Читать книгу Proyecto, obra, comunidad - Marco Valencia - Страница 13

1. 1. El aporte de los primeros CIAM. Utopías verdes

Оглавление

Es evidente que una de las inspiraciones de los grandes proyectos habitacionales modernos está en las utopías verdes de las vanguardias de principios del siglo pasado. Los pioneros de la arquitectura moderna prestaron particular atención al problema de la ciudad. Al ser el ámbito principal en el que tiene lugar la vida humana, la ciudad, más que cualquier edificio particular, encarna el modo de vida de una época.

La arquitectura moderna nació para ayudar al hombre a sentirse a gusto en un mundo nuevo. Sentirse a gusto significa algo más que tener cobijo, ropa, alimentos; ante todo significa identificarse con el entorno físico y social, implica una sensación de pertenencia y participación (...) Los entornos cerrados y seguros del pasado se han desintegrado, y las nuevas estructuras sociales y físicas exigen nuevas formas de entendimiento18.

La ciudad histórica, cerrada y relativamente estática del siglo XIX, no se correspondía con la imagen del mundo abierto, en permanente cambio, de la sociedad finisecular. Este cambio epocal requería nuevas formas y estructuras y la arquitectura moderna será una de ellas.

La arquitectura moderna es una de esas formas. Su intención general es proporcionar al hombre una nueva «vivienda». Esta nueva vivienda debería satisfacer la necesidad de identificación y, por tanto, ser expresión de una renovada amistad entre el hombre y su entorno19.

El hacinamiento, las insalubres condiciones de vida, la dispersión urbana y la congestión propias del impacto del desarrollo industrial sin precedentes y sin regulaciones, hacen ver en los maestros del movimiento moderno, la necesidad de una renovación radical del paisaje urbano. Así surgió la visión de una ciudad verde,

que pretendía devolver al hombre esos placeres esenciales del sol, el espacio y la vegetación. Para materializar esa idea la planta libre se transfirió desde el edificio a la ciudad, y un nuevo modelo de edificios exentos y de aspecto prismático llegó a reemplazar las calles, plazas y manzanas de la ciudad tradicional20.

El concepto de ciudad verde formulado por Le Corbusier tiene la cualidad de ser una visión global, y como tal representó una protesta contra las ciudades históricas superpobladas y degradadas. La idea de relacionar la vivienda con la naturaleza, y asegurar así el disfrute de los «placeres esenciales», es sin duda valiosa y en innumerables lugares ha traído consigo una mejora en las condiciones de vida.

La crítica a la ciudad verde no está en las viviendas como tales, sino más bien en que no son capaces de construir un «lugar de instituciones reunidas». A este respecto hay que considerar dos problemas. La necesidad de un núcleo donde se concentren las instituciones, y en segundo, lugar, la definición espacial de esa concentración.

Acá encontramos dos aspectos que caracterizan la proyectualidad habitacional moderna. Uno, la generación de un área de equipamiento central definida por la unidad vecinal. Dos, la presencia de viviendas en grandes paños de explanadas verdes. La Villa Frei, es ilustrativa respecto de ambas condiciones.

Sin embargo, la expresión más radical del racionalismo, no estuvo exenta de costos en relación con la generación de pertinencia e identidad colectivas. Mientras la planta libre y la forma abierta, dos pilares del nuevo orden moderno, no suponían una pérdida de edificios identificables, la ville radieuse o ciudad verde, representa una ruptura radical con todas las propiedades tradicionales del lugar. Este concepto de ciudad abolió la cualidad figurativa de los asentamientos con respecto al paisaje, el espacio urbano definido y la sensación de una atmósfera o carácter local.

La pérdida del lugar trajo consigo, evidentemente, un debilitado sentido de la pertenencia y la participación21.

