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METER LA LLAVE EN EL APARTADO DE CORREOS

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IÑIGO PASTOR: Lo primero que hicimos, antes de tener un fanzine, fue pedir un apartado de correos. En Correos ya nos conocían a mi hermano Gorka y a mí. Nos gastábamos muchísimo dinero en sellos. Más, incluso, que en discos. Pensábamos que esos sellos se convertirían en discos.

Hicimos un número bilingüe: castellano e inglés. Aunque al principio casi todo lo escribíamos en castellano, ya mandábamos el fanzine al extranjero con el ánimo de que nos mandasen discos promocionales. Y en muchos casos ocurría. A principio de los 80 recibíamos promos de Beggars Banquet en Inglaterra, de BOMP! en Los Ángeles, de Citadel en Australia, de New Rose en Francia… Los sellos mandaban un paquete de discos a un fanzine, el fanzine hacía un reportaje y la gente se enteraba. Nunca hubo ánimo de lucro en esos años. Mandabas tu fanzine a un fanzine de Nueva York, sacaba tu dirección en su columna de fanzines y los grupos que la veían te escribían y te mandaban su disco o su maqueta. Nos llegaban mogollón de cosas: cartas, maquetas, discos… Mi momento favorito, durante muchos años, fue meter la llave en el apartado de correos, abrir y mirar qué había llegado.

Todo fanzine, por lo general, tenía su sección de otros fanzines en la que aparecía el contacto y de qué iban. Era como una red, como cuando recibes esa carta de «manda esta carta a seis personas». Mandábamos muchos ejemplares fuera para ver qué pasaba. Y empezaron a pasar cosas. Lo mandábamos a Edimburgo y los Pastels nos mandaban sus discos. Viéndolo ahora parece la Edad Media, pero es algo que funcionó. Y aprendías mucho. Te llegaban cosas muy distintas, cosas que descubrías y que, a la vez, transmitías. Esto último era lo más bonito: la transmisión.

Nuestro fanzine se veía en muchos sitios de España. Mandabas cincuenta ejemplares a gente de grupos y otros fanzines, y al cabo de dos meses te decían, «he vendido tantos, te mando el dinero». Era una distribución totalmente alternativa; un poco anárquica, pero funcionaba. También teníamos puntos de venta fijos. Yo mismo llevaba los fanzines a los bares.

ROBER!: Los fanzines se vendían en las tiendas que tenían discos más underground, pero, sobre todo, en bares. Los compraba en el Muga de Bilbao, en el Mellid de Barakaldo… La herencia de los Munster fue de los que más me marcó. Es el primero que marcó la línea del garaje, el rock australiano… A los Scientists los descubrí ahí. También estaba el Ruta del principio, que era un poco como un fanzine, Romilar-D

Tuve un programa en una radio libre que montaron en una casa okupada. Se llamaba Eau de cloac: sin ka. Lo de la ka lo llevaba mal. Ahora me gustan muchos grupos del rock radical, pero entonces era la reacción contra lo que había. Y si a todo el mundo le gustaba el rock radical, a mí no. En la radio poníamos Spacemen 3, Sonic Youth, The Lime Spiders… La gente llamaba preguntando si esa música la hacíamos nosotros, porque eran cosas muy ruidosas. Entre canción y canción leíamos noticias de El Caso con eco. Nos poníamos pedo en el programa.

Duró dos años. Luego tiraron el local, lo remodelaron y lo convirtieron en la Escuela de Idiomas de Barakaldo.

IÑIGO PASTOR: Decidí meter un single en el fanzine cuando vi que los fanzines de fuera lo hacían. El primer flexi fue una coproducción con un sello sueco. Lo conocí porque me escribió un emigrante español: Juan Capel, del fanzine Eye. Era un tipo bastante más mayor que yo que se había ido a estudiar allí en los años 60. Iba a hacer un flexi para el siguiente número de un grupo llamado Puss Twangers y quedamos en que hiciese quinientos más y me los mandase. El flexi lo fabricó él. En el extranjero estaba todo más desarrollado y era más accesible. Aquí preguntabas a cualquiera cómo hacer un disco y era ciencia oculta. Pero así dimos con la fábrica de flexis.

