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Una excepción interesante: una camada de uno

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Como a estas alturas ya se habrá comprobado, no podemos dejar de insistir en el hecho de que la socialización es un proceso vital para que el cachorro se adapte al mundo, una base estable de la que depende en gran medida el futuro desarrollo del animal. ¿Qué ocurre, entonces, si se da el raro caso de que sólo nazca un cachorro de una camada? ¿Es de esperar que el cachorro experimente contratiempos en su crecimiento y desarrollo? No necesariamente. Si bien un cachorro único presenta un reto, el criador puede asegurarse de que su terreno de juegos se equilibre con la manipulación y presencia frecuente de otros perros.

Por ejemplo, pongamos el caso que nos ocurrió hace años con un cachorro de una de nuestras hembras de pastor alemán. Apodamos Lit (abreviación de litter, camada) a la cría y empezamos desde el principio a suplementar la atención que recibía de su madre con mucha manipulación y estimulación. Tras las primeras semanas, el monje que se encargaba del criadero durante el día, cargaba con ella en una mochila mientras realizaba las tareas de limpieza, y a medida que Lit iba creciendo fuimos reforzando esta costumbre permitiendo que interactuara con cachorros de otra camada y con otros cachorros de pastor alemán mayores que participaban en el programa de cría y ya sabían cómo interactuar adecuadamente con ella. También la socializamos con la gente que visitaba el monasterio, en especial con mujeres y niños, ya que la mayor parte del contacto humano que había tenido al principio había sido con hombres. Para cuando Lit se marchó a su nuevo hogar, era una cachorrilla perfectamente socializada y controlada que también había aprendido algunos límites importantes impuestos por los perros mayores.

Si no hubiéramos actuado así y la hubiéramos dejado aislada, al cuidado único de su madre, habría tenido serios problemas de socialización. No habría aprendido a comportarse con otros perros y habría reaccionado con una extraña combinación de agresividad y temor, con una fuerte tendencia a usar demasiado la boca en situaciones de frustración. En realidad, se le habría augurado un futuro sombrío.

El arte de criar un cachorro

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