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Carga interna en baloncesto.

Variables analíticas

J. Calleja (1), J. Lekue (2), X. Leibar (2), y N. Terrados (3).

(1) Departamento de Alto Rendimiento. Instituto Vasco de Educación Física.

(2) Centro de Perfeccionamiento Técnico. Dirección de Deportes. Gobierno Vasco.

(3) Unidad Regional de Medicina Deportiva del Principado de Asturias. Fundación Deportiva Avilés. Departamento de Biología funcional de la Universidad de Oviedo.

1. INTRODUCCIÓN

La evaluación del estrés interno que genera la carga de trabajo en deportistas ha sido un tema estudiado durante los últimos años por autores de reconocido prestigio (Urhausen, 1992; Viru, 1995). A pesar de ello, existe una gran dificultad para determinar con precisión los parámetros más importantes para controlar el entrenamiento, de una manera simple y eficaz. La necesidad de optimizar el entrenamiento a partir del control de las cargas en un deporte de conjunto como es el baloncesto necesita estudios científicos para establecer criterios más precisos.

Este breve capítulo de revisión detalla algunas de las variables de interés para conocer el impacto que genera la competición en jugadores de baloncesto y que algunos expertos han intentado desarrollar (Rotemberg et al. 1988, Cuzzolin et al. 1992, Hoffman et al. 1999a). Estas variables son: hormonas, enzimas musculares, metabolitos, iones y aminoácidos.

2. HORMONAS

Las respuestas hormonales son esenciales para la regulación de la homeostasis y la activación de los mecanismos generales de adaptación (Viru, 1995). Durante la actividad física, las hormonas tienen una función importante para movilizar los depósitos energéticos, proteicos y el control hemostático (Viru, 1995).

Las fluctuaciones de estos parámetros durante el ejercicio han sido objeto de estudio por parte de muchos investigadores (Hoffman et al. (1999b), Viru, 1995) que desarrollan sus experimentos en el ámbito del deporte. Sin embargo, muy pocos trabajos evalúan la respuesta hormonal al ejercicio en baloncesto y más concretamente durante el transcurso de la competición.

En un estudio realizado por Cuzzolin et al. (1992), los autores concluyeron que durante la competición un porcentaje muy elevado de los jugadores presentan valores elevados de aldosterona. Los mismos autores proponen que el incremento de esta hormona produce diversos cambios a nivel cardiovascular.


Figura 2.1. Fluctuaciones del cortisol en un grupo de jugadores júnior de baloncesto del SIGLO XXI-FEB y CPT-G Vasco (Lekue, Calleja, Leibar, Terrados, datos no publicados).

Hoffman et al. (1999b) no encontraron cambios significativos en las concentraciones de testosterona, hormona luteneizante, hormonas tiroideas, triyodotironina y tiroxina libre, finalizado un período de 4 semanas de entrenamiento intensivo con jugadores senior de baloncesto de la selección absoluta israelí.

Sin embargo, en el mismo estudio el cortisol (CR) sí experimentó modificaciones entre la primera semana de entrenamiento (T1) (260±91 mmol/l) y la cuarta (T4) (457±99 mmol/l).


Figura 2.2. Fluctuaciones del Siglo XXI-FEB y CPT-G Vasco (T) en un grupo de jugadores junior de baloncesto (Lekue, Calleja, Leibar, Terrados, datos no publicados).

En una investigación presentada recientemente, Seco et al. (2003) realizaron un seguimiento de CR y ACTH (hormona adrenocorticotropa) durante toda la temporada de un equipo profesional de baloncesto de la liga ACB. Los autores concluyeron que a medida que avanzaba la temporada las tasas de CR descendían. Sin embargo la ACTH experimentó un pico previo al inicio de la fase final de los play-off.

