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Cultura

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“Cada país tiene sus peculiaridades históricas, geográficas, culturales, demográficas, idiomáticas, etc.” (Dixit, 1996).

Por eso cabe preguntar: “¿Por qué los países con estructuras políticas ineficientes o poco efectivas, simplemente no copian las estructuras institucionales de los países más exitosos; por qué los países que ‘trasplantan’ reglas formales, con frecuencia no son capaces de reproducir los resultados obtenidos por los países que están copiando?... Scartascini y Tommasi (2009) plantearon un modelo que explica la diferencia en el comportamiento político observado, entre países que tienen ‘reglas formales’ similares (ejemplo: los Estados Unidos y la Argentina), porque el comportamiento se explica por la existencia de ‘reglas informales’ no observables” (Greif y Kingston, 2011).

Phelps

En 2013 analizó la influencia de las instituciones y la cultura, la ciencia y la tecnología, en la explicación de la evolución económica, particularmente la de los Estados Unidos. Su análisis comienza con una pregunta relevante: “¿Qué pasó en el siglo XIX, cuando por primera vez en la historia en algunos países los salarios reales, el empleo y la satisfacción laboral crecieron sin límites; y qué ocurrió para que aparentemente todo esto se perdiera en el siglo XX?”. Su respuesta: “Tengo razones para pensar que una economía moderna, funcionando apropiadamente, permite el florecimiento y el crecimiento personales, que son las claves de la buena vida”.

¿Qué es una economía moderna?

El florecimiento es el corazón de la generación de prosperidad –compromiso, enfrentar desafíos, autoexpresión y crecimiento personal–… El florecimiento personal surge de experimentar lo nuevo: nuevas situaciones, nuevos problemas, nuevas percepciones, nuevas ideas para desarrollar y compartir… Un recurso clave es la creatividad. Steve Jobs debe su gran éxito a su creatividad y a sus profundas percepciones. La curiosidad para explorar y el coraje para hacer algo diferente también deben ser mencionados… Las ideas que tienen los hombres de negocios surgen del propio sector. Están basadas en la observación personal y el conocimiento privado, en combinación con lo que sabe todo el mundo. Friedrich August von Hayek fue el primero en ver la economía desde esta perspectiva… La cultura no es simplemente políticas, leyes e instituciones, porque también incluye actitudes, normas, bases sobre las que se realizan los negocios, el trabajo y los otros aspectos de la economía.

Un gerente, o un trabajador, que sabe que no tiene forma de proteger su nueva idea, de la captura por parte de los demás, no encarará ninguna nueva idea… La estatización de actividades donde los talentos de los participantes son idiosincráticos, como los estudios de arquitectura, los equipos de fútbol, los restaurantes gourmets, las compañías de ballet, son inviables porque el Estado tiene poco o nulo conocimiento de su funcionamiento.

Un desarrollo que tuvo lugar en los Estados Unidos [a partir de la década de 1970] fue el aumento espectacular de la litigación y el consecuente temor a los juicios. El cortoplacismo de las grandes corporaciones ha sido recientemente exacerbado por la importancia creciente de los fondos mutuos, los cuales son extremadamente aversos al riesgo. Los grandes bancos de inversión se volcaron a especular con monedas, o con títulos públicos, en vez de evaluar a las empresas privadas. El sector financiero traicionó el concepto mismo de economía moderna, al apostar a favor de grandes cantidades de activos, sin ejercer la visión y el juicio prudencial esenciales para el buen funcionamiento de una economía… Debería prohibírseles a los fondos mutuos que atosiguen a los CEO de las empresas con vender sus acciones a menos que se concentren en las ganancias del próximo trimestre.

Hay que rehabilitar el capitalismo moderno quitando las piedras del camino que impiden el dinamismo, tanto en la sociedad como en las instituciones… Un empresario de Silicon Valley comentó que si tuviera que comenzar hoy su empresa, necesitaría tantos abogados como ingenieros… Pocos reguladores han trabajado en alguna empresa, y muchos ni siquiera conocen las oficinas de una firma… Sería deseable que realizaran una pasantía en alguna de ellas.

Enfatizar los elementos institucionales, y sobre todo los culturales, puede sugerir la existencia de un determinismo paralizante. Para que la acción rinda frutos, no debe caer en los extremos: ni considerar que dichos elementos imposibilitan los cambios, ni partir de la base de que desaparecerán fácilmente, frente a un cambio de políticas. Lo que ocurrió en la Argentina desde mediados del siglo XIX, pero también lo que pasó con las privatizaciones, ilustran el punto.

Por un lado, “se trataba de surgir, y no de resurgir. Si puede hablarse de un milagro argentino, consistió en que los hombres a quienes les correspondió conducir los asuntos del país a mediados del siglo XIX supieron sobreponerse a las tendencias perversas engendradas en el ambiente anárquico en que se formaron, y se dedicaron a cumplir, o mejor dicho a que se cumpliera por gobernantes y por los que no lo eran, las tareas que demandaba un país pobre, atrasado y desierto... El proceso se hizo con recursos mínimos y dificultades inmensas” (Pinedo, 1968).

“Si se acepta el hecho de que en la década de 1870 la Argentina era poco más que una gran llanura fértil, con población tan escasa que ni siquiera resultaba suficiente para explotar de modo racional los muchos millones de ovinos y vacunos que se reproducían libremente en sus tierras; que estos animales eran la única fuente de exportaciones, compuesta por lanas, cueros, sebo y tasajo; que la importancia económica del país no estaba entonces de modo claro por encima de las otras naciones latinoamericanas; y que en consecuencia los empréstitos extranjeros que le ayudaban a cubrir el exceso crónico de las importaciones sobre las exportaciones eran relativamente modestos si se los compara con los del Brasil, Perú o México; entonces aparece naturalmente la necesidad de explicar los cambios que llevaron al país a la posición superior que gozó, hacia 1914, en el grupo latinoamericano de naciones” (Vázquez Presedo, 1971)

Pero por el otro, “no se trata de que la privatización, como la nacionalización, no podrá curar todos los males sociales. Todos los analistas serios dicen esto. El punto es más fundamental, y ha sido ignorado en la voluminosa literatura que sobre privatización se desarrolló en América Latina y el Sudeste de Asia... El ciclo nacionalización-privatización está determinado por factores políticos y culturales, así como económicos... El referido ciclo no se puede entender sin prestarle atención a la tensión fundamental que existe entre las fuerzas del mercado y las divisiones étnicas... En los países en vías de desarrollo, el nacionalismo tiene dos frentes: el externo, encarnado en el ‘imperialismo’, y el interno, encarnado en los ‘extranjeros que tenemos adentro’... La privatización reintroduce en los países en vías de desarrollo una dependencia del capital externo y de ciertas habilidades laborales, que con el tiempo resulta difícil de sobrellevar... Contra lo que se piensa, las soluciones de mercado agravan los odios étnicos, los cuales con el tiempo socavan las soluciones de mercado” (Chua, 1995).30

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