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Principio de la clasificación efectiva de los mercados

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Mundell (1960, 1962) planteó la siguiente cuestión: el diseño y la implementación de una política económica, en base al esquema formulado por Frisch y Tinbergen, requiere la centralización de la gestión económica, dentro del Poder Ejecutivo, y el conocimiento del valor de cada uno de los coeficientes de la matriz que conecta las dosis de los instrumentos con los objetivos de la política económica. Ejemplo: un aumento de x% en la inversión pública eleva en y% el PBI.

¿Qué ocurre en un país cuando las políticas públicas vincu­ladas con la economía están en manos de varios funcionarios y además no se conoce el valor de los coeficientes de la referida matriz, sino el signo de dichos coeficientes?

Es mucho más fácil determinar el signo que el valor de los coeficientes. Ejemplo: no es difícil imaginar un signo “+” cuando se relacionan aumentos de la cantidad de dinero y de los precios, o devaluación y aumento de los precios, pero resulta mucho más difícil estimar el valor de los referidos coeficientes. De hecho, buena parte de las discrepancias que tenemos los economistas en materia de política económica se basan en las diferencias que les asignamos (porque generalmente no los conocemos) a los valores de dichos coeficientes.

Pues bien, a las autoridades de un país que tiene que diseñar una política económica, cuando la instrumentación está descentralizada y no se conocen los valores de los coeficientes de la matriz que conecta instrumentos con objetivos, Mundell les recomienda basarla en el “Principio de la clasificación efectiva de los mercados”. Pensemos en el caso más simple: dos objetivos y otros tantos instrumentos. Si ambos instrumentos operan sobre ambos objetivos, pero no con la misma intensidad, Mundell propone que cada instrumento debe modificarse en base al objetivo sobre el cual opera con más fuerza. Una obviedad... muy importante.

Ejemplo: imaginemos en la Tesorería a un funcionario que trabaja delante de un reloj, que mide el valor de cierto objetivo de política económica (ejemplo: nivel de actividad económica), y tiene un timón, que gradúa el valor de cierto instrumento de política económica (ejemplo: nivel del gasto público). Imaginemos en el Banco Central a otro funcionario que trabaja delante de otro reloj, que mide el nivel general de los precios, y tiene otro timón, que gradúa la cantidad de dinero. Ambos instrumentos actúan sobre ambos objetivos, pero no con la misma intensidad. Aprovechando este crucial hecho, el principio de la clasificación efectiva de los mercados recomienda que cada vez que el primer reloj indique “calentamiento de la economía”, el funcionario de la Tesorería deberá girar su timón a la izquierda, reduciendo el gasto público; y cada vez que el segundo reloj indique “presiones deflacionarias”, el funcionario del Banco Central deberá girar el otro timón a la derecha, aumentando el ritmo de emisión monetaria.

Los Estados Unidos e Inglaterra son países donde nadie ostenta el “título” de ministro de Economía de la Nación. Lo mismo ocurre en la Argentina, desde el 10 de diciembre de 2015. En septiembre de 2018 Nicolás Dujovne, al frente del ministerio de Hacienda, y Luis Caputo, titular del Banco Central, tienen diferentes responsabilidades: las cuentas públicas el primero, el tipo de cambio y la tasa de inflación el segundo. ¿Funcionará el principio de la clasificación efectiva de los mercados?

Política económica para decidir en tiempos difíciles

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