Читать книгу Fisiología, entrenamiento y medicina del baloncesto (Bicolor) - Julio Calleja González - Страница 14

Оглавление

5

Valoración de la capacidad aeróbica en baloncesto

J. Calleja (1), J. del Campo (2), A. Lorenzo (3), N. Terrados (4)

(1) Federación Española de Baloncesto. Siglo XXI. Centro de perfeccionamiento técnico. Dirección de deportes del Gobierno Vasco.

(2) Real Madrid Club. Sección de Baloncesto. Universidad Autónoma de Madrid.

(3) Estudiantes club de baloncesto. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Universidad Politécnica de Madrid.

(4) Unidad Regional de Medicina del deporte. Fundación Deportiva Avilés. Departamento de Biología funcional. Universidad de Oviedo.

1. INTRODUCCIÓN

Los primeros pasos en la valoración de la capacidad aeróbica en el ser humano se desarrollaron a principios del siglo pasado por científicos del reconocido centro de investigación internacional August Krog. El concepto de “deuda de oxígeno”, definido por Krogh y Lin-hard (1990), y la definición de “máximo consumo de oxígeno”, estudiado por Hill en 1923, fueron los primeros pasos del análisis de la valoración funcional durante el ejercicio en este régimen energético.

Los primeros trabajos que valoraban el potencial aeróbico en sujetos entrenados datan del año 1938 por Robinson. Con el paso del tiempo, la metodología de investigación ha mejorado sustancialmente, y el estudio de la capacidad aeróbica en deportistas y su posterior aplicación al entrenamiento (Åstrand y Rodahl, 1986; Lamb, 1978; Platonov, 1991; Billat, 1994) es un tema ampliamente abordado en la literatura científica.

Sin embargo, en deportes de conjunto, a pesar de que algunos autores (Bangsbo et al., 1998; Reilly et al., 1990; Terrados et al., 1995), han aportado datos sobre variables relacionadas con el potencial aeróbico del deportista, parece evidente la necesidad de realizar más estudios que nos permitan vislumbrar con mas precisión este tipo de cuestiones, dado que este modelo intermitente de actividad deportiva y más concretamente el baloncesto presentan algunas dificultades en su análisis:

•El baloncesto es un deporte de equipo poco conocido fisiológicamente.

•El rendimiento final del juego depende directamente de un elevado número de variables con diferente orientación.

•Existen una serie de aspectos prioritarios en la resolución de la competición de carácter técnico-táctico.

•Hay una gran flexibilidad en la planificación antes los innumerables factores que la modifican (lesiones, viajes, resultados).

•Suele haber falta de continuidad en el entrenamiento.

•Se carece de tiempo real en el desarrollo de los contenidos.

•Hay diferencias significativas en las acciones realizadas en los diferentes puestos.

Por ello, existe la necesidad de un control más riguroso del proceso de entrenamiento en momentos concretos del año, durante la temporada y a lo largo de su trayectoria deportiva.

2. VALORACIÓN DE LA CAPACIDAD AERÓBICA

Muchas son las valoraciones que con el empleo de un instrumental adecuado pueden servir para analizar distintos parámetros fisiológicos relacionados con la resistencia y como consecuencia con la capacidad aeróbica.

Especialmente en los últimos años han surgido diferentes propuestas de test específicos para los deportes de equipo intermitentes, como puede ser el Yo-Yo Test (consiste en la repetición de 2 x 20 m, incrementando la velocidad progresivamente y descansando entre cada repetición 10 s), el test de intensidad progresivo en campo, el test de esprín de (Bangsbo 1998). Sin embargo, cuando se dispone de menos medios o de poco tiempo, es necesario elegir otras más sencillas, aunque no por ello menos válidas y operativas, que nos permitan valorar el nivel de la capacidad física elegida y obtener información que nos sea útil para programar los entrenamientos.

Inicialmente el control de carga de trabajo en deportes de equipo se puede expresar bajo dos vertientes claramente diferenciadas:

•Valoración del estado inicial del deportista mediante un test de campo y/o laboratorio.

•Valoración de la carga de trabajo en entrenamiento y/o competición mediante un test de campo.

