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EL CURSO DE TAUSK
El sexo y yo
(martes, 26 de noviembre de 1912)
ОглавлениеEn la discusión, el estudiante de ojos verdes ha estado de nuevo muy incisivo. Observa adecuadamente que el olvido por represión es considerado todavía como un proceso puramente mecánico, mientras que a «las representaciones sustitutorias» parece precederlas una intención.
Aunque Tausk tiene una curiosa mala cara, enarbola muy bien su bandera como director del curso. Algunas de sus expresiones a lo largo de la discusión me han parecido exactamente freudianas en exceso; por otra parte nunca se le podrá echar en cara lo contrario.
Según la mayor parte de las obras de Freud, el hombre civilizado aparece en el fondo como un triste salvaje ya domado y su sublimación, ayudada por el salvajismo reprimido, adopta un carácter esencialmente negativo; la pulsión y la civilización contrastan del mismo modo a como lo hacen el mundo interior y el exterior. En Freud, parece relacionarse todo aquello con el concepto de narcisismo, que debe comprender simultáneamente y de manera indiferenciada, la pulsión sexual y la pulsión del yo; pero en última instancia, de tal modo que todo aquello que se hace activo en el yo se presente especialmente como hostil a la sexualidad; en consecuencia, el fin de cualquier cultura aparece como un debilitamiento continuo de lo pulsional, ¡como una estremecedora transfiguración! En realidad, la salud significa siempre un equilibrio entre ambas, y la neurosis, un trastorno entre las mismas; ello significa que el yo, desembocando en el mundo civilizado, debe hallar en él aquellas formas inmediatas que le permitan descargar toda su fuerza pulsional. Pues la cultura no se limita a estar frente a él, sino que expresa también su ulterior desarrollo, propio e individual (análogamente a lo que sucede en el desarrollo corporal, en que la represión de las zonas erógenas,40 si bien viene provocada por una prohibición exterior, redunda en provecho de lo genital al concentrar las estimulaciones placenteras de dichas zonas). Aquello que constituye el narcisismo y que nos acompaña secretamente a lo largo de toda nuestra vida, debe ser siempre, la creatividad, es decir aquella finalidad a la vez natural y espiritual de toda manifestación humana: la unión de la sexualidad y del yo.