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CAPÍTULO 7

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OFICIAL

Arrullándola sobre su pecho maldijo a Miaka por no estar en esos momentos allí, pedir una explicación, una recomendación, ya que desde la visita de Hadeo algo había dejado en Natle que la torturaba noche tras noche, podía ver, sentir que una oscuridad iba apoderándose de su bella y joven novia, era algo que ni él mismo podía detener, no cuando él mismo tenía sueños tétricos y aterradores, sueños que él imploraba que no fuesen realidad en un futuro. No supo cuánto tiempo habían estado sentados en el suelo, pudo sentir la respiración de Natle lenta y calmada, ladeó la cabeza un poco y vio que estaba dormida, dormida entre sollozos en sus brazos, levantándola con delicadeza la llevó a su cama y se recostó junto a ella, por un instante se quedó admirándola, apretó la mandíbula y deseó por un instante escapar de esa vida, Natle no sabía es que él tenía miedos, desde que se enfrentó a Piora, supo que jamás tendrían un final feliz, temía perderla cuando a su lado había encontrado la paz que necesito por tanto tiempo, su muerte jamás podría aceptarla ni enfrentarla, la amaba demasiado como para continuar sin ella en su vida.

Joe cerró los ojos e intentó dormir, necesitaba descansar, necesitaba pensar en cómo sacarla de ese mundo oscuro donde lentamente se quedaba atrapada desde que Hadeo obtuvo más que su cuerpo, Natle era mortal, pero también había distorsionado parte de su realidad, la sostuvo con fuerza hasta que su mente lo apartó de ella, quedando profundamente dormido.

Removiéndose inquieta ante el poderoso agarre, Natle abrió lentamente los ojos, bajó la vista y notó el fuerte brazo rodear su cintura, volviendo un poco el rostro notó a Joe profundamente dormido, intentó quedarse allí, pero no pudo seguir durmiendo, necesitaba un poco de aire, un podo de soledad, deslizándose fuera de la cama, quitó el brazo de Joe y logró zafarse de ese agarre matador, con el mayor de los cuidados caminó de puntillas deslizándose por los pasillos de su casa.

Aquel sueño le había hecho entender que su mayor temor era perder a su familia, perder a Joe, perderse ella misma en esa nubilosa oscura que Hadeo tanto predecía, nunca estaría preparada para lidiar con la muerte de sus seres queridos, jamás estaría preparada para luchar por un mundo el cual ella no conocía en absoluto más que de historias y cuentos que su guardián había preparado para ella.

Levantó la mirada y vio cada fotografía en la pared y la mesa del pasillo, las estatuillas de su madre y los floreros con hermosos girasoles, el suelo estaba frío pero no le impidió seguir en su exploración de la mañana.

Con la primera parada, vio a sus padres con detenimiento, ellos dormían abrazados, tan unidos, era un amor tan puro que traspasaba mucho más que límites y fronteras, eran la pareja perfecta, sabía que Michel era muy dura con ella, pero entendía sus razones, había puesto su mundo al revés en incontables ocasiones y más al no ser su hija, Jonathan era tan dulce y comprensivo que para él no había diferencia. Tenía tanto que agradecer, pero no sabía cómo actuar frente a ellos sin lastimarlos en el proceso, deseaba que estuviesen orgullosos de ella, pero con cada nueva aventura podía ver la decepción en el rostro de Michel y la condescendencia en los ojos de Jonathan, no podía culparlos, querían ser buenos padres. Al verlos, pensó en Joe, y por primera vez en su vida pensó en su futuro, si es que lo tenía, adormecida por las dudas, se preguntó a sí misma ¿Qué pasará con nosotros después? ¿Siempre estaríamos escapando y luchando con Piora? ¿Siempre ocultaríamos nuestros poderes y verdadero ser o habría un límite? ¿Habrá cura para ello? —se abrazó sintiendo el estremecedor escalofrío que cubrió su columna vertebral.

Tantas interrogantes la llevó a pensar en Gabrielle, aquella muchacha que le trajo tantos problemas pero también era parte de la única familia que le quedaba viva, debía quererla, debía amarla por ser la única que llevaba la sangre de sus padres por sus venas, pero no entendía por qué el odio podía más entre ellas.

¿Acaso algo mal pasaba con nosotras dos?

Visitándole esa madrugada, la puerta estaba entre abierta y se asomó con cuidado, la manera en como abrazaba su almohada, era tan solo una niña comparada consigo, estaba en una de las etapas más difíciles de su vida, pero quien no pasa momentos difíciles.