Actualmente, cada vez existen menos diferencias entre los test de laboratorio y campo, siendo no excluyente la utilización de ambos en la valoración de los deportistas siguiendo los criterios de: estandarización, especificidad, fiabilidad, validez y repetitibilidad (Pérez-Landaluce et al., 1998; Fernández-García et al., 2000).

Por un lado, el test de laboratorio nos permite evaluar con precisión la carga de trabajo estandarizando el protocolo de actuación siguiendo los criterios anteriormente expuestos, habitualmente realizados en condiciones ideales además de fácilmente controlables y contrastables.

A pesar de ello, este modelo no responde a la actividad desarrollada por el jugador de baloncesto en la pista, ante la imposibilidad de reproducir con exactitud las acciones del juego en el laboratorio.

En consecuencia, durante los últimos años se han desarrollado propuestas para estandarizar protocolos en campo que aporten información útil al entrenador sobre el estado del jugador, así como el nivel de carga de las sesiones de entrenamiento (Godik et al., 1993).

El test de campo debe cumplir los criterios de validez y repetitibilidad imprescindibles para que un test sea utilizable, además de permitir la evaluación de deportes complejos y difíciles de realizar en el laboratorio (Terrados, 1991).

Los objetivos que presentan los test de campo en baloncesto para valorar las componentes de metabolismo aeróbico se pueden resumir en:

•Valoración global de la aptitud aeróbica del jugador.

•Valoración de una manifestación de la resistencia específica del jugador.

Los test de campo en baloncesto para evaluar esta capacidad concreta se clasifican en:

•Pruebas genéricas para valorar la capacidad aeróbica.

•Pruebas específicas para valorar la potencia aeróbica máxima.

•Pruebas para valorar la resistencia aeróbica y determinación del umbral anaeróbico individual (IAT), basándose en la relación FC-velocidad y LA-velocidad.

3. VALORACIÓN DEL METABOLISMO AERÓBICO EN BALONCESTO

Desde que en el año 1977 Klissouras y colaboradores llegaron a conclusiones definitivas sobre el potencial hereditario con relación al O2 máx, se han desarrollado muchos estudios científicos para determinar con precisión los valores de O2 máx en jugadores de nivel en baloncesto, los cuales se sitúan en torno a 55 ml/kg/min (Åstrand y Rodahl, 1986; Parnat et al., 1975), con ergómetros no específicos, aunque no es un parámetro que deba ser empleado para seleccionar a talentos deportivos en este deporte.

La mayoría de investigaciones que aportan datos sobre el O2 máx absoluto y/o relativo en jugadores/as de baloncesto son producto de pruebas realizadas en laboratorio en diferentes ergómetros (tapiz rodante, cicloergómetro), ofreciendo una vez más datos de referencia indirectos, en un deporte con requerimientos motrices elevados, pero moderadamente intensos a intervalos. Si consideramos el O2 máx, como el principal indicador de las posibilidades energéticas en esfuerzos de elevada intensidad y duración prolongada, comparando dichos resultados con otro tipo de poblaciones observamos que el jugador de baloncesto presenta valores inferiores a otros atletas de nivel de otras especialidades (nadadores, remeros o atletas de maratón), que pueden alcanzar niveles superiores a 85 ml/kg/min. Aunque si los comparamos con otros deportes de conjunto como el voley-ball, fútbol o balonmano, presenta valores muy parecidos, oscilando entre 50 y 60 ml/kg/min (tabla 5.1).

Tabla 5.1. Valores de O2 máx en diferentes deportes de conjunto (Neumann y Schüler, 1989 citado por Shepard, 1992).

ESPECIALIDADVALORES DE O2 máx (ml/kg/min)
FÚTBOL50-57
BALONMANO55-60
HOCKEY HIELO55-60
VOLEIBOL55-60

Además del valorar el O2 máx de deportistas mediante ergometría en laboratorio, algunos estudios también han definido otros datos que sin ser de interés para los entrenadores de baloncesto también nos pueden orientar sobre las modificaciones de este parámetro durante el juego. Igualmente, el porcentaje medio que se desarrolla en juego, existiendo una correspondencia no exacta, se situá en torno 70% del O2 máx.