Cuando empezamos a hacer discos, usamos la marca Teenagers From Outer Space4. Era totalmente así como nos sentíamos Gorka y yo. Son cosas con las que conectas. Es algo muy adolescente. La estética de serie B no estaba nada difundida. Nos identificamos instantáneamente con todo aquello, nos parecía música de otro planeta. Lo mantuvimos algunas referencias, pero luego nos pareció muy largo y complicado y lo abandonamos.

Nunca me consideré el raro del instituto. Grababa casetes a muchos compañeros. Y cuando empecé a sacar discos, les vendía a todos mis amigos. Hace no mucho me encontré a uno que ahora es un ejecutivo de la hostia y me dijo, «el otro día le pasé todos los discos de Munster a mi sobrino y flipó».

UNAI FRESNEDO: En 2.º de BUP vi circular el single de La herencia de los Munster con Sex Museum y Enemigos. Lo tenía una chica de Santurce, que lo había comprado. Se lo habrían colocado.

IÑIGO PASTOR: Cuando veraneábamos en Pasajes, mi hermana pasaba a Hendaya a comprar sus vaqueros Levi’s, que no se encontraban aquí, y yo iba a una tienda de discos donde veía cosas increíbles. Y en Burdeos había una FNAC que tenía secciones de todo impresionantes. En Francia, además de New Rose, había otros sellos que licenciaban discos americanos y australianos. Y empezamos a ir a Burdeos a comprar discos.

Burdeos está a tres horas y media de Bilbao, lo mismo que Madrid. Pasábamos a Hendaya y allí hacíamos dedo. Era bastante fácil llegar. Y económico. Salíamos pronto por la mañana, llegábamos allí a mediodía y cogíamos una habitación en una pensión que teníamos controlada. En Burdeos había tres hermanas, las hermanas Gómez. Las conocimos en una tienda de discos. Las tres hacían tres fanzines distintos. Y así pronto tuvimos un sitio donde quedarnos. La vuelta la hacíamos también a dedo. Había mucho camionero en las áreas de servicio. Veías uno con matrícula de Bilbao, le pedías subir, te montabas, le dabas conversación y muy bien.

Alguna vez fui con Gorka, pero fui más veces con Javi. Y hacía como él: compraba discos, volvía a Bilbao, me grababa los que me molaban, me daba unas vueltas por los bares, los vendía y hacía algo de dinero.

Salir a cualquier país siempre era mejor. Burdeos o Lisboa eran más interesantes que España.


IÑIGO PASTOR: Con varios chicos de fanzines de Bilbao solíamos quedar una vez al mes para salir juntos, charlar y ponernos hasta arriba. Había dos chicas que tenían el fanzine Alguno me moskea, de corte gótico y afterpunk. También quedábamos con otros que hacían un fanzine de rockabilly que se llamaba RockMola. Uno de ellos era Alberto, que luego fue el batería de La Secta.

ROBER!: La Secta, el grupo de Gorka «Munster», empezó antes que Cancer Moon, como Los Bichos. La prensa siempre juntaba a estos tres grupos en este paquete porque tenían referencias de los Scientists, de los Stooges… Ahora es lo más trillado del mundo, pero entonces nadie lo hacía por aquí. La Secta son los que peor han envejecido. Son canciones muy simples, casi de garaje. Muy bien no tocaban, pero le echaban jeta. Los vi miles de veces. Tocaban cada semana o cada dos.

IÑIGO PASTOR: Hicimos doce números de La herencia de los Munster. Siempre se vendía todo. Como mucho, alguna vez quedaba algún ejemplar del número anterior cuando salía el nuevo, pero se acababa vendiendo. Cuando me fui a Madrid, lo mantuve un tiempo más y luego lo dejé para montar el sello discográfico.

UNAI FRESNEDO: Aprendí a hacer el fanzine Brain Dead con Gorka. Él me proponía temas, me ayudaba a maquetarlo, me decía a qué imprenta llevarlo… Hice solo un número, con la portada de Tav Falco y con un artículo de los Tell-Tale Hearts, un grupo de sixties punk-rock. Y como estaba muy influenciado por Gorka, hablé también de los Scientists, de los Beasts of Bourbon y de grupos así. Se vendió por Bilbao y también por correo.