Buyukyazi et al. (2003) han publicado un estudio que comparaba la modificación de la GH (hormona de crecimiento) y del CR en un grupo de 33 jugadores de baloncesto junior que realizaron dos tipos de entrenamiento durante 8 semanas: grupo A (trabajo aeróbico extensivo) y grupo B (trabajo interválico). La GH se incrementó en ambos grupos finalizado el período de trabajo; sin embargo, el CR sólo se modificó de forma significativa en el grupo de trabajo interválico. Los firmantes del trabajo concluyeron que tras un período de trabajo interválico de 8 semanas se observó un incremento significativo de ambas hormonas en suero.

La modificación de valores hormonales en sangre ligadas al ejercicio no está suficientemente estudiada en baloncesto para establecer conclusiones a partir de los datos publicados hasta el momento.

3. ENZIMAS MUSCULARES

Kuipers et al. (1994) discutieron acerca de los parámetros para monitorizar las cargas de entrenamiento y su relación con la recuperación. Entre las variables propuestas estaban las enzimas musculares en sangre CPK (creatinfosfocinasa), LDH (lactatodeshidrogenasa) y PK (fosfofructocinasa). Como respuesta al entrenamiento se produce una adaptación a nivel proteico que queda reflejada por el aumento de la concentración de enzimas implicadas en los mecanismos de obtención energética. Algunos científicos, Alpert (1965), Thorstensson et al. (1975), han observado incrementos significativos de la actividad de la CPK finalizado el entrenamiento de tipo anaeróbico. A pesar de ello, otros autores, como Jacobs et al. (1987), Cadefau et al. (1998), no describen dichos cambios como respuesta al entrenamiento de este tipo. La sensibilidad de la enzima CPK (isoenzima III) al ejercicio anaeróbico no está clara de momento en baloncesto.

Hoffman et al. (1999b) no observaron modificaciones significativas en las concentraciones de CPK tras 4 semanas de entrenamiento intensivo, ni durante la duración de las mismas, en un estudio realizado con un grupo de jugadores de elite de la selección israelí.

En otra investigación presentada por Kostopoulos et al. (2004) se analizó el comportamiento fisiológico de la CPK, entre otras enzimas, en un grupo de 48 sujetos voluntarios que no jugaban regularmente a baloncesto. Finalizado un ejercicio que simulaba una situación de competición, los valores de CPK se incrementaron de forma significativa (p<0,05) inmediatamente después del ejercicio y durante los siguientes 4 días después de finalizado el mismo.

Muy pocas investigaciones científicas se han publicado en las que se valore la intensidad de carga a partir de concentración enzimática en sangre con jugadores de baloncesto y aún menos con deportistas en categorías de formación, ya que los jóvenes tienen una baja capacidad glucolítica como consecuencia de una baja actividad enzimática (Erikkson et al. 1972).

En un trabajo no publicado realizado por nuestro grupo (Calleja et al. 2004) en el CPT de Fadura-Getxo se evaluó la respuesta de la CPK en un grupo de jugadores internacionales júnior en régimen de concentración permanente, durante dos ciclos clásicos de impacto y recuperación. Al finalizar el estudio no se observaron diferencias significativas en los valores medios de CPK entre ambos ciclos de trabajo.

Otro experimento del mismo grupo en 2004 analizó las modificaciones de la CPK, en un grupo selectivo de jugadores internacionales júnior durante la propia competición. Antes de los partidos, inmediatamente finalizados y 48 después se realizó una toma de CPK, entre otras variables.


Figura 2.3. Relación entre la media de CPK (U/l) y tendencia en ambos microciclos (I/R). NS: (Calleja, Lekue, Leibar, Terrados. Datos no publicados).

Los datos obtenidos presentan diferencias significativas entre los valores antes e inmediatamente después de la competición (p<0,01) modificándose (813,05±313,07 frente a 1107.31±343.18), así como diferencias significativas entre los valores tras el partido (p<0,05) (1107,31±343,18) frente a 48 después (511,57±185,36). No hubo diferencias entre los valores posteriores al partido y los analizados 48 después del mismo.

La CPK en sangre se relaciona con el daño y la destrucción muscular (Hellsten-Westing et al., 1991) además de ser un posible marcador de sobretrenamiento (Hakkinnen et al. 1988, Kuipers et al. 1994).


