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Tres: La comunidad

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Dimensión que se instala desde la experiencia subjetiva del habitar. Las prácticas individuales y colectivas que (re) interpretan el proyecto obrado y los relatos que dan vida a la historicidad de una comunidad, son los materiales que permiten la indagación. Los discursos asociados a la memoria local y a los hitos que configuran lumbres de identidad y pertinencia, se ponen en juego con la configuración espacial y sus significados asociados.

En nuestro caso de estudio, la lógica proyectual fomenta la interacción de las relaciones vecinales. Un parque longitudinal y un sistema de áreas verdes que privilegian la permanencia y la circulación peatonal, más el equipamiento comercial distribuido homogéneamente en la Unidad Vecinal. Sin embargo, la historia del conjunto da cuenta de las dificultades que enfrentó la comunidad para alcanzar grados importantes de organización. La mantención de una obra de la envergadura de Villa Frei (25 mil personas) se pensó como una gestión centralizada en la oficina de Administración de la Caja de Empleados Particulares, que se ubicaba en una torre del conjunto. Tenía a su cargo la mantención de las viviendas, el equipamiento y los espacios comunes. En 1970 llegó a tener a más de 160 operarios trabajando en la Villa. En el marco de la agitación social de los años de la Unidad Popular, la organización vecinal de la comunidad no se quedó atrás. Se creó una Junta de Vecinos de todo el conjunto, así como comités de vecinos por torres y bloques.

Desde una perspectiva conceptual, debemos reconocer que, desde hace algunas décadas, la antropología se ha distinguido por trabajar en espacios urbanos locales, acotados geográfica y/o simbólicamente, como son los barrios, pueblos, poblaciones o vecindades. Esta forma de aproximarnos a la ciudad nos introduce en un problema central de los estudios etnográficos: la delimitación del concepto de comunidad. Desde los pioneros estudios de comunidades marginales de Oscar Lewis en México8, hasta la nueva preocupación por los imaginarios urbanos a escala local9, dan cuenta de una tradición al interior de las Ciencias Sociales por interrogar la vida de escala barrial en el marco de los procesos de crecimiento metropolitanos. Ahora bien, no sólo podemos echar mano a la producción antropológica e historiográfica de la generación de «historias locales», también tributan a esta dimensión el rescate de las múltiples interacciones vecinales que al decir de Jane Jacobs10 dan vida al espacio público y las lecturas de las prácticas cotidianas como sabotaje y resignificación que releva De Certau11.

No es sino ponderando este juego de relaciones en una red compleja y multidimensional en donde podemos, con cierta certeza, preguntarnos por la sustentabilidad de estas formas de habitar en la contemporaneidad. Proyectualidad, Obra y Comunidad son materiales indispensables para ponderar estrategias de lectura e intervención de estos conjuntos en el marco de las banderas de la gestión local del territorio. A modo de ejemplo, interrogaremos el tema de la sustentabilidad de las áreas verdes en el caso de estudio, considerando esta red de variables en juego.

Es así como, cada uno de los tres capítulos del libro pone el acento en una de las tres dimensiones descritas. El capítulo primero se concentra en las lógicas proyectuales, que, desde la arquitectura y el diseño urbano, concentran sus esfuerzos en el desarrollo de la escala vecinal y barrial. El segundo, da cuenta de las condiciones institucionales en que fue posible la materialización de obras de arquitectura habitacional de alto estándar, con énfasis en lo colectivo y la espacialidad pública. El tercero se adentra en la memoria de la comunidad, dando cuenta de las estrategias de gestión socio-territorial que potenciaron las condiciones conceptuales y materiales que sustentaron el desarrollo y consolidación del conjunto.

Proyecto, obra, comunidad

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