En el 90-91 estudié dos años de mecánico dentista. El segundo año me cambié al turno de tarde porque por las mañanas empecé a currar en la Universal, donde iba a comprar discos nuevos y de segunda mano. Un día fui a llevarles el fanzine, y el dueño, Felipe, me dijo, «oye, tú, tronco, ¿quieres currar aquí?». Ese mismo día me ofrecieron entrar en una clínica para hacer unas prácticas.

Universal era tienda de discos y librería. Tenía una sección de discos potente. Eric5, el holandés de Semaphore6, traía discos. Venían los representantes a la tienda. Uno era catalán, así que hacía su buena ruta hasta llegar. Venían cargados con su furgoneta y sus maletas, te enseñaban los discos e ibas escogiendo. Te traía discos de los Miracle Workers y cosas de sellos como Marilyn que empezaban a tener en distribución.

Estaría Long Play y alguna otra, pero Universal era la mejor tienda de Bilbao. Los discos que había allí no los tenían en ningún otro lado. Y por ahí se pasaba todo dios a comprar: Álex de la Iglesia, Josetxo Anitua, Estíbaliz de Goo, Pablo Cabeza, Fernando Gegúndez, los de Danba… En la tienda se vendía el Hunted by the Snake de Cancer Moon, que había sacado Polar.

Me pasé meses en la Universal escuchando todos los discos que había en todos los cajones, poniéndome las pilas con el jazz y otras músicas de las que no tenía ni idea. En esa época yo sabía cuatro cosas. Felipe me enseñó muchísimo.

IÑIGO PASTOR: La tienda de discos Universal de Bilbao fue muy importante. Es una pena no haber tenido cámara de fotos y haberla fotografiado. Entrabas y había una estantería con discos de importación y libros de música, y luego una sección de fanzines espectacular: Syntorama, de música electrónica, Sintonía cerebral o el Sorbemocos, que era más de cotilleo. Los del Sorbemocos hicieron un «especial Kike Turmix» que prácticamente era gente haciendo una lista de cosas que habían prestado a Kike y no les había devuelto.

ROBER!: Mamorro era uno de los fanzines más antiguos. Lo llevaba Txema Agiriano y hacía una fiesta todos los años. Le gustaba sacar grupos que justo empezaban y nunca repetía grupo. Allí tocaron La Perrera, El Inquilino, Atom Rhumba, Lord Sickness… El día que tocó La Perrera estaba ahí Josetxo «Bicho» de invitado. El fanzine se daba gratis en los bares. Y la fiesta era cada año en un sitio distinto: en locales okupados, salas underground, gaztetxes…

UNAI FRESNEDO: Hay gente que fue importante, y no porque tocase ni nada. Juancar lo es porque tenía el Muga, el bar del rock and roll. El Muga era nuestra casa, un bar al que llegabas a las cuatro de la tarde y salías a las diez de la noche. Era el lugar donde nos juntábamos la gente activa de Bilbao. Te ponía a los New Christs y todo lo que querías oír. Vendían fanzines, discos, entradas…

Josetxo [Anitua] era otra pieza clave. Salía mucho porque no tenía que currar ni nada. Siempre estaba por ahí conociendo a todo el mundo, relacionándose con todo dios.

JUAN HERMIDA: De la escena vasca siempre me gustó que la gente era muy solidaria. Si se enteraban de que un grupo había tenido un accidente o un problema en un bolo, corría la voz como la pólvora. A diferencia de Madrid, donde había mucha rencilla, allí la gente iba muy de cara.

Me daba cuenta de por qué las cosas funcionaban mejor allí. En los gaztetxes, hasta los periodistas pagaban una entrada mínima por ver al grupo. Se pagaba por deferencia, porque era una forma de apoyar a ese grupo y a la escena local. En Madrid era impensable algo así. En Madrid, como en Barcelona, las listas de invitados eran enormes. Todo el mundo intentaba entrar gratis y que le dieran una cerveza. En Euskadi era al revés.


Los hermanos Pastor en la puerta de una tienda de discos en Suecia con Juan Capel del fanzine Eye. (Cedida por Iñigo Pastor.)

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