En este sentido, Collin Rowe ha señalado que la interpretación que hacía Le Corbusier del espacio público representa una inversión de las relaciones tradicionales entre figura y fondo de la ciudad. En la ciudad histórica, la matriz construida (los llenos), formaban un fondo continuo sobre el que los espacios públicos aparecían como figuras. En los proyectos de Le Corbusier y en la ciudad moderna proyectada por los primeros maestros, el espacio abierto (el vacío) se convierte en un fondo ocupado por edificios exentos, situados en un verde continuo22.

En este sentido se debe reconocer cierto camino sinuoso y conflictivo de la forma en que el urbanismo moderno va considerando a la habitabilidad como una variable pertinente en cuanto elemento a considerar en la lógica del proyecto de diseño urbano.

La declaración de La Sarraz del CIAM de 1928, hacía más hincapié en la construcción que en la arquitectura, asumiendo un discurso productivista, muy acorde a los influjos del desarrollo industrial. Este CIAM «afirmó abiertamente que la arquitectura estaba supeditada a los temas más amplios como la economía y la política, y que, lejos de separarse de la realidad del mundo industrializado», debía depender de los métodos de producción racionalizados23. La declaración de La Sarraz es clara en señalar que el urbanismo no puede venir determinado por cuestiones estéticas, sino exclusivamente por exigencias funcionales.

La fase de los siguientes CIAM, mayormente determinada por la figura de Le Corbusier (1933-1947), se reorientó hacia el urbanismo. El IV CIAM de 1933, fue el más significativo, ya que incluyó el análisis de 43 ciudades europeas, y concluyó con la declaración de Atenas. El documento incluye 111 proposiciones que se componen en parte de declaraciones sobre las condiciones de las ciudades, y en parte de propuestas para la rectificación de esas condiciones, agrupadas en cinco categorías principales: vivienda, diversión, trabajo, circulación y edificios históricos. El documento, sin embargo, ha sufrido embates críticos, por ser considerado dogmático y universalista, ya que cae en generalizaciones en aspectos centrales como la definición del sujeto y las variables regionales.

En este sentido, la declaración contiene una rígida proposición respecto a los principios orientadores del diseño de la vivienda económica y la ciudad. Desde una mirada crítica, apunta K. Frampton:

Ese aire de aplicabilidad universal oculta una concepción muy limitada, tanto de la arquitectura como del urbanismo y comprometía inequívocamente los CIAM, con la rígida zonificación funcional de los planes urbanísticos, con cinturones verdes entre las áreas reservadas para las diferentes funciones; y un único tipo de vivienda social, descrita en palabras de la carta como «bloques altos muy separados, allí donde exista la necesidad de alojar mucha densidad de población24.

Aunque el consenso inmediato de la carta de Atenas redundó en la imposibilidad de estudiar otros modelos posibles de habitabilidad residencial, el tono dogmático fue cambiando significativamente. Las exigencias políticas radicales del movimiento de vanguardia inicial habían sido abandonadas, aunque el funcionalismo seguía siendo el canon principal, los preceptos de la carta eran puestos en juicio tanto por su dogmatismo como por su inaplicabilidad práctica. Ya a partir de 1937, los CIAM estuvieron preparados para reconocer no sólo el impacto de las construcciones históricas sino también la influencia de la región en que estaba situada la ciudad.

Después de la segunda guerra el racionalismo materialista estaba puesto abiertamente en tela de juicio. Con la celebración del VI congreso en 1947, los CIAM intentaron superar la esterilidad de la ciudad funcional, declarando que el objetivo de los CIAM es trabajar para la creación de un entorno físico que satisfaga las necesidades emocionales y materiales de las personas. El grupo inglés MARS, al calor del tema del VIII CIAM –el corazón de la ciudad-, insistió en la idea que los edificios representen en la población algo más que su sola satisfacción funcional, abarcando aspectos como la monumentalidad, la alegría, el orgullo y entusiasmo.

Es significativo, sin embargo, que la reacción contra esta ciudad dispersa surgiera al interior del propio Movimiento Moderno, y no como una crítica exógena. En 1951, la octava reunión de los CIAM, estuvo dedicada al corazón de las ciudades y su objetivo declarado era «la humanización de la vida urbana».