A pesar de que el potencial anaeróbico parece determinante en el rendimiento en baloncesto, también parece de interés la valoración de otro tipo de variables metabólicas. Por ello, diversos científicos han utilizado el déficit máximo acumulado de oxígeno (DMAO) como indicador de la potencia anaeróbica con dos pruebas, una incremental clásica y otra complementaria a fase estable, en torno al 110% del O2 máx. Los resultados de estos estudios han demostrado una relación inversa entre el DMAO, la producción máxima de lactato y el tiempo de trabajo en condiciones anaeróbicas.

Tabla 5.2. Relación aproximada entre la FC y O2 máx. (McArdle et al., 2004).

% FC máx% O2 máx
5028
6042
7056
8070
9083
100100

En un estudio realizado por Colli y Faina en 1985 se observó que en solo un 1,5-2,2% del tiempo total de competición se alcanzan valores pico de O2 máx.

En un trabajo posterior desarrollado por Sanchís y colaboradores (1996), con un grupo de 25 jugadores de baloncesto de 1a y 2a división, se analizó el O2 máx en el punto de compensación respiratoria (O2 máx - UCR), pudiéndose utilizar como criterio específico en cada puesto de juego sobre el que decidir el tipo de entrenamiento aeróbico adecuado para cada jugador.

Por otra parte, el umbral aeróbico se encuentra alrededor del 75% del O2 máx, 77,6%, siendo las diferencias debidas a la metodología de medición. Apostolidis y colaboradores (2003) han utilizado la metodología V-Slope, considerada la más fiable para la determinación del umbral ventilatorio primero (VT1).

Rodríguez Alonso y colaboradores, en 1998, desarrollaron un estudio con dos grupos de jugadoras de baloncesto de 1a división de categoría senior (>17 años) y de categoría júnior (<17 años). El dato más relevante obtenido en la investigación definió que los valores de O2 máx son diferentes (p <0,05) entre el base y el pívot (base=48,6 + 4,7, pívot= 40,6 + 2,1 (ml/kg/min).

Finalmente parece demostrado que el O2 máx evoluciona a lo largo de una temporada de forma no significativa. Tavino et al. (1995) comprobaron que el O2 máx era ligeramente elevado en la pretemporada respecto a otros dos momentos de la misma Verma et al. (1978), Hakkinen (1993), Cabrera et al. (1977) no observaron diferencias significativas en el O2 máx antes y después de 5 semanas de entrenamiento.

Pocos estudios han abordado el O2 máx en función del puesto que ocupa en el equipo, siendo los bases los que mayores valores alcanzan.

A continuación se muestra una revisión de los valores obtenidos en los diferentes estudios en relación con el O2 máx, por puestos en jugadores de baloncesto (tabla 5.3).

De la misma forma, también podemos clasificar los valores del O2 máx obtenidos en diferentes estudios en función del sexo (tablas 5.4 y 5.5) para valores masculinos y femeninos, respectivamente).

Tabla 5.3. Valores de O2 máx en diferentes estudios en función del puesto.


Tabla 5.4. Valores de O2 máx en jugadores de baloncesto.


Tabla 5.5. Distribución del esfuerzo por cuartos para un alero (Laroche et al. 2002).


Con relación al O2 máx en jugadores de baloncesto adolescentes, recientes estudios de Petrovic et al. (2001) observaron que los jugadores de la selección yugoslava en categoría cadete (15,78±0,43 años), actual campeona de Europa, presentaba unos valores de 43,43±8,82 ml/kg/min.

En un trabajo sin publicar, Calleja et al. (2003) realizaron un estudio con un grupo de 9 jugadores internacionales júnior. Todos los jugadores partícipes en el mismo realizaron un test de Course Navette (CN) 4 veces cada temporada (septiembre -enero - abril - junio), durante los 4 años de estancia en el Proyecto Siglo XXI de la Federación Española de Baloncesto, ubicado en el CPT de Fadura-Getxo. Los valores medios obtenidos en el test (CN) como indicador indirecto del O2 máx al finalizar los 4 años de entrenamiento dirigido fueron de 12,5 palieres, lo que se corresponde con un O2 máx=56,9±1,7 ml/kg/min. Los datos obtenidos con deportistas púberes son similares a los valores medios en jugadores profesionales de la primera liga española (55,4±2,4 ml/kg/min).

