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CAPÍTULO 5

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COLDER

Los gritos eran abrumadores, sin camisa mostrando la marca de su hombro izquierdo con su nombre, la marca de su especie, descalzo, su cuerpo totalmente macizo, mientras que golpear con violencia a su oponente con potentes puñetazos y patadas aún eran más temibles que las acostumbradas, pero ese día su cuerpo no respondía.

Sus piernas se extendieron, mientras que sus brazos se flexionaron para otro golpe, con los puños vendados, las extremidades descargando golpes descontrolados sin piedad, con gruñidos, con sonidos de golpes, estaba cansado de llevar esa vida, y recordar cada momento de esa lucha no lo llevaba a nada, más que a la frustración de haberse dejado golpear hasta casi quedar inconsciente.

Abrió los ojos y se vio en la ducha, el agua seguía corriendo sobre su cuerpo, estaba casi hirviendo pero aun así el calor no traspasaba su piel, sus músculos, sus nervios, estaba entumido por el miedo, el miedo que tenía de haberla perdido. La chica de sus sueños había estado en peligro, pero aun así podía sentir su corazón palpitar de nuevo.

Llevándose ambas manos hacia su cabeza, logró deshacerse de las gotas de agua que empañaban su visión, pero en ese breve instante podía verla, podía reconocerla incluso en la distancia, dando un suspiro, salió de la ducha, envolviéndose una toalla sobre las caderas, hizo su camino fuera de la ducha, acercándose al espejo y quitando con la mano el vaho impregnado en su reflejo, viéndose por primera vez, aquellos colores inusuales de sus ojos, uno azul y otro verde, sus cabellos habían crecido tanto que necesitaba un buen corte, los moretones de su rostro, el gran corte en su ceja izquierda y el labio partido y ni que hablar del gran hematoma del porte de un puño en su costados y su marca distintiva sobre su clavícula con su nombre escrito, ese era él, el fenómeno que creía ser, al cual abandonaron en una calle siendo tan solo un bebé recién nacido.

Con un suspiro, giró sobre sus talones, abrió la puerta y salió del baño, pero su cuerpo se paralizó al ver a un hombre apuesto, elegantemente vestido con un traje color blanco, se podía apreciar los detalles costosos de la costura de ese traje, los zapatos negros y esos gemelos de oro que podían relucir ante el brillo de la luz de la habitación, Oriholp apretó la mandíbula, sentirse observando era enervante para él, sobre todo por haber crecido en medio del ring y ser expuesto de esa manera nunca le gusto.

—Por fin despertaste —dijo, estaba plácidamente sentado en la otomana con la pierna cruzada y las manos sobre su regazo, sentado tan elegantemente que Oriholp sintió cierta desconfianza.

—Sí, no es fácil estar despierto cuando te noquean —mordió su mejilla interna —¿Cómo llegué aquí? preguntó sin inmutarse de su tono hostil.

Cristiano hizo un rictus con la boca imposible de descifrar —Tu amigo Rule se preocupó mucho por ti, así que vio que era mejor que te trajera conmigo a quedarte allí en ese agujero por horas hasta ver que sucedía, el doctor que te reviso dijo que estabas bien, así que estas temporalmente fuera de peligro.

—Vaya —asintió con la cabeza, no entendía por qué estaba allí.

Cristiano supo al instante que ese chico podía ser su hijo, tenía los cabellos de su esposa, tenía algunas facciones del rostro incluso, pero verlo allí de pie resistiendo una golpiza más que monumental le dio la prueba irrefutable que ese chico no era mortal y que Piora, su nuevo amo, necesitaba a ese chico con algún fin macabro, al cual no era de su incumbencia meterse tras su pacto.

Incluso esa fuerza y ese magnetismo poderoso podía olfatearse a kilómetros a la redonda, Oriholp, frunció el ceño, enojado ante el escrutinio levantó el rostro con altanería y no dudo en responder de manera sarcástica, llena de humor negro, levantó la barbilla con prepotencia y se permitió insultarlo en ruso —Ey... vashe ... idiot ty vidish' menya —al ver la extrañes del sujeto hablo de nuevo —Oye… Tú… idiota que me ves… ya que no entiendes ruso ¿Qué idioma hablas?

