Читать книгу Desiguales - Leonardo Gasparini - Страница 15

De la desigualdad a la pobreza

Оглавление

Hemos insistido en que la pobreza y la desigualdad son dos fenómenos relacionados, pero conceptualmente distintos. También acordamos sin mayores controversias que la pobreza es un mal social, mientras que ubicar a la desigualdad en esa categoría requiere de un mayor esfuerzo argumental. Estamos, de hecho, desarrollando un primer argumento en ese sentido: la desigualdad tiene consecuencias nocivas sobre otros fenómenos como la cohesión social, la seguridad, la estabilidad y el crecimiento. Agreguemos a esta lista la conexión entre desigualdad y pobreza.

Un ejemplo simple puede ser útil para entender este vínculo. Supongamos una sociedad compuesta por dos personas, Andrea y Belén, que obtienen ingresos de 300 y 1.200 pesos, respectivamente. Asumamos que esa brecha está enteramente justificada por sus diferencias en méritos: Belén es probadamente más talentosa, esforzada, responsable, creativa y perseverante que Andrea, y en consecuencia logra alcanzar un ingreso superior. Es posible que en este escenario particular la desigualdad no nos resulte éticamente preocupante. Ahora bien, asumamos que la línea de pobreza es de 400 pesos. En ese caso Andrea sufre de privaciones materiales, ya que su ingreso es solo de 300 pesos: con esos recursos no alcanza a satisfacer sus necesidades básicas, padece hambre y sus condiciones de vivienda son precarias. Aunque no nos resulte objetable per se, la estructura desigual de ingresos está asociada a una situación de pobreza. Si, por ejemplo, los ingresos fueran 500 y 1.000, en lugar de 300 y 1.200, entonces Andrea no sufriría privaciones. Una forma de combatir el fenómeno éticamente condenable de la pobreza es a través de políticas que modifiquen la estructura de remuneraciones; en este ejemplo, políticas que transfieran ingresos de Belén a Andrea, aun cuando el proceso que genera esa estructura inicial de ingresos no nos parezca éticamente objetable. Cierto nivel elevado de desigualdad, aunque quizás justificable, no es compatible con un objetivo social superior: la ausencia de pobreza.

Las razones discutidas hasta ahora tienen un elemento en común: nos molesta la desigualdad por sus consecuencias, por sus implicancias sobre otros fenómenos como el crecimiento, la inseguridad o la pobreza. Pero existe una razón más profunda para preocuparse por las brechas económicas: la desigualdad puede ser un mal en sí mismo, independientemente de que tenga o no consecuencias sobre otros factores. Pero ¿qué hay de intrínsecamente malo en la desigualdad?

Desiguales

Подняться наверх