Figura 2.4. CPK (U/L). Diferencias antes, después y 48 horas después partido. (Calleja, Lekue, Leibar, Terrados. Datos no publicados). N = 9; *P <0,05; ** P <0,01

Ha sido una de las proteínas más analizadas, dada la alta correlación observada entre la lesión muscular (Bobbert et al. 1986) y la variación en el contenido plasmático (Rodeburg et al. 1993). En nuestra investigación pudimos observar diferencias significativas de los valores antes del partido a los obtenidos inmediatamente finalizado el mismo. En todos los puestos hemos encontrado diferencias altamente significativas en los valores de CPK plasmática. Por tanto, estos datos pueden ser un indicador de que el baloncesto por sus modelos de contracción muscular utilizados durante el juego, se acompaña de una liberación en sangre de forma significativa de los valores de CPK-Is3, especialmente en régimen excéntrico (Byrnes et al. 1986, Clarkson et al. 1992). Otras publicaciones (Pilis et al. 1988) comunicaron un ligero aumento significativo de las concentraciones plasmáticas de CPK en los primeros minutos de recuperación de un ejercicio de 15 s a la máxima intensidad. En nuestra investigación con jugadores jóvenes de baloncesto hemos podido constatar valores superiores a 1.107 U/l. A partir de las 300 U/l se ha de pensar en una permeabilidad celular no normal y, con ello, en cambios estructurales, debiendo reducir la carga de entrenamiento (Zintl, 1991), lo que podemos interpretar como el reflejo de liberación de proteínas contractiles musculares del músculo a la sangre (Hellsten-Westing et al., 1991). No hemos encontrado otros experimentos que evalúen las modificaciones de este parámetro durante la competición en jugadores con estas edades, aunque otros estudios como el presentado por (Hoffman et al., 1999b) con jugadores de la selección senior de Israel no observaron cambios significativos en las concentraciones de CPK, finalizadas 4 semanas de entrenamiento intensivo ni durante ese período.

En una interesante investigación publicada, Stalnacke et al. (2003) evaluaron los cambios de NSE (enolasa) durante un partido de baloncesto en un grupo de 18 jugadores. Los autores concluyeron que no había diferencias significativas en los valores de NSE antes e inmediatamente después del partido.

A pesar de ello, observaron una correlación significativa entre los valores de NSE y la acción del salto. Respecto a la LDH, como enzima biocatalizadora en el mecanismo de producción de lactato, algunos autores, como Linnossier et al. (1993), han descrito incrementos de concentración después de entrenamientos de corta duración e intensidad. En cualquier caso, Thorstensson et al. (1975) no describen tales cambios.

En nuestro reciente estudio con la misma población de internacionales júnior observamos un incremento significativo de la LDH de los valores antes del partido respecto a los datos obtenidos inmediatamente finalizado el mismo (781,80±3.032,94 frente a 1.248,26±779,73 r = 0,460; p <0,05), con el mismo grupo de jugadores de baloncesto.

No hubo diferencias significativas entre los datos del inicio y los obtenidos 48 después.

Podemos concluir que en nuestro trabajo la LDH ha sido sensible a la actividad desarrollada durante el partido. Rotenberg et al. (1988) también encontraron diferencias significativas en las medias de valores de LDH antes de la competición con respecto a los valores después de los partidos en un grupo de jugadores de elite de collegue.


Figura 2.5. LDH (U/L). Diferencias antes, después y 48 horas después del partido. (Calleja, Lekue, Leibar, Terrados. Datos no publicados). N = 9; * P <0,05.


Figura 2.6. Recogida de micromuestra en el lóbulo de la oreja. Jugador del Siglo XXI-FEB, CPT-G Vasco.

4. METABOLITOS

La urea (U) (fórmula química: CH4N2O) es un producto final del metabolismo proteico. Se describe un incremento significativo de los niveles de U sanguínea finalizado el ejercicio a intensidad relativamente baja (Matsin et al., 1997). Por ello, la concentración de U en plasma sanguíneo se ha utilizado frecuentemente como un indicador para la monitorización del entrenamiento (Urhausen y Kindermann, 1992). Numerosos estudios han correlacionado los niveles de U sanguínea postejercicio y la carga externa de trabajo realizado (Haralambie et al., 1982, Urhausen y Kindermann, 1992).