—Hablo muchos. Menos ruso, así que me limitare a hablar como gente civilizada —se puso de pie, poniendo sus manos en sus bolsillos tratando de no arrugar su perfecto traje de diseñador, para acercarse —¡Oriholp! ¿Cierto?

Frunció el ceño, no sabía cómo responder a ello. —Veo que no eres tonto —cruzó sus brazos sobre su pecho, era una típica manera suya de protegerse —¿Qué buscas?

—En situaciones como esta, siempre un gracias no va de más —respondió el elegante hombre enarcando las cejas, imitando su postura —Mi nombre es Cristiano Pschillzer.

—¿Siempre eres un buen samaritano? —inclinó la cabeza, intentando buscar alguna señal de mentira en sus ojos, pero estaba tan plácidamente tranquilo, que incluso eso lograba ponerlo nervioso.

—No temas muchacho.

—¿Temerte? Viejo veo que no me viste en acción.

—Solo vi a un jovencillo torpe ser golpeado hasta casi morir.

—¿Torpe? Acércate y veamos qué tan torpe puedo ser —lo llamó con la mano.

Cristiano tan solo soltó una risa ronca, era irónico, había recibido la paliza de su vida y aún tenía la fuerza para propinar otra —La violencia no es lo mío muchacho.

—Entonces eres una especie de enfermo sexual... Por qué si tratas de tocarme un pelo… juro que no tendrás intestinos en un segundo —su mandíbula se tensó —Y ni que hablar de testículos y quien dice que no quiero seguir luchando, es mi vida, para eso nací.

—No naciste para ello y bien lo sabes.

—No sabes absolutamente nada de mí —bramó enfurecido, no le gustaba que tocaran esa fibra sensible de su ser, lidiar con una dolorosa verdad de haber sido abandonado tan solo siendo un bebé indefenso. Sin poder medir su reacción dio un imponente y brusco paso hacia adelante obligando a Cristiano a levantar una mano y pedirle que se tranquilizara.

—Yo no soy el enemigo muchacho, soy un amigo… Un amigo de tus padres —le interrumpió abruptamente, su mandíbula cayó, literalmente cayó, ya que en casi dieciocho años no había oído de ellos y menos de que le buscaran.

—¿De qué carajos hablas? —dio un paso hacia adelante, sus puños a sus costados listos para matar el tipo.

Cristiano levantó las manos en señal de que no haría ningún movimiento para pelear y defenderse —No te exaltes, es la verdad.

—¿¡Y qué verdad!? Crees acaso que venir y decirme algo como eso cambiara las cosas, cambiará lo que soy, no lo creo amigo —negó efusivamente con la cabeza —Como no hacerlo cuando vienes y me dices que vienes por mis padres, por dieciocho años viví sin saber de dónde provenía, saber siquiera si me querían.

—No puedes comprenderlo, no podrás aún.

—Qué no se puede comprender, que ellos me dejaron en la calle cuando recién era un bebé, qué clase de padres hacen eso, qué clase de personas hacen eso con un recién nacido, yo no pedí nacer, no pedí venir a este mundo y menos vivir de ésta manera tan repulsiva, tengo que vivir y comer con mis puños gracias a esos infelices que me dejaron tirado como un pedazo de mierda.

—Estás equivocado.

—No lo estoy… No lo estoy, tú lo estás —lo señaló con el índice.

—Ellos, ellos —dudó por un segundo en decirle más.

—¿¡Qué!?

—Murieron…

Al escuchar esas palabras retrocedió, no tenían sentido, sus padres, ellos lo abandonaron en un lugar desconocido, donde un hombre sin escrúpulos le encontró y ¿Cómo demonios debía responder a ello? Algo ilógico, algo sin sentido, enfadándose aún más por aquel comentario, deseo matar al tipo y romperle el cuello en mil formas distintas —Eso es estúpido —gritó enfurecido —¿Cómo? —preguntó.

—Por favor.

—¡Dime! —gritó.

—Para que saberlo ahora.

—Ya que tú viniste y hablaste, genio.

—Fueron asesinados, eso es lo único que puedo decirte.

Mordió su labio inferior, no podía dar crédito a lo que escuchaba de ese hombre, no quería decirle más, había venido a él, hablándole de sus padres para luego decirle que habían sido asesinados, pensando que las cosas cambiaria, que su odio a ellos fuese menos pero estaba equivocado —Si crees que mi odio a ellos será menos, te equivocas.

