Читать книгу El aire que respiras - Mark Broomfield - Страница 16
EL ÚTIL HELIO
ОглавлениеEn la atmósfera hay otro gas inerte, en cantidades mucho más pequeñas que las del argón, pero mucho más útil: el helio. Es el segundo átomo más pequeño que existe (después del hidrógeno). A este pequeño tamaño y a su naturaleza inerte se debe que sea a la vez útil y muy raro. El helio no solo se utiliza para inflar globos en los cumpleaños y para que te chirríe la voz si lo inhalas. En realidad, es una sustancia tremendamente provechosa para dirigir imanes de gran potencia. Cualquiera a quien le hayan hecho una resonancia magnética tiene razones para estar agradecido al helio, que hace que los imanes funcionen para generar imágenes IRM surrealistamente detalladas, cosa que evita esas tediosas operaciones de abrir y suturar. El helio líquido se utiliza para enfriar las bobinas magnéticas hasta unas decenas de grados por debajo del cero absoluto. Una temperatura muy muy fría: unos -250º. A esta temperatura, el alambre se convierte en superconductor, de modo que por las bobinas pueden pasar corrientes muy altas. El resultado de estas corrientes son los fuertes campos magnéticos necesarios para obtener magníficas imágenes IRM tridimensionales, de gran utilidad médica.
Sin embargo, la cuestión es que el helio, por extraño que pueda parecer para una sustancia volátil, es un producto mineral. Se produce en el suelo a partir de la descomposición reactiva de minerales que contienen uranio y torio. El helio se filtra por el suelo y sube a la atmósfera. Pese a esta fuente razonablemente importante de helio, solo constituye unas cinco millonésimas partes de la atmósfera. Podría ser mucho más, pero el helio es tan ligero que, en cualquier momento, una pequeña cantidad de él puede escapar de la gravedad de la Tierra y desaparecer en algún punto del espacio. Es un proceso lento, pero lo suficientemente rápido para, a la larga, acabar permanentemente con el helio. Así pues, aunque el helio es el segundo de los elementos más abundantes en el universo (después del hidrógeno), apenas lo hay en la atmósfera. Afortunadamente, existen reservas de helio que se han formado a lo largo de millones de años, y han quedado atrapadas debajo de rocas impermeables —de modo parecido a como se forman las reservas de gas natural—. Esto significa que se puede obtener helio como subproducto de la producción de gas natural en zonas donde hay uranio y torio. En algunas áreas, como el sur de Estados Unidos y (últimas noticias) Tanzania, el gas natural contiene mucho helio, que se puede separar del gas por destilación. Otras muchas reservas de gas contienen un poco de helio, pero en niveles tan bajos que a la compañía de gas no le sería rentable extraerlo —por lo que, sencillamente, se libera a la atmósfera y acaba perdiéndose en el espacio—. Los nuevos hallazgos en Tanzania son una buena noticia, y parece que pueden abastecer de helio durante un par de décadas. Sin embargo, el helio es sobre todo un recurso natural no renovable, y seguramente nos conviene ser precavidos en cómo lo utilizamos.