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Teorema de segundo mejor12

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Lipsey y Lancaster (1956) dijeron lo siguiente: en un mundo sin distorsiones, por definición de distorsión, la introducción de una de ellas reduce el bienestar de la comunidad. Hasta aquí no hay nada sorprendente. La novedad sistematizada por los referidos autores (el efecto era conocido, en casos específicos)13 es que, cuando existe N número de distorsiones, la introducción de una adicional –o la eliminación de una de ellas–, no necesariamente reduce –aumenta– el bienestar. Sigue siendo cierto que la eliminación simultánea de todas ellas aumenta el bienestar, pero no necesariamente la existencia de un menor número de distorsiones implica una mejora con respecto a la existencia de un mayor número de ellas.

Ejemplo: un arancel de importación es una distorsión, y un impuesto al consumo de energía otra. Un productor local de alfombras se “banca” el mayor costo interno de la energía, la tasa de ausentismo laboral por encima de la internacional, o el no reconocimiento de la inflación en la liquidación del impuesto a las ganancias, si puede vender localmente el producto a un precio mayor al internacional, debido a la existencia del arancel. ¿En qué sentido es buena una apertura de la economía que no elimina simultáneamente el impuesto interno a los insumos?

La toma de decisiones pública que quiere evitar problemas debe cuantificar –al menos de manera aproximada– el impacto de cada una de las distorsiones, una cuestión evidentemente empírica. Donde las restricciones comerciales externas sean mucho más importantes que las distorsiones internas, podrá procederse a la apertura de la economía sin generar efectos graves no deseados. Mientras que en caso contrario la apertura de la economía debe ser precedida por la eliminación de las restricciones internas.

La aplicación literal del principio del segundo mejor paraliza totalmente la acción pública, porque la única recomendación destinada a mejorar el bienestar de la población consiste en la eliminación simultánea de todas las distorsiones. El uso correcto del principio no debe ser el de la parálisis total, sino el de “mirar un poco” la descolocación del beneficiario de una distorsión, a la luz de la permanencia de otras. ¿Qué tiene de óptimo que quiebre un productor de alfombras, que podría haber sobrevivido a la eliminación simultánea del arancel y el impuesto interno, debido a la falta de sincronización en las reformas económicas?

Al respecto cabe citar el testimonio de Alfred Edward Kahn, “zar” de la desregulación aérea de los Estados Unidos, a fines de la década de 1970. En sus palabras:

Quienes se oponían a utilizar los costos marginales para tarifar la electricidad contrataron a un conjunto de economistas, los cuales proclamaron que el teorema de segundo mejor, sistematizado por Richard Lipsey y Kelvin Lancaster, estaba a su favor. Para mí la existencia de otras distorsiones no invalida la recomendación de política económica, sino que hace el análisis más difícil… La experiencia me convirtió del gradualismo al shock, en materia de desregulación. Intelectualmente pensaba que había que ser cautos en la transición, ahora estoy convencido de que lo mejor es proceder a toda velocidad… La manera de minimizar las distorsiones de la transición consiste en hacerla lo más corta posible… Si todos los controles no pueden ser eliminados al mismo tiempo, es importante coordinar la eliminación de controles de precios con relación a los controles sobre nuevos oferentes. (Kahn, 1979).

A la luz de la experiencia argentina en materia de apertura de la economía, difícilmente se exagere la importancia de prestarle atención simultánea a la remoción de las distorsiones internas. Todas las personas responden de manera afirmativa cuando uno pregunta si las autoridades tienen conciencia de la necesidad de atacar por lo menos de manera simultánea las barreras comerciales externas y las distorsiones internas. Pero para evitar costosísimos errores, esto se tiene que ver en la práctica.

Política económica para decidir en tiempos difíciles

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