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Elección pública

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“En la década de 1950, en el ambiente académico predominaba el concepto ‘pigouviano’ de las finanzas públicas, según el cual la autoridad se ocupa del ‘interés general’ o ‘del bien público’. [James Mc Gill] Buchanan centró su crítica en lo que denomina ‘la romántica creencia’ de que el Estado trata solamente de hacer un ‘bien’ vagamente definido y que, incluso, puede cumplir con todo lo que se propone. Así como la economía del bienestar pigouviana se convirtió en una teoría de las ‘fallas’ del mercado, la teoría de la elección pública se convirtió en una teoría de las ‘fallas’ del Estado. La contribución de Buchanan consistió en modificar el paradigma con el cual se analizan las relaciones de la economía y la política, y dentro mismo de la política. Su desacuerdo con las corrientes predominantes en materia de hacienda pública lo fueron llevando a integrar el campo de la economía con el de la política e incluso con la filosofía” (Bara, 1987).

“A través de su redescubrimiento de los matemáticos Condorcet, Borda, Laplace y Lewis Carroll, [Duncan] Black (1958) puede ser considerado el padre de la moderna teoría de la elección pública” (Tullock, 1987). “La teoría de la elección pública, o al menos mi versión, es una consecuencia casi natural de la absorción del mensaje de Wicksell (1896)” (Buchanan, 1992).

“Elección pública es el término que describe la aplicación del análisis de los mercados, al de las alternativas políticas” (Buchanan, en Breit y Spencer, 1995). “Si el interés propio domina a la mayoría de los seres humanos en todas sus transacciones comerciales, ¿por qué no en sus menesteres políticos? ¿Calculan los hombres con lógica y objetividad en cuestiones monetarias, pero con confusión y amor en cuestiones electorales?” (Stigler, 1971).

“En la teoría de la elección pública el votante es considerado un comprador y los políticos son considerados empresarios/administradores. Por pensar así, a Nicolás Maquiavelo se lo consideró sospechoso desde el punto de vista moral, y un mal ejemplo más que un analista profundo” (Tullock, 1987). “La gente piensa que mi trabajo es una defensa de la libertad, pero este es un resultado de mis investigaciones, no un objetivo” (Buchanan, 1987a). “Es completamente erróneo pensar que el enfoque de elección pública está ideológicamente motivado” (Buchanan en Steelman, 2004). “Si hay intercambios políticos hay mercado político. No se puede criticar a los ‘fun­damentalistas del mercado’ sin ser, al mismo tiempo, un ‘fundamentalista del mercado político’” (Bara).35

“Instituciones como los ‘mercados’ y el ‘gobierno’ no tienen funciones objetivas. Lo que en realidad sucede es que, a través de ellas, individuos o grupos de individuos logran sus objetivos personales o grupales. Si las decisiones colectivas son adoptadas por una minoría, los costos decisorios son pequeños, pero hay grandes chances de que el peso de dichas decisiones recaiga sobre la mayoría. Por el otro lado, si se requiere unanimidad, los costos decisorios son inmensos, pero nadie soporta personalmente efectos no queridos. Resolver el conflicto entre estos costos es la esencia del ‘cálculo constitucional’” (Romer, 1988).

La teoría de la elección pública no desestima por completo la intervención estatal, pero recomienda no plantear esta última en función de condiciones ideales sino en base a realidades concretas del comportamiento de los funcionarios. Estas últimas, dicho sea de paso, tienen fuerte componente local. Probablemente en Alemania, o en Suiza, yo sería más estatista que en la Argentina, dado el funcionamiento privado o estatal de las empresas de servicios públicos.

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