Читать книгу Del Conocimiento Jurídico a la Gestión y Dirección de Despacho de Abogados - Luis López de Castro Alonso - Страница 12

Abogados

Carrera Judicial

Justicia [administración de]

Personal de Justicia

Capítulo 7

Conocimiento jurídico como base del crecimiento

«El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.»

Eduardo Juan Couture1)

Si algo definía a Santiago como abogado era el estudio. Era de esos abogados que no concibe el ejercicio de la profesión sin un profundo estudio de la misma. Además era un afanado lector de todo tipo de libros, desde novelas a libros de Historia; de hecho el reconocimiento profesional se debía en gran medida a este motivo, ya que no era de esos abogados que se prodigan en actos sociales. Donde sí se prodigaba era en los Juzgados con la toga puesta, donde realmente se aprende la profesión de abogado. Después uno se podrá decantar por otro tipo de ejercicio de la Abogacía, pero la profesión se aprende en los estrados de los Juzgados, porque es ahí donde uno se enfrenta a sí mismo, ni al abogado contrario ni al juez: a uno mismo, es en ese momento en el que uno se sube al estrado donde comienza a evaluar sus horas de estudio, sus habilidades, sus nervios, etc. Los juzgados te dan ese plus de conocimiento de la profesión.

Santiago insistía a Pablo para que dedicase mayor tiempo y dedicación al estudio del Derecho y no tanto al control económico del despacho y la gestión. Esta insistencia no era a modo de reproche, sino más bien desde la más profunda creencia de que el ejercicio de la profesión de Abogado necesita de altas dosis de estudio.

Pablo escuchaba a su padre, pero pensaba que el estudio llegaría con el tiempo, con los asuntos de los que se fuese haciendo cargo. Pero la gestión y control del despacho necesitaban también una dedicación, ya que de esta gestión dependería en gran medida, la supervivencia del mismo a medio o largo plazo.

La realidad es que los abogados vendemos servicios que se basan principalmente en el conocimiento jurídico y sin este conocimiento prestaremos un mal servicio y conllevará una pérdida de clientes. En este punto resultó que Santiago tenía más razón de lo que Pablo podía imaginar en un principio.

Hoy en día debemos partir de la base de que el cliente que viene a contratar nuestros servicios lo hace suponiendo que contamos con un alto conocimiento jurídico de la materia. Hoy el conocimiento jurídico no marca la diferenciación, sino que es un elemento más de esta, por lo que tener una base jurídica de calidad ayudará a prestar un servicio excelente a nuestros clientes, quienes demandan algo más que el conocimiento jurídico. De hecho presumen que debemos contar con ellos.

El conocimiento jurídico, además, nos aporta otras ventajas: cuanto mayor conocimiento poseamos en una determinada materia, menos tiempo dedicaremos a los asuntos relacionados con esta, de manera que seremos más eficaces y eficientes en la prestación de nuestros servicios jurídicos.

Santiago, en una de esas tardes que se quedaba intercambiando impresiones con Pablo, de repente se levantó en medio de la conversación, se acercó a una de sus estanterías y sacó un pequeño libro de tapa azul. Pablo pudo leer el título: «El Alma de la Toga»2). Se dirigió a su silla y le dijo a Pablo: «Cuando comprendas esto que te voy a leer, comenzarás a ser abogado». Santiago comenzó a leer:

«Quien es abogado, urge reivindicar el concepto de abogado. Tal cual hoy se entiende, los que en verdad lo somos, participamos de honores que no nos corresponden y de vergüenzas que no nos afectan. En España todo el mundo es abogado, mientras no se pruebe lo contrario. Así queda expresado el teorema, que Pío Baroja, por boca de uno de sus personajes, condensa en estos otros términos: ya que no sirves para nada útil, estudia para abogado. Los corolarios son inevitables. - ¿Con quién se casa Pepita? - ¡Con un Abogado! Este abogado suele ser escribiente temporero del ayuntamiento o mecanógrafo de una casa de banca. -En el actual Ministerio hay siete abogados. La realidad es que apenas si uno o dos se han puesto la toga y saludado el Código Civil.»3)

1

Eduardo Juan Couture Etcheverry fue un prestigioso abogado y profesor uruguayo, considerado el procesalista más influyente del Derecho Continental en el siglo XX.

2

El Alma de la Toga, Ángel Ossorio y Gallardo, Valleta ediciones 2001.

3

Fragmento de la primera página del Libro El Alma de la Toga, Ángel Ossorio y Gallardo, Valleta ediciones 2001.

Santiago paró un instante de leer para ver si Pablo le estaba escuchando, y continúo leyendo:

«La Abogacía no es una consagración académica, sino una concreción profesional. Nuestro título universitario no es de "abogado", sino de "licenciado en Derecho", que autoriza para ejercer la profesión de abogado. Basta, pues, leerle para saber que quien no dedique su vida a dar consejos jurídicos y pedir Justicia en los tribunales, será todo lo licenciado que quiera, pero abogado, no.»

Cuando Santiago término de leer, se dirigió a Pablo, y le dijo: «Hijo, hasta que no entiendas esto, no serás abogado. Serás otra cosa, pero abogado seguro que no. Y que conste, hijo, que pienso que tienes más condiciones que yo para serlo, porque posees habilidades que yo nunca he tenido ni tendré, pero debes entender que en esta profesión hay que estudiar sí o sí».

Pablo que era experto en contradecir a su padre, y le contestó: «Papá, tienes razón, pero también debes tener en cuenta que se puede estudiar mucho, pero si no tienes clientes, de nada sirve estudiar tanto. Y ahora te hago yo una pregunta: ¿quién es mejor abogado, el que tiene muchos clientes o el que más estudia, pero no tiene clientes?».

Santiago, sin dudarlo, le contestó: «Hijo, si estudias, los clientes llegarán».

Ambos recogieron sus cosas y salieron juntos del despacho como solían hacer.

¿La Universidad nos enseña a ser abogados? ¿Qué significa ser buen abogado? ¿Estudiamos hoy los abogados lo que deberíamos? ¿Tenemos tiempo para estudiar? ¿Priman hoy otras cuestiones por encima del estudio jurídico?