En su discurso de presentación el presidente de los CIAM. José Luis Sert, destacó la necesidad de un proceso de recentralización y, con ello, de «nuevos centros» porque todavía creemos que los lugares de congregación pública como las plazas, los paseos, los cafés, los clubes comunitarios populares, donde la gente puede reunirse libremente, estrecharse la mano y discutir con tranquilidad, no son cosa del pasado y si, se replantean adecuadamente para las necesidades de nuestros días, deberían tener lugar en nuestras ciudades25.

Si bien las ponencias de este VIII CIAM versaron sobre la importancia de los centros históricos y la recuperación de la escala humana26, los proyectos presentados siguieron estrictamente los cánones de la primera modernidad ortodoxa. Proyectos de tipo anti urbano, con edificios aislados en un continuum verde.

Sin embargo, este principio de tabula rasa radical, es puesto en entre-dicho, en la segunda mitad de siglo, por los arquitectos revisionistas modernos de inspiración fenomenológica. Norberg Schulz señala que la ciudad debería imaginarse más bien como un conjunto denso y topológico de plantas libres en el que los principios de organización de la Gestalt27, se usen para asegurar coherencia e identidad. Lo que se consigue así es una nueva interpretación de las propiedades estructurales básicas de la ciudad: la ciudad figurativa, el espacio urbano y el carácter local.

En este sentido la planta libre aparece como un elemento central de esta nueva mirada, que desde el diseño arquitectónico anunciaba la nueva era. Sin embargo, las aplicaciones de los principios de los primeros Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, no son asimilados pasivamente por los diseñadores de conjuntos habitacionales modernos en contextos geográficos y culturales diversos. Si bien, el principio de la forma abierta, fue sin dudas, un aspecto central en la nueva orientación, la planta libre propiamente tal, fue interpretada a su modo por los arquitectos de la segunda mitad del siglo XX.

Para Norberg Schulz, esta mirada local a los principios de la planta libre encuentra su expresión geográfica más importante en la obra, entre otros, de Alvar Aalto:

Sus edificios son indudablemente ejemplos de planta libre: es decir nunca están cerrados como entidades estáticas y autosuficientes, sino que, sin perder su identidad, permanecen como partes abiertas y esenciales en un entorno total.

La interpretación de de la planta libre de Aalto ha sido catalogada de topológica, una especie de superación de la visión tradicionalmente geométrica de los maestros del movimiento moderno, Le Corbusier y Mies Van Der Rohe. Sin embargo, el mundo abierto es el punto de partida común y la nueva concepción del espacio, el ethos compartido. La versión que hace Aalto de la planta libre es importante, porque abre todo un abanico de nuevas posibilidades espaciales; en concreto hace más fácil y más significativa la adaptación a los contextos locales. Esto significa que la forma abierta busca establecer una relación interactiva entre el objeto arquitectónico y el entorno. La identidad del lugar no se suprime, pero en este afán de distinción tampoco debe cerrarse, como un mundo autosuficiente. Por contrapartida, según Norberg Schulz, en algunos edificios propuestos por la escuela «Neo-racionalista»28, la arquitectura espacial se cierra, olvidando el significado original del paseo público y devaluando la importancia central del espacio intermedio, tan caro a la teoría y práctica de unidades vecinales de diverso cuño. Es así como, los derroteros que sigue la arquitectura habitacional moderna permiten miradas revisionistas que posibilitan modelos de desarrollo residencial que, en los marcos propuestos por la forma abierta, sopesan de acuerdo a las variables locales, el uso y extensión de la planta libre, de las circulaciones en altura y de otros elementos característicos de la modernidad. Los trabajos del Team X y la aplicación de la teoría de la Unidad Vecinal serán demostrativos de aquello.

Proyecto, obra, comunidad

Подняться наверх