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Funcionarios “no angelicales”

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En las dos primeras secciones de este capítulo la política económica se planteó de manera unidireccional e interactiva, para diferenciar el caso en el cual la población reacciona de manera pasiva a las decisiones de los funcionarios, de aquel en el cual anticipa o descree dichas decisiones.

Pero en ambas secciones los funcionarios son “angelicales”, en el sentido de que guían su accionar pensando exclusivamente en el bienestar de la población. Claro que es fácil imaginar que quienes ocupan cargos públicos pueden perseguir objetivos personales, como enriquecerse vía actos de corrupción, o trabajar para su reelección. ¿Cómo se modifica el análisis cuando los funcionarios no operan como imaginamos que lo haría la Madre Teresa de Calcuta?

En este contexto “el problema de otorgarle poder al Estado, para que cree orden, mientras se lo restringe para evitar que se vuelva predatorio, es de fundamental importancia” (Greif y Kingston, 2011). “En última instancia la respuesta a la pregunta ‘¿quién nos cuida de quienes nos cuidan?’ debe ser ‘nadie’” (Dixit, 1996), tópico que Leonid Hurwicz (2008) abordó en su conferencia Nobel, titulada ¿Quién nos cuida de los cuidadores?.

A propósito de esta cuestión inventé el caso de una isla habitada por un grandote y un pequeño, en la cual el único alimento posible es el pescado. Todos los días el grandote le ordena al pequeño que se interne en el mar y pesque para ambos, mientras él se queda tomando sol en la playa. Por la tarde, cansadísimo, el pequeño regresa, el grandote le quita casi todo lo que pescó (solo le deja al pequeño lo que este necesita para no morir de hambre), y lo come. La dramática realidad se repite cotidianamente (“una situación de equilibrio”, como diría un economista).

Un día aparece un tercero, quien viendo la escena puede adoptar alguna de las siguientes acciones: 1) sugerirle al grandote que cambie su comportamiento, en el nombre de la ética o de Dios; 2) forzar al grandote a que cambie su comportamiento, en el nombre de la ley; 3) pedirle al grandote que le ordene al pequeño que pesque para los tres, y el tercero se pasa el día en la playa, tomando sol, junto al grandote. Tengo una aversión visceral contra el intervencionismo estatal, no porque no vea los problemas que crea el accionar de algunos integrantes del sector privado, sino porque mi experiencia personal, y la lectura de la historia, me muestran la frecuencia con la cual los funcionarios no pueden resistir la tentación de optar por la tercera alternativa. Cuando se le encarga a un ser humano que, en rol de funcionario, solucione “el problema de la vivienda”, lo primero que hace –¿quién debería esperar algo diferente?– es solucionar el problema de su vivienda, el de sus parientes y amigos, y si luego queda algo...

Sartori (1993) planteó esta cuestión a lo largo de la historia. En sus palabras: “Con la universalización del sufragio, la fórmula no taxation without representation (solo pueden votar los impuestos los contribuyentes), instituida por la Gloriosa Revolución inglesa de 1688, se transforma en la fórmula more taxation via representation. Porque también se convirtieron en electores los que poseen poco o nada, y no pagan nada. Así, el representante que frena el gasto porque representa a los contribuyentes fue sustituido poco a poco por el representante que aumenta el gasto porque representa a los beneficiarios”.31

Esta sección analiza la cuestión del ciclo económico de raíz política, la cuestión de las fallas de los mercados, versus las fallas de los gobiernos, la Teoría de la Dependencia, el costo que tiene para una sociedad que algunos de sus integrantes busquen rentas modificando en su favor aspectos de la política económica, y analiza el caso de la economía de la regulación.

Política económica para decidir en tiempos difíciles

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