Читать книгу El increíble robo del informe "Rinconcillo" - Julio Muñoz Gijón @Rancio - Страница 11
SIETE
ОглавлениеHay unos pasillos inmensos, con techos abovedados. Los pasos son pocos, pero cuando hay, resuenan mucho en el mármol del suelo. El responsable de acceso está en la mesa de la entrada organizando en su ordenador los turnos de acceso de los investigadores que acuden a consultar los documentos a la sala de trabajo. Hay un policía nacional de unos sesenta años en la silla de al lado, leyendo un ejemplar de Estadio Deportivo. Todo está sumergido en una agradable quietud.
De repente, suena un portazo y dos personas con máscaras de Curro, la mascota de la Expo’92, monos blancos, una maleta y dos escopetas de cañón recortado destrozan toda esa tranquilidad gritando y encañonan a las dos personas de la mesa.
—¡A tomar por culo! ¡Venid para acá, que esto es un atraco!
A uno de los atracadores se le cae la escopeta. Se agacha y la coge, parece nervioso.
—¡VENGA, COÑO!
El policía no cree lo que ve.
—Oiga, que el Banco de España es un poquito más adelante.
Uno de los atracadores coge al responsable de acceso violentamente y lo tira contra el suelo. Al momento, hace lo mismo con el policía, al que también tira al suelo mientras grita de manera irónica y gesticula con los brazos señalando.
—¿Ah, sí? Hacia dónde está entonces el Banco de España, ¿hacia allí? ¿O hacia allá?
De repente, se echa las manos a la cabeza, da un puñetazo en el mostrador y grita de manera irónica riéndose.
—¡¿No me digas que está más adelante el Banco de España?! ¡Al suelo, coño!
Con los dos hombres en el suelo, y mirándolos, el atracador hace como que se va, pero empieza a contar.
—Uno, dos, tres y cuatro.
Se echa las manos a la cabeza de nuevo y vuelve a las dos personas. Ahí, comenta con ironía.
—Vaya, que un policía tiene una pistola… voy a quitársela mejor.
Perfectamente coordinado, en cuanto coge la pistola, el otro asaltante saca un espray de la mochila y sube con una facilidad increíble hasta cada una de las cámaras, que pinta con el espray inutilizándolas. Parece saber exactamente dónde está cada una porque va a tiro hecho mientras el otro no deja de apuntar al responsable y al policía, a la vez que supervisa el sabotaje a las cámaras.
—Perfecto, ahora ve a por los investigadores de las salas. ¡Y a vosotros ni se os ocurra moveros, que la escopeta esta pesa y es un coñazo haberla traído para nada!
En menos de un minuto todos los investigadores, tres miembros del personal de limpieza, cuatro archiveros, el responsable de acceso y el policía están bocabajo en el frío mármol del suelo. Les han quitado a todos los móviles y los han metido en una bolsa.
Entonces, uno de los atracadores saca de su maleta seis candados en U antirrobos. Uno de los investigadores, de unos sesenta años, se asusta.
—¿Eso para qué es? ¿Qué vais a hacernos?
Uno de los atracadores le responde muy serio.
—Nos encerramos juntos.