En otro experimento reciente presentado por Salinas (2001), se realizaron tomas de LA en competición de liga regular de baloncesto júnior provincial de 4 tiempos de 10 min durante la temporada, en un grupo de jugadores de categoría júnior del Club Baloncesto Unicaja de Málaga; igualmente se valoró el perfil aeróbico del jugador mediante test de laboratorio, obteniendo valores de O2 que indican que estos jugadores no van a tener un buen ahorro de los depósitos de glucógeno muscular puesto que no van a poder utilizar los ácidos grasos como fuente energética en ningún momento. Por lo tanto, entrarán en anaerobiosis muy rápidamente con un incremento significativo de ácido láctico, el cual tampoco podrá ser oxidado con facilidad debido a un sistema aeróbico poco eficaz.

Una de las ventajas de tener un sistema aeróbico bien entrenado es recuperarse mejor en los tiempos de pausa (rellenar las reservas de oxígeno en la mioglobina) y poder eliminar el ácido láctico, bien oxidándolo o bien “lanzándolo” hacia el hígado para sintetizar nueva glucosa (Brooks, 1988).

Los bajos O2 obtenidos en las pruebas de laboratorio por los jugadores pueden ser debidos a la falta de experiencia en este tipo de pruebas. En la literatura especializada en pruebas de potencia aeróbica se indica que muchos deportistas rinden por debajo de sus posibilidades como consecuencia de sensaciones de incomodidad intensa en los músculos de las piernas, afirmando que éste es uno de los factores principales que limita la capacidad de realizar un trabajo en el ergómetro, además de la incomodidad de la mascarilla.

Algunos autores opinan que el baloncesto presenta un gran componte aeróbico, que queda demostrado por el hecho de que el O2 máx oscila entre 52 ml/kg/min en juveniles y 74,4 ml/kg/min en profesionales.

Los resultados obtenidos en ambos estudios presentan conclusiones muy parecidas a las expuestas en otros trabajos (Bale, 1991), en los cuales la n de estudio era de jugadores de medio nivel. En otras investigaciones (Aragonés, 1989; Latin, 1994) también se comunican mejoras significativas del O2 máx con jugadores de baloncesto entrenados en edades comprendidas entre 14 y 18 años. Autores como Navarro (1999) afirman que en esa etapa del proceso de formación del deportista se produce una fase sensible para el desarrollo del O2 máx. Según Bar-or (1989), la media de O2 máx en niños que realizan práctica deportiva regular se alcanza a los 14 años y va decreciendo con el tiempo.

Rowland (1990) expone que la capacidad aeróbica es una componente precozmente desarrollada, tanto que a los 12 años se alcanzará un O2 máx por kilogramo de peso corporal similar al obtenido en edad adulta.

En las investigaciones publicadas con relación al O2 máx con jóvenes deportistas, las respuestas obtenidas pueden ser confusas, ya que es realmente difícil evaluar si el origen de la mejora es producto de las variaciones individuales en el proceso de maduración o las adaptaciones son resultado del entrenamiento del jugador de baloncesto. En cualquier caso, las cifras absolutas de los valores aportados (litros de O2/min) presentan una correlación con el pico máximo de crecimiento (PHV) en el deportista adolescente.

4. TIPOS DE TEST DE CAMPO EN BALONCESTO PARA VALORAR EL METABOLISMO AERÓBICO

El test de campo, como anteriormente hemos mencionado, consiste en el registro de parámetros fisiológicos durante el esfuerzo, en este caso del O2 máx, en el terreno de juego, con el fin de obtener información sobre la capacidad aeróbica del jugador “in situ”. La medición del O2 máx se puede realizar mediante un analizador de gases portátil telemétrico en la propia cancha de juego o bien estimarse de forma indirecta, mediante test específicos desarrollados para tal fin (Test de Course-Navette, Test de 20 metre-Multistage shuttle run, Test de transición aeróbicaanaeróbica [Terrados et al., 1991] Test de Tivre-Basket® 1.0 y Test interválico para la valoración de la resistencia específica en baloncesto [Vaquera et al., 2006]).

4.1. COURSE NAVETTE

Para la valoración de la potencia aeróbica el test de campo que más se ajusta a las características de este deporte es el CN o las diversas adaptaciones que se han propuesto de este test a las características del baloncesto (desplazamientos sobre 28 m, desplazamientos con balón). Se trata de una prueba progresiva y máxima, de ida y vuelta (20 m), delimitados por dos líneas paralelas, a una velocidad creciente cada minuto, cuya validez y fiabilidad han sido ampliamente demostradas en la literatura.

