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CAPÍTULO 6

Perdón/Unión

6.1 La unión se apoya en el perdón. Esto lo has oído antes sin entender qué es lo que has de perdonar. Debes perdonar la realidad por ser lo que es. La realidad, lo verdaderamente real, es la relación. Debes perdonar a Dios por crear un mundo en el que no puedes estar solo. Debes perdonar a Dios por crear una realidad compartida, antes de que puedas comprender que es la única realidad que desearías tener. Has de perdonar esta realidad por ser distinta de como siempre la has imaginado. Has de perdonarte a ti mismo por no ser capaz de hacer las cosas por tu cuenta, porque has reconocido la imposibilidad de hacerlo. Has de perdonarte por ser lo que eres: un ser que sólo existe en relación. Has de perdonar a todos los demás por ser como tú. Ellos tampoco pueden estar separados, por mucho que se esfuercen en lograrlo. Perdónalos. Perdónate a ti mismo. Perdona a Dios. Entonces estarás preparado para empezar a aprender hasta qué punto es diferente vivir en la realidad de la relación.

6.2 Tu hermano no existe separado de ti, ni tú de tu hermano. Ésta es la realidad. Tu mente no está contenida dentro de tu cuerpo, sino que es una con Dios y se comparte por igual entre todos. Ésta es la realidad. El corazón, que es el centro de tu Ser, es el centro de todo lo que existe. Ésta es la realidad. Nada de esto hace que seas menos de aquello que has percibido que eras, pero sí hace imposible que seas un ser separado. Puedes desear lo que es imposible hasta el fin de tus días, pero no podrás hacer que sea posible. ¿Por qué no perdonar al mundo por ser distinto de como has creído que era, y empezar a aprender qué es en realidad? Para esto existe el mundo. Y cuando hayas aprendido lo que tiene para enseñarte, ya no lo necesitarás, y con suavidad lo dejarás ir, y en su lugar encontrarás el cielo.

6.3 Esto es todo lo que las palabras, símbolos, formas y estructuras de tu mundo han venido a enseñarte, expuesto de la forma más sencilla y directa posible. No estás separado ni estás solo; nunca lo has estado ni lo estarás. Todas tus ilusiones se han creado para ocultar este hecho de tu existencia, porque desearías que no fuera así. Sólo cuando dejes de desear lo que no puede ser, podrás empezar a ver aquello que es.

6.4 Quienes menos me aceptaron como profeta y salvador fueron aquellos que más se parecían a mí, quienes me vieron crecer, quienes trabajaban junto a mis padres y quienes vivían en el mismo pueblo. Fue porque sabían que yo no era diferente de ellos, y eran incapaces de aceptar que eran iguales a mí. Ellos entonces no eran –y vosotros ahora no sois– diferentes de mí. Somos todos iguales porque no estamos separados. Dios creó el universo como un todo interrelacionado. El hecho de que el universo sea un todo interrelacionado ya no lo discute ni siquiera la ciencia. Aquello que has fabricado para ocultar tu realidad, con la ayuda del Espíritu Santo se ha ido convirtiendo en aquello que te ayudará a aprender qué es tu verdadera realidad. Sin embargo, sigues negándote a escuchar y a aprender. Sigues prefiriendo que las cosas sean distintas de lo que son y, al preferirlo, eliges que permanezcan así.

6.5 Elige algo nuevo: la elección que tu corazón anhela hacer por ti y que a tu mente le está resultando cada vez más difícil negar. Al elegir unidad por encima de separación, eliges realidad en vez de ilusión. Acabas con la oposición al elegir armonía. Pones fin al conflicto al elegir paz.

6.6 El perdón puede hacer por ti todo esto. El perdón del error original: el de elegir creer que estás separado, a pesar de que no es así ni podrá serlo jamás. ¿Cómo podría un creador amoroso crear un universo en que fuera posible tal cosa? Una cosa aislada sería una cosa creada sin amor, pues el amor crea a su semejanza y es por siempre uno con todo lo que se ha creado. Tan sólo darte cuenta de esto te pondrá en el camino de aprender aquello que tu corazón desea que aprendas.