—No creo en ello, vine a ti porque necesito tu ayuda.

Con una risa particular y arrogante, no tuvo la sensatez de callarme —Vete a la mierda.

—Por favor —le suplicó y continuo —Por favor. No eres de este mundo y yo conozco a un ser que es idéntico a ti, tiene tu misma fuerza pero también te ayudara a desarrollar los poderes que tienes por esos tatuajes ¡Oriholp! Eres un ser supremo, pero a la vez condenado, te ayudara a saber la verdad… La verdad sobre tus padres —quiso seguir pero no se lo permitió, era la conversación que muchas veces esperó, una explicación acerca de su vida, pero era la persona menos indicada y eso solo lo obligó a aceptar la muerte de sus padres.

—Yo no tengo padres —contestó de inmediato, tratando de no desatar la furia interna.

—Por favor escúchame. Solo déjame terminar ¿Puedes dejarme terminar? Debes estar a mi cargo por un tiempo. Piora, te enseñará a poder utilizar tus poderes y cuando digo poderes, digo que la muerte no es un obstáculo. Además de hablar y mostrarte lo que a mí me mostró, solo pídeme lo que desees, di tu precio.

Por un instante pensó ganar una batalla en aquella conversación, cuando solo intentaba mentirse a mí mismo, quería saber más, quería saber quién era el culpable de que sus padres tomaran una decisión que no solo arruinaría su vida, hubiese preferido morir con ellos a tener que vivir dieciocho años lejos de ellos, sin un abrazo, sin un beso de buenas noches. —¿Para qué quieres hacerte cargo de mí ahora? Eres estúpido o qué diablos —cabe recalcar que su altanería y mala educación iba más allá de los límites, digamos que desde que conoció a Cristiano le ayudo a poner un alto a su furia, a su altanería, incluso a ese odio hacia el mundo y los demás, a quienes culpaba de sus desgracias.

Cristiano nunca perdió la fe en él, siempre dijo que tenía un gran potencial, además de aprender demasiado rápido, siempre le pareció un poco gracioso su vocabulario vulgar, en otras palabras debía conseguir un filtro mental, ya que decía lo primero que se le venía a la cabeza sin pensar, y él fue el primero en ayudarle a guardar silencio cuando la situación lo requería.

Pudo ver cómo la manzana de adán se movió con brusquedad ante el paso de su saliva, eso era una muy mala señal —Mi vida depende de tu viaje, al igual que tu vida depende de ello, digamos que no puedes elegir, no tienes opción al igual que yo, si no aceptas el trato, él vendrá por ti y hará de tu vida la cosa más repúgnate y el infierno será flores comparado con lo que vivirás —propuso viendo un cambio en su actitud, al verle calmado dio un suspiro de alivio.

—¿La condición de poner precio sigue vigente?

—Sí —asintió con la cabeza.

—Con una sola condición —dijo de la nada, pensando en la única persona que deseaba conocer.

—¿Cuál? —pudo ver el brillo de esperanza en aquellos ojos negros, implicarse con un demonio podía ser siempre riesgoso, sabía de ello, por alguna extraña razón sabía algunas cosas de ese mundo al cuál no tenía ni idea de conocer.

—Deberás buscar a una joven castaña para mí —las palabras salieron de su boca sin miedo alguno a una negativa. Tenía la esperanza de poder saber que ella también le esperaba, y que ese hombre de traje le diera la oportunidad que ansiaba desde que tenía memoria.

Cristiano enarcó una ceja ante la petición —¿Una castaña?

—No me refiero a eso —rodó los ojos ante la insinuación —Esa chica es particular.

—Puedo hacerlo, pero ¿sabes su nombre?

La risa que salió de sus labios no se pudo descifrar con exactitud, podía ser irónica o de algún chiste gracioso que acaba de decir, pero la verdad era que si él supiese su nombre él mismo la hubiese buscado hace años y Cristiano pudo deducirlo a la perfección —Por tu risa más que sarcástica deduzco que no sabes su nombre ¿Verdad?

Mordió su labio una vez más, era la manera en que podía decir muchas cosas, entre ellas mostrar su nerviosismo, incluso miedo, y Cristiano estaba en lo cierto, no sabía absolutamente nada de ella, pero en vez de darle una negativa, intentó ser positivo y decirle la respuesta correcta a la cual podía comprarle —Intentaré buscarla para ti.