Este test permite valorar tanto la capacidad funcional aeróbica del deportista como la capacidad de recuperación (Álvarez Medina et al., 2001), siendo considerado como el test más específico para los deportes que requieren esfuerzos repetidos de corta duración, donde los esprines máximos se alternan durante un período de tiempo que abarca entre 70 y 120 min (Fitzsimons et al., 1993). De los resultados obtenidos con este test podemos calcular de forma indirecta la potencia aeróbica máxima a partir de la velocidad máxima (número de palieres alcanzados). Además la velocidad (velocidad aeróbica máxima) puede servirnos para programar el ritmo de carrera al que se debe trabajar la potencia aeróbica. De esta forma, manteniendo la misma duración de esfuerzo para todos, unos tendrán que recorrer más espacio que otros en el mismo tiempo (colocaremos unas señales indicando el lugar al que cada uno tiene que llegar). Sin embargo, muchas veces nos encontramos con problemas de este tipo: no disponemos de tiempo necesario para realizar los tests, no se dan las circunstancias adecuadas, los jugadores no están motivados, por lo que los resultados se desvirtúan y esto hace que debamos buscar indicadores en situaciones reales de juego que nos permitan, cuanto menos, ponernos en alerta ante posibles estados de fatiga y/o bajo rendimiento.

4.2. TEST DE TRANSICIÓN AERÓBICAANAERÓBICA (Terrados, 1991)

En una aproximación simple a los tests de campo realizados en otros deportes para valorar la transición aeróbica-anaeróbica, Terrados describió en 1991 un test de campo realizado en la misma pista de entrenamiento, balizada cada 10 m, alrededor del terreno de juego. Los jugadores, con pulsómetros registrando su FC, corren durante 3 min a una velocidad mantenida mediante un marcador de ritmos (balizador) acústico, con una pausa de 1 min en la que se extrae una muestra de sangre del lóbulo de la oreja o del pulpejo del dedo para analizar la LA. Se aumenta la velocidad 1.5 km/h en cada escalón hasta la extenuación o hasta no poder mantener el ritmo. Con este test, se pueden calcular de una manera bastante orientativa las intensidades de carrera en las que el jugador está en las diferentes zonas metabólicas (figuras 5.1 y 5.2).

4.3. TEST DE TIVRE-BASKET 1.0 (Vaquera et al., 2006)

Con el propósito de valorar la resistencia específica del jugador, el grupo de trabajo del INEF de León (Vaquera et al., 2006) han diseñado un sistema de control para valorar la resistencia específica en baloncesto en pista, el Test de Tivre-Basket 1.0®, que permite identificar el umbral anaeróbico en esfuerzos interválicos, además de la capacidad de recuperación en cada uno de los intervalos de esfuerzo. El Tivre-Basket 1.0® debe desarrollarse sobre la propia cancha y con la indumentaria y botas del jugador, y se ha de disponer de un pulsímetro para el registro de la FC durante el desarrollo del mismo. Con el fin de estandarizar los recorridos y pausas de recuperación, se realiza un test interválico progresivo y maximal que se desarrolla en una situación en la que los jugadores realizan recorridos con similares implicaciones físicas a las que se producen durante la competición (desplazamientos y carreras). El software Tivre-Basket 1.0® controla con precisión el ritmo de carrera. Emite estímulos sonoros (pitidos/beeps) que amplificados mediante altavoces permiten al jugador regular su velocidad de desplazamiento, ya que debe rebasar el cono en cada uno de los pitidos. El fundamento de dicho test se basa en la metodología de Probst (1989), que aplicó al fútbol (Villa et al., 2000) y que a su vez es la misma que la del validado Test de Conconi. Las ventajas de este test, a diferencia de los tradicionalmente utilizados para valorar la condición aeróbica general, es que en primer lugar es específico, desarrollado en el propio campo de baloncesto; en segundo lugar es fácilmente ejecutable, ya que sólo necesita 12 conos que se colocan la mayor parte de ellos sobre líneas naturales del campo, y en tercer lugar, lo pueden realizar hasta 12 jugadores a la vez, lo que economiza bastante el tiempo de realización.


