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CUARTO RETO: Educación de calidad para la productividad, la equidad y la buena ciudadanía

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Chile cuenta con una educación retrasada e ineficiente que solo promueve la mantención o incremento de los actuales estándares de desigualdad social y económica. Ha logrado elevar significativamente las tasas de cobertura pero su calidad es pobre, haciendo de esto un factor que genera una innegable debilidad nacional. Es además inequitativa debido a las enormes brechas que caracterizan a sus resultados de acuerdo a los niveles socio-económicos que atiende, haciéndola un factor que mantiene o acrecienta la deteriorada distribución del ingreso nacional en lugar de ser un vehículo de integración y movilidad social. Por su carácter de bien público de naturaleza estratégica, la educación debe ser una tarea prioritaria del Estado por medio tanto de la provisión directa como de la existencia de una adecuada regulación.

Cuatro aspectos es necesario considerar en un programa de recuperación de la educación chilena, considerando que ella no solo debe orientarse a formar individuos “productores” sino también ciudadanos e individuos educados en los valores del humanismo:

1) una mejor gestión que considere la asignación de recursos estatales sobre la base de resultados y que termine con el sistema de municipalización de la educación pública, radicándola en corporaciones educacionales de tipo público;

2) disponer los recursos docentes, tecnológicos y de infraestructura necesarios para mejorar la educación pública, incrementar la subvención escolar, aumentar la cobertura de la educación preescolar y de la educación técnica media y superior, financiar adecuadamente a las universidades del Estado e incrementar significativamente la inversión en investigación científica y tecnológica, todo ello sujeto a que el Estado no podrá financiar a instituciones que lucren o que no rindan cuenta pública de sus resultados;

3) la educación debe mejorar su eficacia con una profunda revisión de los contenidos que se entregan desde el nivel preescolar a la media y con relación a la duración de los estudios en el caso de la educación superior, mejorando las reglas de supervisión y control con una Superintendencia independiente y brindando especial énfasis a la formación cívica y valórica que debe caracterizar a la ciudadanía del Chile futuro, y

4) definir una política de Estado en materia de formación de profesores, implicando la creación de una Escuela Nacional de Educación que marque los estándares que el Estado chileno ha de requerir para un aspecto tan vital de la seguridad nacional.

Para llevar adelante este ambicioso programa de recuperación de la educación chilena el país necesita otorgarle hacia el largo plazo al menos tres puntos adicionales de su producto interno. Solo así y al cabo de una década el país podrá contar con una educación que alcance los trascendentes objetivos nacionales mencionados: mayor equidad social, mayor productividad laboral y mejor formación ciudadana y valórica de la juventud.

Chile: los dilemas de una crisis

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