santa Fe y a los profesores Costantino Espósito y Paolo Ponzio de la Universidad de Bari. Un párrafo especial para los bibliotecarios Massimiliano Stefanelli, Biaggio Quacquarelli y Maria Pia, quienes no sólo me asistieron permanentemente con su experto asesoramiento, sino que además y con la calidez típica de los italianos del Sur, me brindaron el afecto y compañía que permitieron mitigar mis nostalgias de extranjero. Vaya también mi emocionado agradecimiento a mi directora de tesis, la Dra. Silvana Filippi, por el denodado esfuerzo, rigurosidad y dedicación que puso en la lectura y corrección de mi trabajo; a mi distinguido maestro el Pbro. Dr. Carlos María Aguirre, y al Pbro. Lic. Marcelo Mateo, quienes hace más de un lustro me facilitaron los primeros libros sobre San Ireneo que llegaron a mis manos.
Quiero expresar también mi más elevado reconocimiento a los ilustres profesores que integraron el Jurado de Tesis, a saber, el Dr. Héctor Jorge Padrón, el Dr. Francisco García Bazán y el Dr. Rubén Peretó Rivas, por sus atinadas observaciones que contribuyeron a enriquecer esta obra y por haber recomendado unánimemente su publicación. Hago extensivo este sincero agradecimiento a la institución a la que debo mi formación filosófica, la Universidad Católica de Santa Fe, no sólo por la ayuda económica brindada para esta investigación en la ciudad de Bari, sino también por su generosidad en haber admitido el escrito para su publicación.
Por último, quiero destacar el constante apoyo de mi familia que soportó pacientemente las inevitables ausencias que generaron estas prolongadas vigilias de investigación. No obstante, es preciso aclarar que el tiempo y esfuerzo dedicados resultaron insuficientes ante la profundidad insondable del pensamiento de Ireneo, por lo cual considero necesario advertir al lector que esta obra se encuentra muy lejos de agotarlo. En consecuencia, es oportuno recordar aquí lo dicho por uno de los más sobresalientes estudiosos del Santo, el P. Antonio Orbe: «Ireneo merece un trato delicadísimo, y quizá no llegó aún el día de abordarlo con plena garantía de éxito».
Juan Carlos Alby
Santa Fe, julio de 2006