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LA EXPERIENCIA ULTRAÍSTA-CREACIONISTA
ОглавлениеLa postura de Larrea frente a la primera muestra de la vanguardia nacional resulta clara: aprecia la ruptura con el pasado y con la tradición modernista aún vigente, pero no se identifica con sus logros estridentes y efímeros. Él anhela un cambio profundo y radical que satisfaga unas ansias de renovación que ya se orientan hacia la conquista de un ultramundo visionario cercano al vaticinado por el surrealismo. Es curioso ver cómo Guillermo de Torre, interesado durante su polémica contra Huidobro por disminuir la influencia del chileno en los jóvenes españoles, separa la experiencia vanguardista de Larrea del ismo huidobriano, proyectándola ya a partir de 1929 en el ámbito de la escritura automática. Escribe el teórico del ultraísmo: «En cualquier caso, tanto el conocimiento como el influjo de Huidobro quedaron diluidos, como uno más, entre otros que planeaban al comienzo del decenio de 1920. De hecho, solamente y en sus comienzos se declararon deudores de la lección huidobriana dos poetas surgidos con el ultraísmo: Juan Larrea y Gerardo Diego, mas con las circunstancias de que el primero muy pronto derivó sus preferencias hacia el superrealismo —sobre el cual había de escribir uno de los análisis críticos más penetrantes»4 (naturalmente, se refiere al ensayo El surrealismo entre viejo y nuevo mundo).
En España, durante 1919, Larrea colabora intensamente en las revistas ultraístas Grecia y Cervantes, donde publica respectivamente doce y tres poemas gracias a la intervención de Diego. En fechas posteriores otras contribuciones aparecen en el número monográfico sobre Góngora de Litoral (5-6-7, octubre de 1927), y, siempre auspiciado por Diego, participa en todos los números de Carmen. Ya desde finales de 1919, cuando publica sus poemas en las citadas revistas (y me refiero a «Evasión», «Fórmulas», «Esfinge», «Estanque», «SED», «Diluvio» y «Otoño»), queda clara la vertiente creacionista aun dentro de la estética ultraísta, interesada esta únicamente en la utilización de motivos y lenguaje técnicos derivados del futurismo, de dadá, pero completamente libre de cualquier teoría e imposición. Así lo aprecia un neófito del ismo nacional, José Rivas Panedas, en su artículo «Protesta en nombre de Ultra», aparecido en Cervantes (septiembre de 1919, pág. 145), en el que escribe: «El creacionismo es algo bien concreto, al menos una cosa muy concreta al lado de nuestra Ultra, que no nos cansaremos de repetir que no es un dogma ni un modo. El creacionismo sí». Ambos componentes coexisten en la primera experiencia poética de Larrea, aunque poco a poco, y totalmente absorbido por la figura y el magisterio de Huidobro, el bilbaíno se siente más próximo al mundo misterioso de la imagen creacionista y la videncia que encierra la palabra poética. Pero es interesante observar cómo con la distancia de los años nuestro autor, en la carta que remitió el 17 de octubre de 1975 al crítico Robert Gurney, quien le había enviado un estudio sobre su obra, reafirmaba la fe ultraísta.