6.7 El hecho de que no estés solo en el mundo te demuestra que no te corresponde estar solo. Todo lo que hay aquí tiene el objetivo de ayudarte a aprender a percibir correctamente, y desde ahí traspasar la percepción para llegar a la verdad.

6.8 ¿Qué es lo contrario de separación, sino estar unido en relación? Todo aquello que se una a ti en una relación es sagrado debido a lo que eres. Todo contraste que veas aquí no hace sino señalar esta verdad. El mal sólo se ve en relación con el bien. El caos sólo se ve en relación con la paz. Mientras veas estas cosas como separadas, no podrás ver aquello que las relaciones te mostrarían. El contraste demuestra, y por este motivo es uno de los recursos didácticos preferidos del Espíritu Santo. El contraste demuestra, únicamente para revelar la relación que existe entre verdad e ilusión. Al decidirte por negar la relación, elegiste un sistema de pensamiento basado en lo opuesto a tu realidad. Así es que cada elección de negar la unión revela lo opuesto. Aquello que está separado de la paz es el caos. Aquello que está separado del bien es el mal. Aquello que está separado de la verdad es la locura. Puesto que tú no puedes estar separado, todos estos factores que se oponen a tu realidad existen únicamente en contraposición a ella. Esto es lo que elegiste crear cuando elegiste fingir que puedes ser lo que no puedes ser. Elegiste vivir en contraposición a la verdad, y la contraposición es obra tuya.

6.9 ¡Vuelve a elegir! Y suelta tu temor de lo que la verdad traerá. ¿Qué podría ser más demente que aquello que ahora llamas cordura? ¿Qué pérdida puede haber en unirte con lo que tanto se parece a ti? Está a sólo un pequeño paso de donde ahora te encuentras, ¡tan indefenso y solo!

6.10 Y sin embargo, temes, y sostener ese temor te tiene muy ocupado. Alimentas su fuego por si se apaga y te deja con una calidez que no es de este mundo. Ésta es la calidez que quisieras tener, una calidez tan envolvente que nunca más habrías de sentir el frío del invierno. Y sin embargo, sigues eligiendo el fuego. Eliges los fuegos del infierno antes que la luz del cielo. Sólo tú puedes avivar esos fuegos, y eso es lo que los vuelve deseables para ti. Una calidez que no es de este mundo, ofrecida libremente, sin que cueste ningún esfuerzo… eso te lleva a negar con la cabeza. ¿Cómo puede ser para ti, si no puedes invertir esfuerzo en obtenerla? Y aunque fuera cierto, ¿entonces qué? Algunos –piensas– elegirían vivir cerca del ecuador, donde el sol brilla todos los días y donde dejarían atrás la necesidad de avivar el fuego. Pero tú no. Tú –piensas– prefieres las estaciones, el frío además del calor, la nieve además de la lluvia, la oscuridad de la noche y las nubes que cubren el sol. ¿Cómo sería la vida sin todas estas cosas? Sol perpetuo sería demasiado fácil, carente de imaginación, demasiado estéril. Que todos los días fuesen iguales carecería de interés ahora. A lo mejor más adelante. Quizás cuando seas viejo y te hayas cansado del mundo. Entonces, tal vez te sientes al sol.

6.11 Éste es el cielo de tu mente, el sentido que le atribuyes a la unión, el aspecto que le das a la paz eterna. Con semejante visión en tu mente, no es de extrañar que no la elijas, o que la aplaces hasta el fin de tus días. Un cielo así sería para los ancianos y los enfermos, para aquellos que estuvieran ya preparados para abandonar el mundo, para quienes se encuentran ya agotados de estar en él. ¿Qué diversión tendría un mundo así para quienes seguís siendo jóvenes y llenos de energía, para quienes todavía estáis dispuestos a librar otra batalla más, para quienes aún no se han enfrentado a todos los retos? Si todavía queda una montaña por escalar, ¿por qué elegir el cielo? ¿Por qué no elegirlo más adelante, cuando la enfermedad te haya quitado el dominio de tus miembros, y tu mente ya no avance corriendo hacia la siguiente novedad?

