Читать книгу El increíble robo del informe "Rinconcillo" - Julio Muñoz Gijón @Rancio - Страница 7
TRES
ОглавлениеCárcel de El Salvador. El hombre del pelo corto avanza por el pasillo central del centro penitenciario La Esperanza. En esta ocasión, lleva una camisa blanca y una pequeña mochila. Los reclusos que abarrotan el pasillo ahora le hacen un gesto con las manos, el pulgar pisa al meñique, y anular, corazón e índice se quedan delante. Todos se ponen la mano en el pecho y asienten a su paso. Al final del pasillo está Puma. El hombre de la camisa se para junto a él.
—Este es nuestro gesto de respeto. El pulgar sobre el meñique y detrás de los otros tres dedos. Quiere decir: «el fuerte defiende al débil y el grupo los protege».
Puma repite el gesto que han hecho el resto de los reclusos mirándolo a los ojos.
—Respeto. Te lo has ganado indultando al Gordo.
El hombre del pelo corto asiente serio e intenta irse, pero Puma lo para con la mano en el pecho y sonríe. El hombre se detiene y lo mira, sintiendo amenaza.
—Nunca fuiste muy hablador, culeao, siempre ahí tú, con tus libricos, tu ajedrecico y tu gimnasio… no pegas aquí, estuviste años, pero nunca encajaste. Al principio pensé que eras un españolito tontito más, de los que pillan en el aeropuerto bien cargado. Cuando te vi entrar… ¿hace cuánto?
—Dieciséis años.
—Bueno… dieciséis años, eso aquí no es nada, ya lo sabes. Cuando te vi entrar pensé que no durabas… pero eres bien duro, chucho.
El pandillero toca con el índice en la frente del hombre.
—Tienes algo aquí bien, cabrón, no sé qué es, pero es bien, cabrón. ¿Qué vas a hacer? Fuera podemos ofrecerte cosas, tienes potencial, podemos ayudarte, aquí en El Salvador, en Colombia, en los States… dime, podemos mover algo.
—No, gracias.
—¿Seguro? ¿Qué vas a hacer?
—Han sido muchos años en este Salvador, vuelvo al Salvador de mi casa, a una plaza que te gustaría.
—¿Tienes plan allí?
El hombre sonríe.
—Si en dieciséis años no me hubiera dado tiempo a tener un plan, merecería seguir aquí con mierdas como tú.
El pandillero se ríe.
—Tienes razón. Bueno, pues buen viaje. Ah, toma, el pincho de Gordo Loco, dice que te lo has ganado.
El hombre lo mira, es un pincho afilado a mano desde algún cubierto y con un mango de la madera de algún árbol del patio. Lo agradece.
—Me servirá.
—Seguro, culeao. Te veo otra vez en el infierno.
El pandillero le entrega el pincho con disimulo y el hombre avanza hacia el mostrador donde dos funcionarios escuchan una radio. Puma vuelve a llamarlo.
—Por cierto, una última cosa, hueco, ese nombre tuyo… ¿Alúa? ¿Qué significa Alúa? Nunca te dije.
El hombre se vuelve y lo mira a los ojos.
—Las alúas son hormigas a las que después de la tormenta… les crecen las alas.