—Bien —asintió con la cabeza —Entonces ¿Cómo puedo ayudarte a seguir? —observó los ojos de su supuesto salvador, controlando sus impulsos, respirando profundo, era muy agresivo, vivió siéndolo y era difícil no estar a la defensiva las 24 horas del día, toda su vida.

Limpiando su nariz con la mano, aceptó todo por salir de esa vida, tener la opción de conocer a la chica de sus sueños, a la muchacha que le ayudaba a pelear cada día.

—Solo debes obedecer y sabrás la verdad, sé que eso cambiara tu vida, sé que podrás hallar las respuestas sobre tu origen, por eso debes escuchar.

—Tan solo quiero saber la verdad —respondió, pero en verdad quería mucho más, quería libertad, algo que nadie le podía dar, se sentó al pie de la cama y no pudo contenerse a preguntar —En que estás metido ¿Eres narco? —deslizó una de sus sonrisas matadoras, sensuales y muy típicas.

—Digamos que ese tema no es de tu incumbencia, más bien yo quiero asegurarme de algunas cosas. Así que yo haré en esta ocasión las preguntas.

—Solo dispara amigo —frotó sus manos y aplaudió dándole a entender que estaba listo para ello.

—¿Cuántos años tienes?

Vaciló por un momento, sí sabía, ya que le abandonaron siendo recién un bebé —18, ¿Creo?

—¿Drogas? ¿Mujeres?

—No, gracias. Estoy bien por ahora —observaba cada detalle de la habitación.

—No te estoy ofreciendo… dijo apretando la mandíbula —Te estoy preguntando si te drogas o si tienes mujeres o hijos.

Soltó una gran carcajada ante las preguntas tan directas de Cristiano, como siempre con altanería —Digamos que las drogas son eficientes, pero no son mi lío y no me gusta liarme con ellas… ¿Mujeres? muchas a mi disposición, pero digamos que por ahora no tengo a ninguna que me reclame la paternidad —respondió dando un bostezo, tenía sueño, estaba cansado y después de una lucha, bueno en ese caso una paliza necesitaba de toda su fuerza de voluntad para poder dormir.

Cristiano al verle casi somnoliento, se levantó de la otomana, alisándose el traje dio unos pasos hacia la puerta —Descansa, tendremos un largo viaje mañana, cualquier cosa puedes pedir servicio a habitación.

Ladeando una sonrisa, no pudo contenerse a volver a molestar —Y bueno…—realizó una pausa intentando buscar la pregunta correcta para poder irritarlo —¿Qué te debo de decir?… ¿Amor?… ¿Cariño? —Era un muchacho lleno de sarcasmo y buen humor negro, cosa que a Cristiano le encantó, en su momento.

—Muy gracioso ¿Sabes? Me gusta tu sarcasmo, pero te diré que es inapropiado, deberás aprender a controlarte y ser respetuoso… A mi esposa le dará otro infarto por solo escuchar tu vocabulario y no quiero que otra vez vuelva a la tumba por tu mal vocabulario.

—Hmmm… Un trío he —soltó una carcajada al ver el rostro de frustración de Cristiano, que abrió la puerta saliendo de la habitación y dando un gran portazo en el proceso.

Oriholp se levantó de la cama, acercándose al umbral de la ventana, hizo a un lado la cortina observando por última vez la ciudad, Rusia no le extrañaría, dando un último adiós, regresó a la cama en un gran salto al colchón sedoso y esponjoso, cerrando los ojos para conseguir así unas horas de sueño, dando un suspiro se permitió descansar pero incluso en esos pocos momentos de paz el ser un niño abandonado, un recién nacido dejado a la deriva era algo duro de asimilar y más cuando de un momento a otro el saber que sus padres estaba muertos la noticia no podía ser tomada con tanta tranquilidad, la venganza y saber la verdad era uno de los objetivos que cualquiera se plantearía en un momento como ese, incluso para seres supremos como ellos, la ira era un pecado que podía tentar a cualquiera.

Obligado a perecer y crecer solo, a madurar de manera ruda, sin conocer el amor verdadero, pensó en toda su vida pasada, en su presente y con ello deseando un mejor futuro.

La herencia maldita

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