Hay un trabajo sobre baloncesto que analiza la respuesta de la (U) al modelo de ejercicio practicado. Hoffman et al., (1999b) no observaron cambios significativos en las concentraciones tras 4 semanas de entrenamiento intensivo, ni durante las mismas con la Selección Nacional Israelí absoluta.

Nuestro grupo de investigación también analizó este metabolito del metabolismo proteico, con los deportistas anteriormente citados. Un incremento acelerado de este parámetro puede ser indicador de una situación catabólica (Lehmann et al., 1991). En nuestro análisis, los valores de U se incrementaron de forma significativa tras el partido con respecto a los valores antes del mismo (p<0,01)

En el análisis por puestos sólo los bases presenta diferencias significativas (r = 0,907; p <0,01). En el puesto de alero y pívot no encontramos diferencias significativas. En contraste con otro trabajo presentado por Hoffman et al. (1999b), no observaron cambios significativos en las concentraciones de U tras 4 semanas de entrenamiento intensivo, ni durante las mismas.

5. IONES

Los iones son elementos cruciales en el proceso de las reacciones químicas producidas en el organismo. Una adecuada síntesis de Na (sodio) y K (potasio) es necesaria para mantener un correcto funcionamiento de la bomba sodio-potasio (Viru, 1995). Por otro lado, el Ca (calcio), además de ser el principal componente estructural del tejido óseo, desempeña un papel determinante en el proceso de contracción y relajación muscular esquelético. Déficits de estos minerales traza suponen descensos significativos de la capacidad de rendimiento del deportista durante el modelo de ejercicio practicado en baloncesto. La eliminación de importantes cantidades de sudor reduce las reservas corporales de estos electrólitos (Terrados y Maughan, 1995); si además la practica deportiva en competición se produce en situaciones especiales de temperatura ambiental y humedad, como frecuentemente se dan en esta modalidad deportiva, este problema se acentúa.

Se han publicado muy pocos estudios sobre baloncesto que evalúen estos parámetros.

En un trabajo realizado por Cuzzolin et al. (1992) no se encontraron diferencias significativas en los iones (Na, K y Ca) durante ni después de la competición.

Por otro lado, Bolonchuk et al. (1991) observaron incrementos significativos de cobre (Cu) y cinc (Zn) después de una sesión de entrenamiento con un grupo de jugadores de baloncesto universitarios.

Uno de nuestros últimos análisis en baloncesto, evaluó las modificaciones de iones cloro (Cl), Na y K antes, inmediatamente después y 48 horas tras el partido, durante el transcurso de dos encuentros de competición oficial en baloncesto en un selectivo grupo de jugadores internacionales de categoría júnior.

Los resultados de este estudio muestran que los valores de K tras el partido se modificaron significativamente al finalizar el mismo (p <0,05) respecto a los valores K anteriores al partido. Por otro lado, no se aprecian cambios significativos en las concentraciones de Cl y Na entre los valores de antes y después, así como los de 48 horas después (figura 2.7).

Estos datos no coinciden con otros trabajos previamente publicados por otros investigadores, los cuales no encontraron diferencias significativas en las concentraciones de (K), ni durante, ni después de la competición en jugadores de baloncesto (Cuzzolin et al. 1992). Sin embargo, Gibson y Edwards (1992), aseveran como factor limitante del rendimiento en competición la acumulación del ión K, a nivel extra-celular, lo que produciría efectos negativos sobre la conducción del potencial de acción a lo largo del sarcolema y de túbulos transversales, siendo este el motivo que afecta a la liberación del ión Ca (Shepard, 1992).


Figura 2.7. Diferencias antes, después y 48 horas tras el partido de las concentraciones de K (mEq/l). (Calleja, Lekue, Leibar, Terrados, 2005). N = 9; p <0,05.