Sentirse a la deriva, sin saber que hacer o más bien descubrir una manera de no lastimar a nadie era lo que la consumía día a día. Arropó a su hermana con mucho cariño, se giró para sentarse en el sillón que había a un lado de la cama, sin ninguna otra acción que recordar, recordar el momento en el que se hicieron enemigas. —¿Qué nos sucedió? Acaso siempre fuimos rivales. Gabrielle si tú no me ayudas no podré salir de esto, debes ayudarme a salir de aquí antes que nuestros padres salgan heridos, antes que nosotras salgamos heridas —negó todo con un movimiento de cabeza, olvidar, comenzar y cambiar la rutina de su día y vida, algo que casi era imposible de hacer sin ayuda, cuántas veces deseó ser normal, no estar en medio de batallas que ni ella misma sabía que existían, o más bien que ella no había comenzado, cuántas veces deseó descansar pero para siempre, era un alma vieja en un cuerpo joven.

¿Cómo fue que cambiamos tanto? Si fuimos criadas juntas por qué no podíamos vivir en paz, por qué mi vida se convirtió en un laberinto se puso de pie y regresó a su habitación, recostándose en la cama a los brazos de Joe, dejó que los rayos le cegaran, que cada aroma le envolviera, cada sensación adormeciera sus sentidos, que ese cuerpo duro y cálido la envolviera y le permitiera por tan solo un momento olvidar sus miedos, Joe era su ancla y siempre lo sería.

El bullicio no podía pasar desapercibido en esos momentos, pero podía escuchar a lo lejos voces amortiguadas por las paredes o por siseos obligados a bajar el tono agudo, pero lo que se notaba a kilómetros de distancia era el indudable tono de discusión, frunció el ceño y volvió su rostro para ver a su acompañante de cama, llevándose una decepción, Joe no estaba a su lado y eso era raro, buscó su reloj y pudo notar que era cerca de las seise de la mañana, supo que algo no estaba bien, Joe jamás estaría despierto a esa hora y menos en un fin de semana, lo conocía por ser dormilón y estar sola en la cama a esas horas no era habitual.

Levantándose con cuidado, abrió la puerta y deslizó su cabeza fuera para ver si alguien se encontraba en el pasillo, pero estaba vacío, se acercó a las escaleras y estuvo a punto de bajar cuando de la nada pudo escuchar la clara discusión. No era la única afectada ante el regreso del primer patriarca demoniaco.

Joe podía ser tranquilo en ocasiones, podía tener el control de sus emociones, pero en ese momento el control se había ido directamente al garete, el miedo era menos comparado con el dolor de ver el terror en los ojos de Natle, y eso lo llevó a una sola conclusión, Natle estaba siendo azotada por sueños tan reales que no era capaz de poder distinguir la realidad de la ficción y eso solo implicaba que estaba perdiendo la razón y sus poderes. Había decidido arreglar muchas cosas, aclarar de una buena vez todas sus dudas, pero no sabía que embarraría más la situación, verla esa noche asustada y aterrada ante él supo que esa revelación no podía ser buena, él mismo estaba siendo perseguido por sueños sangrientos y emociones difusas.

—Sé que ustedes son sus padres adoptivos y tratan de velar por su seguridad, pero no lo está, no desde que peleamos en los infiernos y necesitamos respuestas, Miaka debe decirnos las consecuencias de esa posesión, debe decirnos que involucra el regreso de Hadeo al mundo exigió explicaciones a ambos padres Señor Sullivan debe decirnos, los dolores de cabeza, su manera explosiva de cambiar, ya no es la misma. Ya no es la misma chica que conocí y temo perderla apretó involuntariamente la mandíbula.

—No tenemos respuestas Joe, Miaka simplemente se niega a responder, si es decisión suya guardar algún secreto tiene derecho, es una promesa que le hizo a sus verdaderos padres y no podemos obligarle a romperla.

¿¡Secreto!? Dijo exaltado Me está diciendo que Miaka guarda más cosas sobre nosotros no podía creer lo que escuchaba, la vida que nos habían contado quizás era una absurda mentira.

Joe por favor, Miaka tendrá sus razones, no podemos obligarle afirmó Michel.

