Читать книгу Cuerpo, función tónica y movimiento en Psicomotricidad - Miguel Sassano - Страница 12
El tono y su vinculación con el placer
ОглавлениеEl tercer aspecto del análisis se refiere al interjuego entre displacer/placer y tensión/distensión. Dice Coste (1978): “la tensión es la manifestación y el signo de un displacer. La fuente de la excitación de necesidad, que se sitúa en ciertas partes del cuerpo, suscita estímulos de displacer en esas zonas: el niño vive el hambre como un malestar en la boca, esa parte extraña de un cuerpo aún desconocido”.
El placer, ligado a la satisfacción de la necesidad, será experimentado en esa misma zona: ése es el motivo por el cual tal o cual región del cuerpo será una zona erógena, lugar de displacer (estado de necesidad) y de placer (durante la satisfacción), que rápidamente el niño aprenderá a estimular con independencia de la necesidad, por el solo placer que en ella encuentra y para pasar así a la distensión y al sueño con sólo chupar su dedo (Coste, 1978).
Pero es la madre y su cuerpo, al responder al cuerpo del niño, lo que le permite resolver esas tensiones: “El placer/displacer y la tensión y la distensión que le son inherentes, se vinculan siempre con la ausencia y la presencia de la madre, y están marcadas por el silencio o las exclamaciones y las palabras de ésta. Es en la necesidad insatisfecha y en la boca que busca en vano el seno donde nace el deseo, el deseo de que su madre acuda, el deseo de su madre” (ibid.).
Es una verdadera corriente de intercambio la que se instaura entre la madre y el niño, intercambio que toma las vías silenciosas e intuitivas del cuerpo y del tono. “Esta alternancia de la tensión y de la distensión, del displacer y el placer es escondida por las expresiones y las palabras de la madre: «Aquí está… nono… bebé…». El niño se halla, pues, condicionado a la articulación de un sonido y de una reacción tónica, a la simbolización de su estado de necesidad y de los medios de resolverlo. Podrá hacer que surja el placer de la presencia materna, escondiendo, como lo describe Freud, su aparición y su desaparición” (ibid.).
Estas experiencias originarias que el niño vive en el cuerpo serán las que en definitiva lo empujarán al universo de la comunicación humana, la cual, si bien se organiza según el modelo y las leyes del lenguaje, no excluye, sin embargo, al cuerpo y sus reacciones. Por el contrario, siempre presentes e interviniendo constantemente, nuestras posturas, nuestras actitudes, nuestros gestos, tejen la textura de nuestras relaciones con los otros. Nuestro placer, el que obtenemos en la satisfacción parcial que nunca llega a ser realmente completa, de nuestro deseo, provoca una distensión. La tensión o el hipertono acumulado es fuente de malestar (ibid.).
Ese es el motivo por el cual el dominio de las reacciones tónico-emocionales es un elemento fundamental en el comportamiento equilibrado de un cuerpo muchas veces vivido bajo la incomodidad, la inquietud o la torpeza. Permite la elaboración de una gestualidad adecuada al mundo e integrada con la personalidad.