Figura 5.1. Valores de LA a diferentes velocidades de carrera en 4 jugadoras de baloncesto de alto nivel (Terrados, 1991).


Figura 5.2. Valores de FC obtenidos en un test de campo en cancha de baloncesto para valorar la transición aeróbica-anaeróbica (Terrados, 1991).

Los test de campo anteriormente citados son más específicos ya que permiten, además de desarrollarse in situ, evaluar la intensidad y duración propias de la actividad ante la limitación impuesta por la ergometría en laboratorio.

5. FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

En un paso posterior, con el fin de evaluar con precisión el O2 máx de los deportistas en situación real, actualmente se realizan pruebas con tecnología avanzada, con analizadores telemétricos Cosmed ® (k4) (ver ejemplo en figura 5.3), lo que nos permite tener un perfil mucho más preciso del comportamiento fisiológico del O2 máx, y una vez más cuestionar el análisis teórico del modelo competitivo en baloncesto.

Proponemos estandarizar una batería de test específicos en campo por puestos que permita una evaluación más objetiva de la intensidad obtenida en competición en función de las diferentes acciones realizadas en pista.

Recientes investigaciones muestran valores de O2 máx superiores obtenidos hasta la fecha, obtenidos mediante test de campo durante la propia competición utilizando tecnología avanzada telemétrica en jugadores de baloncesto profesionales de elite, Campeones de la Euroliga (Terrados y Tramullas, comunicación personal), lo que nos hace reflexionar sobre la intervención del metabolismo aeróbico en la competición y deja abierta una nueva línea de investigación en este campo.

6. SÍNTESIS DE IDEAS FUNDAMENTALES

La evaluación del metabolismo aeróbico mediante la valoración del O2 máx es una práctica muy frecuente. A pesar de ello, la mayoría de los datos aportados por los diferentes autores han sido resultados obtenidos de test realizados en laboratorio con ergómetros no específicos, ante la dificultad de valorar “in situ” el comportamiento fisiológico del O2 durante el juego.


Figura 5.3. Jugador de baloncesto de la liga ACB con un metabolímetro portátil durante la fase de recuperación de un partido de entrenamiento.

Realizando una revisión de los estudios publicados hasta la fecha en esta área de conocimiento, podemos afirmar que el O2 máx en jugadores varones de baloncesto es un parámetro que oscila alrededor de 55-60 ml/kg/min. Se han encontrado valores ligeramente inferiores en mujeres.

Por tanto, podríamos afirmar que la resistencia aeróbica y más concretamente la potencia aeróbica no es una componente determinante en baloncesto. Esto está en concordancia con la necesidad de que el jugador de baloncesto tenga un alto porcentaje de fibras musculares rápidas.

7. BIBLIOGRAFÍA CITADA

Almarwaey O.A., A.M. Jones, K. Tolfrey. Maximal lactate steady state in trained adolescent runners. J Sports Sci 22 (2): 215-25, 2004.

Álvarez Medina J., E. Serrano, L. Giménez, P. Manonelles, P. Corona. La course navette como parámetro de control de la capacidad aeróbica de recuperación en el fútbol sala. RED 4: 31-35, 2001.

Apostolidis, N., G.P. Nassis., T. Bolatoglou and N.D. Geladas. Physiological and technical characteristics of elite young basketball players. J Sports Med Phys Fitness 43 (2): 157-163, 2003.

Aragonés M.T. Pronóstico de rendimiento deportivo. Estudio transversal y longitudinal en jugadores de baloncesto. III Congreso Nacional de Medicina del Deporte. Murcia, págs. 27-30, 1989.

Åstrand P.O., K. Rodhal. Fisiología del trabajo físico. Panamericana, Buenos Aires, 1986.

Bale, P. Anthropometric, body composition and performance variables of young elite female basketball players. J Sports Med Phys Fit 31: 173-177, 1991.

Bangsbo J. Entrenamiento de la condición física en el fútbol. Paidotribo, Barcelona, 1998.

Bar-Or O. Trainibility of the prebupescent child. Phys. Sportmed. 17 (5), 1989.

Billat V., F. Dalmanet al. A method for determining the maximal steady state of blood lactate concentration from two levels of submaximal exercies. Eur J Appli Physio 69:(3),196-202, 1994.