Debe decirnos la verdad, la verdad sobre todo, tiene que decirnos, tenemos derecho, hace un año las cosas parecían normales, pero de pronto todo cambio, la llegada de Piora y Hadeo no solo dio un giro inesperado a nuestras vidas, nos arrancó de la realidad dañándonos, está matando a Natle lentamente y ustedes son lo verdaderamente estúpidos en dejar que su hija este liando con todo sola.

—Cuida tus palabras jovencito —inquirió Michel molesta ante las insinuaciones de Joe.

Él tan solo soltó una risa que no llegó a sus ojos —Discúlpenme por ser tan directo, pero a usted señora le importa un rábano lo que le suceda a Natle. Usted ni se da cuenta que Gabrielle la utiliza como su propio saco de boxeo indagó él desdeñoso.

Es algo que no te incumbe, podrás ser el novio de Natle, podrás ser de su especie, pero no te permitiré levantó el dedo índice amenazadoramente, mientras que la mirada de Michel era sostenida por la del joven enamorado.

Basta Michel le llamó la atención Jonathan tomando la mano de su esposa y obligándole a bajar la mano Tiene razón, sabes que Joe tiene toda la razón.

Michel volvió el rostro hacia su esposo, lanzándole una mirada más que amenazadora, era una ligera advertencia a su paz mental, la poca paz mental que tenía junto a esa mujer que desconocía cada día más.

Ante los reclamos del muchacho, Miaka hizo acto de presencia, extendió sus inmensas alas en medio del jardín, sí, había estado ocultando muchas cosas, entre ellas el futuro de esos dos chicos, pero era tiempo de aclarar que Joe estaba cegado por un amor que jamás pasaría de ser un enamoramiento de verano ¿Qué quieres escuchar de mis labios? dijo el guardián tras ellos, obligando a Joe a dar un paso hacia atrás y enfrentarlo.

—La verdad. Quiero la verdad Miaka, no más juegos, no más acertijos tontos.

—¿Aunque duela quieres saberla?

—Sí —asintió con la cabeza.

—No te importa que luego de saberla ya no veras de la misma manera y notar que el amor que le profesas es pura ilusión. ¡Todo cambiará Ïlarian! le advirtió.

—Nada cambiará, nada cambiara entre nosotros ¡La amo!

—Sabes que esa palabra es muy fuerte.

No sabes lo que yo siento Joe enfurecido golpeó su pecho con fuerza No sabes lo que yo siento.

Sí lo sé. Tantos años en la tierra los ha ablandado, de pasar a ser seres poderosos se han convertido en débiles, susceptibles al dolor y al amor, no se supone que debería ser así, ustedes debían estar ya preparados para la batalla Miaka vio a los padres acongojados ante las duras palabras, pero con ello pidió con un asentimiento de cabeza que los dejaran solos, necesitaba hablar con el muchacho sobre la cruda verdad que estuvo ocultando por más de veinte años, Jonathan y Michel al verlo pedir con la mirada un poco de privacidad se retiraron hacia la cocina dejándolos solos.

Es solo una niña, Miaka Joe inquirió en un gesto despreciativo.

Es un arma, un arma poderosa y destructiva que arrancará vidas, susceptible a la enfermedad, poderes débiles, se van extinguiendo poco a poco y eso es lo que pasa con ustedes dos, han decidido crear un propio mundo donde no involucra a nadie más que a ustedes dos y su patética pantomima de amor y devoción.

Sí crees que amar me hace débil, pues lo soy, prefiero ser débil antes de seguir tus absurdos juegos.

Piora está tratando de hacerlos el punto central de ataques, tratando de hallar una grieta para poder obtener lo que quiere, está tratando de obtener más tiempo para hallar lo que busca y lo encontrará, es cuestión de tiempo, tiempo que nosotros no tenemos. Joe les dije lo necesario para que ustedes sigan, discúlpame por desear ocultar el tenebroso pasado de sus padres, incluyendo los de Natle hizo una pausa para guardar sus alas y reunirse con él en el interior de la casa.

—¿Qué tratas de decir? Qué nuestros padres, nuestros padres biológicos tuvieron algo que ver en la extinción de nuestro mundo.

—¡No fueron héroes, Joe! Todo lo contrario, peleaban para la subsistencia de su raza, nuestra raza, la prevalencia de la sangre real, no podíamos ceder el poder a razas impuras, a seres cuya fuerza de destrucción era más grande, nos vencerían con un solo chasquido de dedos. Linus hizo lo que tuvo que hacer para que la sangre real perdurar con el tiempo, pagó el precio, un precio demasiado caro pero yo no lo decepcionaré, su hija cumplirá con cada mandato dado y ordenado a mí.

