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Credibilidad y reputación

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La cuestión de la inconsistencia temporal está íntimamente relacionada con la de la credibilidad en el cumplimiento de las promesas y las amenazas y la reputación de las autoridades, cuestiones empíricamente importantes en países como la Argentina.

En mis clases ilustro el punto a través del siguiente ejemplo: hay gente que vive en zonas inundables, a pesar de los carteles que avisan que se trata de zonas inundables, y que en caso de catástrofe nadie los va a socorrer. Actúan de manera racional porque saben que a pesar de lo que dice el cartel, ¡los van a socorrer! Por eso a mis alumnas les enseño que, cuando sean madres recientes, nunca amenacen al hijo que no come con matarlo si no come. Porque el pibe, aunque muerto de miedo, no comerá, y al advertir que la amenaza no se cumple, la credibilidad de la palabra de la madre sufrirá un golpe... mortal.

Inspirado en las reformas liberalizadoras que a fines de la década de 1970 y comienzos de la de 1980 se llevaron a cabo en varios países de América Latina, entre ellos la Argentina, Calvo (1986, 1987, 1988) analizó la cuestión de las reformas no creíbles, aludiendo a que las desregulaciones financieras y comerciales probaron ser transitorias porque fueron revisadas por los gobiernos posteriores.

Calvo enfatizó un punto muy importante: una misma medida de política económica puede generar resultados muy diferentes, según sea considerada transitoria o permanente por parte de la población. Ejemplo: se aprueba una ley que dispone que el empleador podrá despedir a cualquier obrero o empleado sin causa alguna y sin pagarle indemnización. ¿Cuál será el impacto sobre el empleo? Quien ignore lo que dice Calvo responderá que aumentará, por la reducción del costo laboral. Calvo sugiere que, por el contrario, podría disminuir, si los empleadores consideraran que una ley tan extrema será revisada, y por consiguiente se apresurarían a despedir a todo el personal indeseado, que ya trabajaba en la empresa, antes de la esperada derogación de la ley. Nueva manifestación de que la política económica nunca puede ser analizada en el vacío.

La cuestión de las reformas no creíbles se complementa con la de la trampa de la incredibilidad, planteada por el lituano Nissan Liviatan. Se la escuché, de manera que la describo en mis términos: “El marido que engañó y fue descubierto está bajo la atenta supervisión de su esposa (el teorema es simétrico, aquí desarrollo la versión masculina). Su conducta presente es impecable, pero como la pasada no lo fue, soporta los costos sin recibir los beneficios. Entonces piensa: ¿para qué me sigo portando bien, si igual no consigo lo que quiero?, y lo peor es que ¡la esposa sabe que lo está pensando! La persona –o el gobierno– que enfrenta problemas de (falta de) credibilidad, tiene que ser el triple de ‘ortodoxo’ para que, en el mejor de los casos, le crean la mitad. Con frecuencia esto es demasiado”. Liviatan no dice que sea imposible “hacer las cosas bien”, pero afirma que la introducción y mantenimiento de las políticas económicas “correctas” es un proceso mucho más difícil y prolongado en el tiempo, en un país cuyas autoridades enfrentan problemas de falta de credibilidad.

A partir de comienzos de la década de 1980, en buena parte del mundo, particularmente en las economías más desarrolladas, se eliminó la inflación. Fue tan fuerte el cambio de régimen, que modificaciones en la oferta monetaria –como la duplicación de la base monetaria en los Estados Unidos, durante el cuarto trimestre de 2008– no produjeron cambios en la tasa esperada de inflación, porque fueron correctamente diagnosticadas por la población como una respuesta del Fed al aumento de la demanda de liquidez por parte de las instituciones financieras.

Esto plantea una cuestión importante: en economías como las de los Estados Unidos, buena parte de la Unión Europea y Japón, quien tiene a cargo la política económica “no encuentra cómo” asustar a la población para inducirla a aumentar la demanda agregada, más allá de que las tasas de interés son casi nulas. Mientras que en economías como la de la Argentina, el responsable de la política económica “no encuentra cómo” tranquilizar a la población para convencerla de que “esta vez” las reformas económicas llegaron para quedarse.

Última, pero no menos importante: la cuestión de la falta de credibilidad de la población con respecto a las autoridades se puede plantear en varios niveles. Existen personas que no “creen” en el ministro de turno, aunque sí tanto en el gobierno como en el país en general; existen otros que cuestionan al gobierno de turno en su totalidad, pero siguen teniendo “fe” en el país en general; y por último existen los que, con respecto a su país, no creen en “nada de nada”. ¿Qué implicancias tiene esto sobre la toma de decisiones individual? Quien sólo desconfía del actual equipo económico, espera el recambio para adoptar decisiones de envergadura; quien también desconfía del actual gobierno, espera las próximas elecciones presidenciales; mientras que quien desconfía del país, migra o tiene sus ahorros en el extranjero.

Obsérvese que la falta de credibilidad puede radicar en diferentes niveles según la variable de que se trate. Ejemplo: un argentino puede vivir en su país, porque se siente más cómodo y no teme por su libertad personal, pero tiene sus ahorros en el extranjero, porque no puede olvidar la historia de las estafas que sufrió el ahorro en pesos.

Política económica para decidir en tiempos difíciles

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