Читать книгу Protocolo para la organización de actos oficiales y empresariales. - Juan de Dios Orozco López - Страница 22

5.1. Las características del protocolo oficial, empresarial y social

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La principal característica del protocolo oficial es su rigidez. El protocolo oficial se rige por normas legales que no pueden ser modificadas o interpretadas libremente. El protocolo oficial tiene por objeto poner orden entre los lugares que ocupan los cargos públicos en actos públicos, y esta circunstancia es inamovible. El protocolo oficial es, en este sentido, rígido.

En multitud de ocasiones he manifestado que en el protocolo oficial no existe, en mi opinión, la flexibilidad. Se puede ser flexible y creativo en la arquitectura de interiores, en la redacción de un discurso o en la elección y distribución de flores. Pero eso no es hacer protocolo oficial. Protocolo oficial es igual a determinación del “quién va antes de quién” o “quién va detrás de quién” a lo que se pueden sumar unos mínimos detalles contextuales que elaboren, orienten o refuercen un siempre predeterminado mensaje. La creatividad en protocolo oficial disminuye proporcionalmente con el grado de amplitud normativa que exista. A mayor detalle en la norma, mayor rigidez.

Poco se puede añadir con la imaginación de un responsable de protocolo a un acto oficial que no distorsione la verdadera misión del protocolo oficial: disponer las personas en el poder político tal y como la voluntad popular ha determinado y distribuir los símbolos conforme estipula la ley.

No puedo imaginar a ningún responsable de protocolo oficial que, en busca de la creatividad, coloque a un director general antes que a su ministro. Las precedencias son las que son y no admiten discusión o interpretación. Pero aun admitiendo que el protocolo oficial es rígido, en numerosas ocasiones se hace verdadera ingeniería para que, bordeando el límite de lo establecido por las precedencias oficiales, los que son más importantes en el momento ocupen los puestos más vistosos.

Por lo que respecta al protocolo de empresa, sí se puede ser absolutamente creativo, por la flexibilidad de todo orden que permite la organización de actos en este ámbito. Solo habría que decir que hoy preside el acto el director de marketing y mañana lo hará el subdirector de I+D, simplemente porque conviene así a los intereses empresariales.

A los empresarios no les interesa absolutamente nada lo que diga la norma oficial. Ellos entienden que el protocolo empresarial es la suma de “saber ser y estar”, técnicas de marketing y astucia en comunicación. Solo hablan de protocolo si ello es rentable en términos económicos, refuerza su imagen ante su público, posiciona su marca o aumenta sus posibilidades para hacer mejores negocios. Su pregunta recurrente es “¿Me sirve?”. Si la respuesta es “no”, ya se puede imaginar dónde irá a parar el protocolo.


Por la razón anterior es por la que muchos consultores se equivocan cuando pretenden hablar a un grupo de empresarios de ordenación de banderas y establecimiento de precedencias. Para la empresa, nada de esto es rentable. El protocolo, así explicado, para un empresario, no tiene ningún valor.

En lo que se refiere al protocolo social, cabe destacar que los modos de proceder públicos son fácilmente imitables, al menos en sus aspectos más visibles. Tener éxito en ambientes sociales exigentes o en culturas diferentes a la propia exige –además de un profundo conocimiento de usos y costumbres– respeto y adaptación a nuevas circunstancias y a diferentes formas de actuación pública. Aculturación y adaptación al cambio y a nuevas perspectivas culturales van de la mano.

Como conclusión, deberemos destacar que, por encima de espacios de aplicación y personas a las que puedan afectar, el protocolo es norma de obligado cumplimiento o de libre asunción pero, al fin y al cabo, norma.


Protocolo para la organización de actos oficiales y empresariales.

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