Читать книгу Aprender a ser feliz - Mechi Puiggrós de Mayer - Страница 10

3

Оглавление

Ahora te reís.

Pregunto de qué.

De cuando nos pusimos de novios, me decís.

Qué pasó cuando nos pusimos de novios.

Nada en especial. Bueno, en realidad, para mí fue inolvidable, Gordo. Son esos momentos en los que sabés, con certeza, que va a pasar algo impresionante. Sabés, porque te lo dice el corazón, que vas a recordar ese instante toda tu vida.

¿Un instante?

Habíamos llegado a un punto en el que —te digo— resultaba todo bastante incómodo.

¿Incómodo? ¿De qué hablás, Mechi?

Bueno, ya nos conocíamos, había conocido a tu familia, habíamos salido varias veces, hablábamos mucho. Caminábamos juntos, vos no salías con nadie más, yo tampoco.

¿Y eso te causa tanta gracia?

No, esperá.

(Risas, las risas que eran parte de tu forma de ser, Mechi.)

Me pregunté: ¿estamos de novios o no estamos de novios? Esto que pasa entre nosotros ¿tiene nombre, tiene título, o qué es? ¿Se lo puede calificar de alguna manera? Cuando mis amigas me preguntan, cuando mis hermanas quieren saber, ¿qué les digo? ¿Y si viene papá, o mamá, a preguntarme por “ese chico Mayer”, qué les tengo que responder?

Mirá cómo te reís ahora, Gordo. Te estoy confesando un momento de mi vida y te reís así. El problema es que, encima, te reís con todo el cuerpo, mirá esa sonrisa, parece que se va a salir de tu cara, que va a pasar por arriba de tus orejas. ¡El sonido que hacés cuando te reís! ¿Te escuchaste alguna vez? Debería agarrar un micrófono y grabarlo para que te escuches vos mismo. ¿No le podés decir a tu cuerpo que se quede quieto?

(Más risas, tuyas y mías.)

Me hice muchas preguntas, y esa tarde, la tarde crucial…

¿La tarde crucial? ¿Así la llamás? ¿Crucial? ¿La tarde en que nos pusimos de novios?

Sí, Gordo, pero esperá. No me interrumpas, que no puedo seguir. Sí, la tarde crucial, que nos pusimos de novios. Vos no me decías nada.

¿Cómo que no? Te dije que estábamos de novios.

Fue mucho peor. Te dije que teníamos que definir la situación y vos dijiste: “Bueno, estamos de novios”.

Eso.

¡No, eso no! Yo te dije: “Me lo tenés que decir”. Te miré a los ojos —estabas tan lindo, con tu pelo oscuro, tu mirada inocente— y te dije que me lo tenías que decir. “¿Decir qué?”, me preguntaste. “¿Cómo ‘decir qué’? ¡Me tenés que pedir que estemos de novios! Me tenés que preguntar si querés que yo sea tu novia, así yo después puedo decirles a mis amigas, a mis hermanas, a todo el mundo, que sí, que estoy de novia con Alejandro Mayer, que estoy enamorada de Alejandro Mayer, y si todo sale bien, ¡quién te dice, quizás mañana hasta podamos casarnos y formar una familia!”

Me lo tenías que decir, Gordo, pero no decías nada. Entonces, lo pedí. Directamente. Te ordené que preguntaras.

¿Y qué pasó?

Me preguntaste si estábamos de novios. Yo suspiré, dejé de preocuparme, reí, nos besamos y entonces sí, nos pusimos de novios.

Aprender a ser feliz

Подняться наверх