Brooks S.P., K.B. Storey. Reevaluation of the «glycolytic complex» in muscle: a multitechnique approach using trout white muscle. Arch Biochem Biophys Nov 15; 267(1):13-22, 1988.

Cabrera J.M., D.P Smith, R.J Byrd. Cardiovascular adaptations on Puerto Rican basketball players during a 14 week season. J Sports Med 17: 173-180, 1977.

Calleja J. Evaluación del metabolismo y la intensidad en jugadores internacionales júnior de baloncesto. Tesis doctoral. UPV-EHU, 2006.

Cataniciu V. Basketball femenin moderne. Utilite de l´ investigation biometrique et functionnelle de la capacite d’ effort aerobie et anaerobie. Med. Sport 53 (85): 257-268, 1979.

Colli R., M. Faina. Pallacanestro: Ricera sulla prestazione. SDS (2): 22-29, 1985.

Dal Monte A., C. Gallozi, S. Lupo, E. Marcos, C. Menchinelli. Evaluación funcional del jugador de baloncesto y balonmano. Apunts Medicina de l'Esport 24: 243-251, 1987.

Fernández-García B., J. Pérez-Landaluce, M. Rodríguez-Alonso, N. Terrados Cepeda. Intensity of exercise during road race pro-cycling competition. Med Sci Sports Exerc 32 (5): 1002-1006, 2000.

Fernández-Río J., M. Rodríguez-Alonso, N. Terrados, B. Fernández-García, J. Pérez-Landaluce. Valoración fisiológica en jugadoras de baloncesto. Apunts Medicina de l'Esport 132: 11–17, 200.

Fitzsimmons M., B. Dawson, D. Ward, A. Wilkinson. Cycling and running tests of repeated sprint ability. AJSMS 25 (4): 82-87, 1993.

Garl T., I. Rimk, B. Bomba. Evaluating basketball conditioning. Nat Strength Condit Assoc J 10 (4): 46-47, 1988.

Gaskill S.E., B.C. Ruby, A.J. Walker, O.A. Sanchez, R.C. Serfass, A.S. Leon. Validity and reliability of combining three methods to determine ventilatory threshold. Med Sci Sports Exerc 33:(11),1841-1848, 2001.

Godik M.A., A.V. Popov. La preparación física del futbolista. Colección deporte y entrenamiento. Paidrotibo, Barcelona, 1993.

Hakkinen K. Changes in physical fitness profile in female basketball players during the competitive season including explosive type strength training. J Sports Med Phys Fitness 33 (1): 19-26, 1993.

Hill A.V., H. Lupton. Muscular exercise, lactate acid, and the supply and utilization of oxygen. Quart J Med 16: 35-171, 1923.

Klissouras V. Twin studies on functional capacity. En: J.S. Weiner (Eds.). Physiological variations and its genetics basis. Londres, Taylor Francis, 1977.

Krogh A., J. Linhard. The changes in respiration at the transition from work to rest. J Physiol 53: 431-437, 1919-20.

Lamb D. Fisiología del ejercicio. Pila, Madrid, 1978.

Latin R.W., K. Bergs, T. Baechle. Physical and performance characteristics of NCCA division male basketball players. J Strength Cond Res 8 (4): 214-218, 1994.

Layus F., M.A. Muñoz, J. Quílez, J.L. Terreros. Distribución por deportes de datos ergoespirométricos de referencia. Arch Med Dep VII (28): 239-343,1990.

McArdle W.D., F.L. Katch, V.L. Katch. Fundamentos de fisiología del ejercicio. Madrid, McGraw-Hill/Interamericana de España, 2004.

Navarro F. Principios del entrenamiento y estructuras de la planificación deportiva. Documentación del Master en ARD COES-UAM, Madrid, 1999.

Navarro F. Evolución de las capacidades físicas y su entrenamiento. Documentación del Master en ARD COESUAM, Madrid, 1999.

Rabadán M. Bases biológicas del baloncesto. Protocolo de reconocimiento médico. Modulo I, I Curso de Postgrado en preparación física en baloncesto. INEF-UPM, Madrid, 2006.

Reilly N., P. Secher., y C.W. Snell. Physiology of Sport. E. and F. N. Spon, London, 1990.