Joe le lanzó una mirada que ciertamente le hizo esbozar una sonrisa cínica Dices que el padre de Natle arrasó con una raza nueva porque ella siguiera en su trono. ¿Qué reino debemos gobernar? Si solo han quedado cenizas de nuestro mundo y de nuestros padres.

¡Linus hizo lo que un rey debía hacer! vociferó el tigre.

Pero no a cuesta de nuestra propia paz y tranquilidad, a costa de nuestra propia vida. Lo que sabemos de ellos es una vil mentira trataba de no enfurecer, pero fue imposible, sus padres y su historia solo fueron cuentos utópicos para ocultar desastres llenos de sacrificios y sangre, condenándolos a un desastre mayor.

Ellos no fueron una imagen de perfección y libertad, asesinaron a muchos por mantener a Natle como sucesora del reino al igual que a ti. Convertirse en seres supremos es solo el principio de lo que sus padres designaron para ustedes dos.

Al escuchar ello, Joe tan solo se quedó callado por un momento, hizo la pausa que necesitaba para poder respirar, pero ese aire parecía viciado ¿Natle? ¿Qué pasará con ella?

—Lo que se esperó de ella desde el comienzo. Que tome el trono, que haga surgir a nuestro mundo del polvo y la niebla, que haga surgir nuestro reino liderado por nueva sangre, la vida para ella siempre fue y será corta.

Un sacrifico respondió él hosco.

Su destino.

Su boca apretada en un una amarga línea confiriéndole un aspecto más fiero, Joe se negaba a aceptar cada palabra de Miaka ¿Llamas destino a que ella de más que su vida por una raza que no merece subsistir?

Nuestra raza es superior y de que te puedes quejar si ella te entregará el trono y tú serás nuestro nuevo rey.

Ante aquella confesión, Joe dio un paso hacia atrás sintiendo el duro y profundo golpe en la boca del estómago, palideciendo de tan solo imaginar ese escenario —¿Qué debo esperar? ¿Qué debemos esperar? Si no puedo pensar en el futuro, un futuro con ella, viviremos para siempre luchando con el mal que nos ataca día a día y noche tras noche, debo esperar sentado y nada más dijo con furia.

Un futuro con ella no es parte del plan Joseph. Jamás fue parte de su destino estar junto a ti. ¡Nunca dije que ambos gobernarían!

Quizás el cinismo del guardián, que no guardaba ningún sentimiento lo enfureció más que la misma verdad, Miaka la había cuidado, criado y hablaba de ello con tanto cinismo, un cinismo que ciertamente lo enervó ¡Qué cinismo! Se supone que tú la criaste, la protegiste.

No confundas cariño con protección, deber con sentimientos. Tú creciste siendo su guardián, un guerrero, entrenado para ser un rey, yo tan solo fui su guía, pero la verdad es que tú serás quien lidere nuestras futuras batallas, ella, solo es un arma, un medio para un fin y uno de ustedes no existirá en un mañana, eso debes entender Miaka murió por dentro al decirle un futuro no lejano a Joe, sin saber que Natle había escuchado parte de la conversación.

—¡No! —se negó a creerle —¡No! No puedo dar crédito a lo que dices. Jamás creeré nada ¿Y sabes por qué? —hizo una pausa intentando dar fuerza a sus palabras —Porque jamás nos dieron a elegir ¡Nos impusieron esto! —gesticuló con ambas manos, girando sobre sus talones para salir de la casa, necesitaba un poco de tiempo para asimilar una verdad que él no podía manejar.

Natle cubrió su boca con ambas manos, el hacer algún ruido podía poner en evidencia que había escuchado la conversación, pero ese día tomó la mejor decisión, alejarse de todos — Uno de ustedes no existirá en un mañana, eso debes entender retrocedió y se encerró en su habitación, se llevó las manos hacia la cabeza cayendo de bruces, fue la primera vez que Natle rogó a sus padres, al cielo y a Dios que le ayudaran, pero nunca tuvo la respuesta que deseaba o más bien la que necesitaba.

Joe se detuvo en el umbral de la puerta, se volvió ese guardián mentiroso prometiendo algo que quizás no podía cumplir con el tiempo Crees tú que le dejaré, jamás me alejaré de ella —vociferó Joe fuera de control.

Temes que Natle se convierta en algo que tú jamás podrás alcanzar o que su amor se convierta en odio y termine.

