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Desarrollo

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La sabiduría popular, reflejada de un modo más autoritativo por Scott y Fuller, describe al recién nacido como una criatura esencialmente táctil, incapaz de aprender y dependiente exclusivamente de su sentido del tacto para nutrirse. Sin embargo, otros observadores sagaces, como el autor y veterinario Michael Fox, han demostrado que esta visión merece una ampliación en ciertos aspectos. Para empezar, ha quedado demostrado que un cachorro recién nacido posee también un desarrollado sentido del olfato. En un ingenioso experimento, Fox cubrió las tetillas de una madre con aceite de anís, una substancia más bien maloliente, y a continuación dejó que los cachorros mamaran. Veinticuatro horas después, aplicaron la misma sustancia a un hisopo y lo acercaron al morro de los cachorros, que gatearon hacia él. Otros cachorros que no habían sido amamantados mientras percibían ese olor lo rechazaron de inmediato.

Además, el comportamiento neonatal revela la aptitud para el aprendizaje simple necesario para la supervivencia. Al entrar en contacto con algo caliente, un cachorro recién nacido empezará a escarbar instintivamente con el hocico. Eso le ayuda a encontrar la tetilla de su madre, ya que a veces queda escondida entre su pelo. Al observar a Yola comportarse así justo después del nacimiento, y luego otra vez unos días más tarde, apreciamos una notable diferencia. Si en un primer momento lo hacía de un modo torpe, tres días más tarde está bastante acostumbrada a ello. Con el tiempo, su desempeño mejora claramente.


Un cachorro de cuatro días ejerce una presión sorprendentemente intensa al succionar un dedo.

Con el transcurso de los días también desarrolla una mayor fuerza y confianza a la hora de mamar. Resulta interesante notar la diferencia en la habilidad para succionar de un recién nacido y del mismo cachorro pasados unos días. Nosotros lo hicimos con Yola, dejando que nos chupara brevemente los dedos. Al principio, poco después del nacimiento, la presión era un poco débil e insegura. Al repetir el ejercicio al cabo de unos días, la presión era sorprendentemente intensa y enérgica. Así se pone de manifiesto un aprendizaje elemental que sentará las bases para el aprendizaje posterior, de mayor complejidad.

El arte de criar un cachorro

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