Robinson S. Experimental studies of physical fitness in relation to age. Arbeits Physiol 10:251-323, 1938.

Rodríguez-Alonso M., B. Fernández-García, J. Pérez-Landaluce, N. Terrados. Blood lactate and heart rate during national and international women`s basketball. J Sports Med Phy Fitness Dec; 43 (4):432-436, 2003.

Rodríguez-Alonso M., N. Terrados Cepeda, J. Pérez-Landaluce, B. Fernández-García, F. García-Herrero Suárez. Déficit máximo acumulado de oxígeno en baloncesto femenino. Arch Med Dep Vol XV, 64: 115-122, 1998.

Rowland T.W. Exercise and Children’s Health. Champaign, I.L, Human Kinetics, 1990.

Parnat J., A. Viru, T. Savi, A. Nurmekivi. Indices of aerobic work capacity and cardiovascular response during exercise in athletes specializing in different events. J Sport Med (15):100-105, 1975.

Parr R.B., J.H. Wilmore, R. Hoover, D. Bachman, R.K Kerlan. Professional basketball players: athletic profiles. Phys. Sports. Med. 6:77-84, 1978.

Pérez-Landaluce J., M. Rodríguez-Alonso, B. Fernández-García, E. Bustillo-Fernández, N. Terrados Cepeda. Importance of wash riding in kayaking training and competition. Med Sci Sports Exerc 30 (12): 1721-1724, 1998.

Petrovic Milos M., D. Mazic Sanja, M. Miltrovic Dusan, D. Velkovski Sasko, N. Dejan, I. Igracki, Malicevic Sead. Cardiopulmonary test results in elite basketball athletes winners of European cadet basketball championship. 2001.

Platonov V.N. La adaptación en el deporte. Paidrotibo, Barcelona, 1991

Probst H. Test par intervalles pour foorballeurs. Revue Macolin 5: 7-9,42, 1989.

Salinas E, J.R Alvero. Niveles de ácido láctico por puestos específicos en jugadores de baloncesto en competiciones oficiales. Comunicación presentada en el II Congress of the European Federation of Sports Medicine y XI Congreso Nacional de la Federación Española de medicina del deporte. Oviedo (Asturias), 2001.

Sanchís C., M.J. Valverde, M.J. Barber, J. Mora. Umbral de compensación respiratoria como perfil de jugadores de baloncesto. Arch Med Dep XIII, (56): 421-425,1996.

Santalla A., M. Pérez, M. Montilla, L. Vicente, R. Davison, C. Earnest, A. De Lucía. Sodium bicarbonate ingestion does not alter the slow component of oxygen uptake kinetics in professional cyclists. J Sports Sci 21 (1): 39-47, 2003.

Smith H., S.G. Thomas. Physiological characteristics of elite female basketball players. Can. J Sport Sci/ Revue Canadiense Des Sciences Du Sport (Champaign, I11.) dec, 16 (4): 289-295, 1991.

Shepard R.J. Endurance in sport. Oxford, Blackwell Scientific Publication, 1992.

Tavino I.P., C.J. Bowers, C.B. Archer. Effects of basketball on aerobic capacity, anaerobic capacity and body composition of male college players. J Strength Cond Res 9: 75-77, 1995.

Terrados N. Utilización del test de campo para la valoración de la transición aeróbica-anaeróbica. En: Chicharro, J.L., J.C. Legido (Eds.). Umbral anaerobio, bases fisiológicas y aplicación. Ed Interamericana, Madrid, págs. 115-136, 1991.

Terrados N., B. Fernández, J. Pérez- Landaluce., M. Rodríguez-Alonso, M. Coloma. Physiological aspects of women´s basketball. Med Sci Sports Exer 24: 142, 1995.

Verma S.K., S.R. Mahindroo, D.K. Kansal. Effect of four weeks of hard physical training on certain physico-logical and morphological parameters of basketball players. J Sports Med Phys Fit 18 (4): 379-384, 1978.

Villa J.G., J. García-López, J.C. Morante, Z. San Román. Validación del test de resistencia específico de Probst en futbolistas profesionales. Arch Med Dep 17 (76): 185-186, 2000.

Fisiología, entrenamiento y medicina del baloncesto (Bicolor)

Подняться наверх