Temo que un día se olvide de mí le vio a los ojos Temo perderla.

Creo que la perdiste desde el día en que la encontraste. Tu destino es solo ayudarle cada vez que se sienta destruida, darle la mano cada vez que caiga, darle un abrazo cuando este triste y ayudarle a tomar la decisión correcta, ese es el destino que ella tiene, no el de vivir un futuro junto a ti ¡Ella es débil! Desde que se supo que era una niña, el reino comenzó a desmoronarse, su gobierno jamás estuvo previsto. Tú eres el primer varón, deberás tomar el poder que por derecho te corresponde, ser nuestro líder, ser nuestro rey y con ello implica más muertes de las que imaginas.

Ocultas más de lo que dices, pero si le llega a pasar algo le señaló con el dedo de manera violenta Juro que te matare, serás el primero Miaka, me importa una mierda si eres uno de nosotros, pero te matare, no me importa convertirme en lo que fueron mis padres, pero juro —tragó saliva ante la sola idea de que ella muriera —Te matare si a ella le llega a pasar algo, tú con tus mentiras y acertijos me importa una mierda.

Antes de que se vaya, Miaka le dio unas palabras —¿Estás seguro de ello? Tú eres la clave de su extinción. Tomaras una determinación y esa será la correcta. Tú le quitarás la vida.

Joe se detuvo en el umbral de la puerta, congelado ante la sola idea que Miaka impartía Antes de hacer eso juro por Dios que me mataría, juro por Dios que me rebelaría, iría al infierno mismo antes de hacerlo. Y si tan solo algún día llegara a cruzar esa idea por mi cabeza negó efusivamente ¡Moriría por ella! en su enojo retrocedió y salió de la casa enfurecido, no podía seguir escuchando las ilusas teorías de aquel delirante tigre, salvarla era la única prioridad de ese amante enamorado, Joe también había tomado una decisión, y era una de las que jamás pasaría por su cabeza, pero ese fue el momento adecuado, “ESCAPAR” pintó de rojo su mente, su alma y su corazón.

Es la única opción que tengo se dijo a sí mismo al momento en que subió a su auto y encendió el motor, ir con sus padres no era la mejor opción ese día, pero necesitaba alejarse lo más posible de ellos, de ella, ya que Natle no era la única con terrores surrealistas. Es la única opción y nadie se interpondrá entre ella y yo, y quien lo haga lo haré pedazos si es preciso se prometió entre la furia y el odio que comenzó a nacer, despreciándose a sí mismo, su origen y su misión.

Conducir en ese estado no era ideal, pero necesitaba despejar su mente además de ir a ver a sus padres, desde las crudas palabras de Miaka, recordó algo que él jamás debió, recordó su oscuro pasado, a Camille. Aquella belleza de cabellera negra y piel aceitunada, aquella mujer que lo dejó embobado, pero también le robó el corazón y lo traicionó, por primera vez en años pudo recordar su pasado, un pasado que había dejado en lo profundo de sus recuerdos negándose a abrir esa caja que resultaría una caja de pandora para sus emociones y sentimientos.

«La noche era mágica, le había dicho su secreto hace unos cuantos días, pero él pensó que Camille era distinta; recostados en el césped, desnudos, cubiertos con unas mantas, Joe era feliz de tenerla, era una de las primeras chicas que le había robado el corazón, algo que jamás sintió hasta conocerla a ella, había tenido aventuras, pero Camille llenaba sus expectativas, era única, Camille era todo lo que deseo en el mundo.

Las estrellas eran sus velas, sus testigos y los recordatorios de esa noche —Gracias por esta velada —exclamó Camille acurrucándose en su pecho, besándole.

Gracias por amarme como soy respondió acercando sus labios hacia los de la morena.

Sabes que tu secreto siempre estará a salvo conmigo ¿verdad? —dijo pero sin mucha sinceridad.

¡Camille! Yo te amo —exclamó con emoción, por primera vez sintió que todo era real.

¡Joseph! —exclamó ella con alegría, pero no era genuina.

¿Qué sucede? —preguntó adormilado.

Descansemos. Soñemos hasta que amanezca.

Eso no será problema —le dio una sonrisa a medias, quedando dormido, sin saber que algo más esperaba por él.

