Читать книгу Chile: los dilemas de una crisis - Luis A. Riveros Cornejo - Страница 7
PROLEGÓMENO
ОглавлениеMI MIRADA, MI VISIÓN DE HACE CUATRO AÑOS
El 5 de agosto del año 2016, Estrategia publicó la columna que aquí se presenta. Es decir, hace más de tres años ya se había advertido sobre una grave crisis en ciernes, tanto política como social. Pero, simplemente, este tipo de planteamientos no fueron, en modo alguno, atendidos en los debates llevados a cabo por los estamentos políticos, incluyendo el período de la última campaña presidencial. Esa crisis anunciada en el 2016 explotó en octubre del 2019, cumpliendo con los vaticinios formulados en ese entonces. Lo grave de este hecho, es que evidencia que las opiniones independientes, de académicos u observadores de la realidad nacional, no son siquiera consideradas en los ámbitos en que se toman las decisiones. Otra realidad tendríamos ahora de haberse atendido oportunamente lo planteado hace tres años, y muchos dolores de nuestra actual sociedad habrían sido evitados.
UN NUEVO PACTO SOCIAL
“Es la juventud que, sin más ley de servicio obligatorio que la escrita en su alma ansiosa del bien y amante de la Patria, se alista bajo las banderas que representan una gran causa nacional”.
Enrique Mac Iver
Son días de desasosiego e incertidumbre. Una crisis política e institucional se ha cernido sobre Chile y no se avizoran caminos de salida en tanto la mirada prevaleciente sea la del corto plazo y la ciudadanía permanezca ajena. Como hace un siglo, radica el problema en una cierta crisis moral entroncada con un limitado accionar público y una escasa disposición política para abordar las cuestiones centrales. A comienzos del siglo XX se anhelaba mirar al país más allá del transitorio esplendor del salitre, hacia un desarrollo para asegurar un mejor futuro para la niñez y la juventud: reforma de la Constitución, creación de oportunidades educacionales, protección al trabajador y sus derechos, instauración de políticas de Estado para un necesario bienestar social. Solo en la década del veinte, y a raíz de un nuevo liderazgo, se comenzó a escuchar el clamor que venía de todas partes y que tenía como protagonistas principales a los trabajadores y a los estudiantes.
En forma similar existe hoy una protesta que se generaliza, ya no como una expresión de rebeldía e insatisfacción generada por grupos obedientes a ciertos intereses políticos sino como expresión de un amplio descontento ciudadano. El mismo emana de la insatisfacción juvenil, de una clase media que se siente desprotegida, de regiones apartadas del centro donde se toman las decisiones, y de los más pobres, víctimas de una distribución del ingreso contrastante con los “éxitos económicos”. También cunde desaliento porque no se ha logrado definir satisfactoriamente las políticas educativas y porque se arriesga la sustentabilidad del crecimiento por no protegerse suficientemente el medio ambiente. Por doquier existe un reclamo que no es adecuadamente atendido por políticos, partidos y las distintas coaliciones, mal catalogados todos en la escala del aprecio ciudadano, y arrastrando tras sí a las propias instituciones de la república. Esta decepción lleva a la ciudadanía a excluirse de necesarias decisiones y así se colabora a profundizar la crisis.
El país precisa un acuerdo nacional que trascienda a los conglomerados políticos vigentes, y que funde su mirada en el largo plazo, ofreciendo una propuesta hacia una ciudadanía que espera con desconcierto y sin un imprescindible liderazgo para abordar un cambio sobre la base de un nuevo pacto social. Tal acuerdo nacional debe contener al menos siete ámbitos sobre los que es necesario tener acuerdo para transformarlo en orientaciones para la nueva administración de Gobierno, cuya responsabilidad debiera estar en encauzarlo hacia su efectiva concreción.
Modelo económico para el largo plazo, que defina las bases esenciales de la estrategia de desarrollo de Chile haciendo primar el interés social y perfilando la solución a graves problemas como pensiones y salud pública.
Descentralización efectiva del país, para que las decisiones radiquen en regiones especialmente en materia de inversión y desarrollo.
Educación como eje central de la política pública para recuperar una educación pública que, a todo nivel, instaure el necesario referente en los objetivos de equidad y calidad haciendo de la educación la fuente del mayor capital social.
Internacionalización e integración económica, especialmente en Latinoamérica, que promueva los diferentes ámbitos productivos y regionales, para internacionalizar la PYME y para que los beneficios del crecimiento económico y la diversificación y expansión del comercio sean un factor de equidad y progreso.
Un Estado activo, que lidere el desarrollo económico, que tenga iniciativa responsable para estimular el crecimiento y facilitar la estabilidad económica, sin abandonar su responsabilidad primaria en política social abarcando pensiones, salud y seguridad, en investigación científica y tecnológica, y en la promoción de la innovación y el emprendimiento, y en el financiamiento activo de la educación.
Protección del medio ambiente, logrando un equilibrio que sea al mismo tiempo garante de un crecimiento sostenible y de una matriz energética suficiente.
Construcción de un nuevo escenario político, con una efectiva refundación de los partidos en un pacto en pro del país del futuro, implicando también una nueva Constitución Política generada con efectiva participación.
Chile debe ser capaz de lograr un acuerdo a través de un diálogo más allá de las contiendas electorales. Necesita un nuevo pacto social que convoque a la ciudadanía a participar, y que así aísle a los promotores del caos y a quienes ven en la política solo un medio de financiamiento. Un acuerdo que debe comenzar a producirse desde ya, para que provea las bases de desenvolvimiento del futuro gobierno, asentado en buenas prácticas ciudadanas y en un abierto compromiso nacional y público.