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I. 2 ESTAMOS EN MEDIO DE UNA CRISIS

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Muchos dicen que a pesar de todo eso, Chile no está en medio de una crisis. Eso puede ser cierto, como lo era cuando escribió su carta a Chile don Enrique Mac-Iver. Pero lo incontestable es que el país está encaminado hacia una crisis que su dirigencia parece no desear reconocer ni enfrentar, la cual quizás ni siquiera percibe adecuadamente, enfrascada como está en asuntos de más corto plazo y regida más bien por una lógica electoral y no por una nacional y trascendente. En la situación presente es donde debiese intervenir la actividad política con voluntad de dirigir e influir, no solo con la limitada ambición de ser seguidora de la protesta y poder así incrementar el capital electoral de cada grupo, sino para darle un sentido transformador al sentimiento ciudadano. Lograr la paz social requiere dar cauce a la intranquilidad existente, con vocación de comprometer las salidas necesarias a través de adecuadas reformas, no solamente en el afán de dar conformidad precaria a una ciudadanía que reclama sus derechos y que volverá a levantar su protesta acrecentada si lo medular no es atendido. Es aquí donde deben surgir los liderazgos capaces de encauzar los sentimientos de insatisfacción que dominan a nuestros compatriotas, para dirigirlos a un programa de cambios que logre accionar sobre los aspectos más fundamentales de aquellos que la ciudadanía anhela: cambio institucional para tener una democracia más directa y efectiva; un plan nacional de desarrollo para lograr un consenso que domine el camino hacia el futuro; una efectiva descentralización hacia las regiones del país; una educación que termine con la mediocridad y comprometa de verdad un cambio profundo para así lograr modificar la precaria situación distributiva; una estrategia de internacionalización que asegure el crecimiento y se base en la necesaria integración nacional; una política tributaria y una definición de Estado que efectivamente puedan permitir los bienes públicos que reclaman los chilenos para acceder a una distribución más justa del ingreso; una política cierta de protección medioambiental que sea también capaz de garantizar la energía que Chile requiere para su desarrollo.

Es posible que otros aspectos puedan ser incorporados en esta matriz de aspiraciones nacionales que debe ser atendida. Sin duda se concordará en que los aspectos enumerados están dentro de los más esenciales, debiendo revestir el carácter de preeminencia para atacar de modo solvente la crisis que está explotando en forma evidente. Es posible que distintos actores puedan establecer diferentes prioridades entre los aspectos mencionados, pero es indudable que el país necesita avanzar en forma simultánea atacando varios de ellos para así lograr la estabilidad social y económica que precisa como forma de garantizar un necesario crecimiento que se encamine efectivamente hacia un desarrollo con rostro humano. La cuestión fundamental radica en la necesidad de abordar estos problemas en forma oportuna, decidida y visionaria, ya que de ello depende el futuro de Chile.

Chile: los dilemas de una crisis

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