6.12 El entusiasmo por la vida y el entusiasmo por el cielo parecen estar en oposición. El cielo y su entorno de paz eterna se reservan, con razón –piensas–, para el final de la vida, por lo que gritas ante la injusticia cuando un joven deja el mundo. El cielo no es para los jóvenes, dices. No es justo que aquellos que mueren jóvenes no hayan tenido la oportunidad de vivir, la oportunidad de afrontar la lucha y los retos, la llegada del nuevo día y el ocaso del que acaba. Es triste que no hayan tenido la oportunidad de vivir separados y solos, y de llegar a ser lo que podrían haber sido. Lo que ellos son no es más valorado que lo que tú eres. Lo que está por llegar es aquello para lo que vives, con la esperanza imperecedera de que no será como lo anterior. Porque cada reto afrontado es tan sólo una llamada a afrontar el siguiente. Y cada uno viene a reemplazar al anterior con la esperanza de que éste sea el que cuente, y con la misma esperanza de que no lo sea.

6.13 Tener éxito es tan sólo una pequeña muerte que debes apresurarte por dejar atrás para avanzar hacia donde esperan el reto de un nuevo éxito y una nueva razón para existir. La zanahoria de la realización que sostienes delante de ti se consume rápidamente cuando la alcanzas, y la vida vuelve a autoalimentarse. De la misma manera en que comes para saciar el hambre, para después volver a tenerlo, así el resto de tu vida necesita este mantenimiento constante para conservar la realidad que le has otorgado. “Lucha por triunfar, y triunfa para luchar otro día más” es la vida que has creado, y la vida que temes que el cielo podría reemplazar. Abandonar la idea de que aquí es donde se encuentra el sentido, donde se llega a la realización, donde nace la felicidad entre las penas… eso se considera una rendición. Es justo –y sólo– en este momento cuando suplicas el auxilio del cielo, en este momento en el que la rendición se aproxima, pues nunca sientes tanta necesidad de ayuda como cuando todos tus proyectos han fracasado, y rendirte se presenta como una opción más atractiva que la de seguir adelante.

6.14 Pocos piden la gracia de abandonar lo que ha sido por lo que podría ser. Pues abandonar se considera un fracaso, y esto es lo que más temes. No tener éxito en la vida sí que sería un fracaso, si ello fuera posible. Sin embargo, te aferras incluso a esta posibilidad, pues sin ninguna posibilidad de fracaso no hay ninguna posibilidad de éxito, o eso es lo que crees. El contraste que te has habituado a percibir en tu estado separado sólo permite situaciones en las que hay que elegir entre una opción u otra. Aunque elegir el cielo ciertamente implica la elección de renunciar al infierno; aunque la verdad, en efecto, es la elección de renunciar a la ilusión, éstas son las únicas opciones reales que existen, y no se hacen extensivas a tus ilusiones sino sólo a la verdad. Pues en la verdad, todas las ilusiones desaparecen, y en el cielo queda vencido para siempre todo pensamiento del infierno.

6.15 ¿Cómo puedo convencerte de que la paz es lo que deseas cuando no sabes qué es la paz? Quienes antaño rendían culto a los becerros de oro lo hacían porque no conocían otra opción. El concepto de un Dios de amor les era tan ajeno como lo es una vida de paz para ti. Lo que es extraño para el mundo ha cambiado, pero el mundo no. Quienes conviven con la guerra desean la paz. Quienes conviven con el fracaso buscan el éxito. Dicho de otro modo, en ambos casos lo que se está diciendo es esto: buscas encontrar sentido en un mundo demente, encontrar un significado, un propósito, donde no los hay.

6.16 ¿Cómo puedo hacer que la paz sea atractiva para ti, que no la conoces? La Biblia dice: “El sol brilla y la lluvia cae sobre buenos y malos indistintamente”. Entonces, ¿por qué crees que la paz es sol perpetuo? La paz es simplemente el disfrute de la lluvia y del sol, de la noche al igual que del día. En la ausencia del juicio, la paz brilla sobre todo lo que contemplas, al igual que sobre cada situación que afrontas.