Estaba sumido en un sueño perfecto, pero las voces que escuchaba cerca le advirtieron de la traición de Camille —Por favor, Rodrigo. No lo dañes. Nos pagaran mucho dinero por él, y debe estar sano —trataba de frenar a un hombre un poco mayor que Joe, tenía un rifle en mano y dos amigos detrás de él, igualmente armados mientras que Camille le acariciaba de manera íntima, besando sus labios de manera seductora, él conocía muy bien ese movimiento, ya que lo había utilizado con él horas atrás.

—Sabes bien que es nuestro boleto para ir a las Vegas ¡Muñeca! él es nuestra salida de esta mugre de mundo.

Pero... No le hagas daño. Espera un poco.

Es mejor agarrarlo ahora que está dormido —profirió RodrigoVeo que te ha llegado el corazón —sujetó su rostro con una sola mano, estrujándole sin compasión —Veo que encamarte con él hizo que arruinara tu juicio.

Sabes bien que yo no puedo amar a un monstruo como ese. De tan solo estar con él, me siento mal, es repulsivo —exclamó ella con horror y abominación.

Sigamos con nuestros planes —se volvió a sus amigos —Arrincónenlo, si se resiste, ya saben qué hacer —ellos asintieron con la cabeza, rodeándole.

Pero Joseph era más listo que eso, escuchó toda la conversación, así que mientras ellos discutían las maneras de atraparlo y Camille se vendía por un boleto a las Vegas, Joe se levantó despacio, tomó sus pantalones y se los puso con la mayor rapidez, pero antes de que pudiera ponerse la camisa, Rodrigo lo atrapó.

Ni pienses en escapar —le apuntó directo al corazón, empujándolo con el cañón.

Escapar” —le dio una sonrisa socarrona —Jamás lo hago, pero tú lo harás.

—¿Te crees muy hombre? Estuviste con mi chica, ahora te daré la paliza de tu vida —Uno de sus matones golpeó a Joe en la espalda con la culata del rifle, obligándolo a caer de rodillas, para luego acercarse a él y darle un rodillazo en el rostro.

Joe estaba en esos momentos indefenso, no quería usar sus poderes, era joven e ingenuo, creía en eses entonces en el amor puro, dándose de bruces al saber que amor eterno y puro no existía más que en los cuentos de hadas y novelas románticas.

No supo en que momento sus poderes tomaron el control de sus sistema, pero para cuando despertó de ese trance, estuvo frente a cadáveres, levantó las manos que temblorosas y llenas de sangre estaban, tenía un disparo en el brazo, pero no sentía dolor alguno.

Se había convertido en un asesino y no había justificante para ello, había matado a la mujer que una vez amó, pero Camille fue culpable por su ambición, pero no merecía una muerte así, había suplicado por él ante esos tipos, pero aun así pago el precio por su traición.

Obligado a regresar a casa, sus padres le vieron herido, sangrante y perdido, sus padres ante los incidentes, optaron por escapar, llevar a Joseph por el mundo calmando su soledad y su corazón marchito por culpa de una mujer sin corazón.

Joe cerró los ojos ante el recuerdo, era un asesino, había matado a su primer amor, había matado su esperanza por amar de nuevo, hasta que Natle apareció y volvería a cometer una atrocidad como años atrás, la protegería con su vida misma, entonces se dio cuenta que quizás no era amor, sino sentido de protección, apretando el volante obligó a sus nudillos a volverse blancos y tirantes ante la fuerza de su agarre, no cometería el mismo error, matar a Natle para protegerse a sí mismo, y esa era una opción, eso era lo que Miaka le había dado a entender en esa charla acalorada, él sería quien le quite la vida a Natle, pero no lo haría si es que podía evitarlo —¡Lo evitare! ¡No! No lo haré, no haré lo que mis padres, mi raza y Miaka esperan que haga, simplemente soy el dueño de mi destino, yo no seguiré órdenes de nadie y menos de un mundo ya extinto.

Saber que las pesadillas nos debilitaban, era la oportunidad que yo necesitaba, Natle estaba vulnerable ante su miedo de perder a todos, Joe con su temor a asesinar una vez más, pero mi dolor más grande era no poder consolarla en esos momentos, sostenerla entre mis brazos secando sus lágrimas con mis besos, sostenerla con fuerza y en ese momento supe que yo estaba teniendo la oportunidad de mi vida, la oportunidad que Piora me daba era aliento y una vida nueva, y era mi oportunidad de encontrar a la chica que me ayudaba por las noches más frías a calentar mi solitario y herido corazón.

La herencia maldita

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