6. AMINOÁCIDOS

Entre los metabolitos de origen proteico, algunos aminoácidos trabajan como inductores en la síntesis proteica de adaptación en el músculo esquelético (Fulks et al., 1975., Hedden et al., 1982). Además, los denominados de cadena ramificada (BCAA) (leucina, valina e isoleucina principalmente) participan en el metabolismo energético.

En un proyecto realizado por Ricciardi et al. (1991), en el cual se analizó el metabolismo de los aminoácidos antes y después de la competición, se obtuvieron datos que reflejaban que la mayoría de ellos aumentaban (especialmente alanina, prolina y taurina) en más de un 70 %. El mismo estudio refiere que también aumenta la concentración de aminoácidos aromáticos (tirosina, fenilalanina) a la vez que los ramificados (valina y leucina), mientras que la isoleucina disminuye.

Dicha modificación podría ser motivo, según afirmaron los autores, del mal funcionamiento de los neurotransmisores nerviosos, lo que provocaría fatiga por aumento de la 5-hidroxitriptamina (Barbany, 1990).

Con ello, los autores proponen que la variación hemática de los aminoácidos anteriormente citados podría ser causa de fatiga, con el consiguiente descenso del rendimiento.

Schroder et al. (2000) realizaron un estudio de intervención con un grupo de jugadores de la liga ACB. Durante 32 días en una temporada regular, un grupo de jugadores recibieron una suplementación con 600 mg de alfatocoferol; 1.0000 mg de vitamina C y 32 mg de betacaroteno. Un segundo grupo recibió un placebo. Todas las concentraciones de los antioxidantes fueron analizadas antes y después del tratamiento. Los especialistas concluyeron que la administración de vitaminas antioxidantes mixtas produjo un descenso del estrés oxidativo en el grupo de deportistas estudiados.

El mismo grupo de trabajo de Schroder et al. (2004) analizó los efectos de la ingesta de monohidrato de creatina durante tres temporadas en un grupo de jugadores profesionales de la ACB de baloncesto. Los resultados demostraron que la ingesta de esta ayuda ergogénica durante un largo periodo no alteró de forma significativa las variables estudiadas relacionadas con los parámetros de salud.

7. OTRAS VARIABLES RELACIONADAS CON LA CARGA INTERNA EN BALONCESTO

En el año 2004, Dubnov y Constantini estudiaron la depleción de los depósitos de hierro (Fe) en un grupo de 103 jugadores internacionales de diferentes categorías. Se contabilizaron diversas variables relacionadas con el metabolismo del Fe (ferritina y saturación de transferrina).

Los resultados mostraron que un 22% del grupo estudiado padecía depleción en sus depósitos de Fe. En un 25 % de los mismos se observó posteriormente la aparición de anemia. Los autores recomiendan un análisis de esta variable en este tipo de deportistas de forma regular.

8. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

De la misma forma que otros deportes están en proceso de evaluación, el baloncesto requiere investigaciones sobre el comportamiento hormonal con más precisión, especialmente de aquellos parámetros que nos orienten sobre la relación anabolismo-catabolismo.

9. SÍNTESIS DE IDEAS FUNDAMENTALES

La escasa documentación científica de la que disponemos presenta datos contradictorios, lo cual no nos permite establecer conclusiones prácticas que nos ayude a optimizar las cargas de entrenamiento. La modificación de valores hormonales en sangre ligadas al ejercicio no está suficientemente estudiada en baloncesto como para establecer conclusiones a partir de los datos publicados hasta el momento. Igualmente aquellas enzimas que se ven alteradas por los modelos de contracción realizada en baloncesto no presentan un patrón común, especialmente la CPK. De la misma forma, algunos iones como el K sí experimentan disminuciones significativas. También se han estudiado algunos parámetros como el Fe o determinados tipos de aminoácidos, aunque la población de estudio utilizada no era suficiente. Por lo tanto, es necesario cotejar estos datos con deportistas de alto nivel para poder obtener alguna conclusión más precisa que permita establecer orientaciones prácticas de entrenamiento.

10. BIBLIOGAFÍA CITADA

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