6.17 Las situaciones también son relaciones. Cuando la paz entra en tus relaciones, las situaciones también son lo que les corresponde ser, y se perciben bajo la sagrada luz del cielo. Las situaciones ya no enfrentan a uno contra otro, haciendo imposible que ninguno consiga lo que pretende. El reto ahora se plantea en la creación, y no en el logro. Habiendo paz, los logros se alcanzan en el único lugar en el que tiene sentido desearlos. Con el logro, llegan la libertad y el reto de la creación. La creación se convierte en la nueva frontera, en la ocupación de aquellos que son demasiado jóvenes para descansar, que están demasiado interesados en seguir viviendo para recibir con agrado la paz de la muerte. Aquellos que no pudieron cambiar el mundo ni un ápice con su esfuerzo permanente, en paz crean el mundo de nuevo.

6.18 Aquí encuentran las más bellas respuestas a sus preguntas. No hace falta tiempo, dinero, ni el sudor de su frente para cambiar el mundo: sólo hace falta amor. Un mundo perdonado es un todo, y en su totalidad es uno contigo. Es aquí, en la totalidad, donde mora la paz y se encuentra el cielo. Es desde la totalidad desde donde el cielo te espera.

6.19 Piensa en esto ahora. ¿Cómo podría el cielo ser un lugar separado, un pedazo de geografía distinta del resto? ¿Cómo podría no abarcarlo todo y aun así ser lo que es: el hogar del hijo amado de Dios y la morada de Dios mismo? Es porque Dios no está separado de nada que tú tampoco puedes estarlo. Es porque Dios no está separado de nada que el cielo es el lugar donde tú estás. Es porque Dios es amor que todas tus relaciones son sagradas, y a través de ellas puedes encontrar el camino a Él y a tu Ser santo.

6.20 ¿Se cortan tus relaciones con tus seres queridos cuando ellos abandonan el mundo? ¿Acaso no sigues pensando en ellos? ¿Y no sigues pensando en ellos como quienes eran en vida? ¿Cuál es la diferencia, en tu mente, entre quienes eran y quienes son después de la muerte? Si eres sincero, ¿admitirías sentir envidia, tener la percepción de que siguen existiendo, aunque sin el dolor y el lastre del cuerpo, y sin los límites impuestos sobre aquellos que permanecen aquí? Los imaginas todavía en forma humana, quizás, y sin embargo los imaginas felices y en paz. Incluso aquellos que afirman no creer en Dios ni en ninguna clase de vida después de la muerte admitirán, cuando se les anime a decir la verdad, que ésta es una imagen que ilumina su mente con paz y esperanza. Es una imagen tan antigua como la tierra y el cielo, y todo lo que se encuentra más allá. No surgió de una fantasía, ni se transmitió de una mente a otra, como a menudo ocurre con las historias. Forma parte de aquello que sabes que eres, y que prefieres negar a favor de pensamientos de muerte tan horribles que convierten la vida en una pesadilla.

6.21 Es tu negación de todos tus pensamientos felices la que te ha llevado a una vida tan infeliz. Estás dispuesto a aceptar los pensamientos de terror y de pecado; sin embargo, acallas los pensamientos de resurrección y nueva vida antes de que puedan nacer, y los llamas “quimeras”. ¿Qué daño crees que te pueden hacer los pensamientos felices? Como mucho, los consideras delirantes. Pero lo que temes es quedar defraudado. Todo aquello que has deseado y que no has obtenido en tu vida lo utilizas como prueba para negarte cualquier esperanza. No comprendes la diferencia entre desear aquello que nunca podrá ser y aceptar aquello que es.

6.22 El mundo no puede dejar de defraudarte, porque la concepción que tienes de él está basada en el engaño. Sólo te has engañado a ti mismo, y tu engaño no ha cambiado aquello que es, ni conseguirá hacerlo nunca. Sólo Dios y Sus ayudantes designados pueden llevarte desde este autoengaño a la verdad. Has sido tan hábil engañándote que ya no puedes ver la luz sin ayuda. Mas únete a tu hermano y la luz empezará a brillar, pues todos están aquí para ayudarte. Éste es el propósito del mundo y del amor más bondadoso: acabar con tu autoengaño y devolverte a la luz.

Un curso de amor

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