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1.3 ¿Cómo se llegó integrar la existencia de vidas invisibles?
ОглавлениеEn términos populares, desconfiar, dudar o no dar crédito se enuncia como “ver para creer”. Sin embargo, en los evangelios se subraya la idea de “bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Las constancias de incredulidad fueron totalmente subvertidas gracias al saber microbiológico. En efecto, las investigaciones sugieren que la combinación de elementos inorgánicos provocó la estructuración de seres invisibles, separados y diferenciados. En esas primeras unidades de vida, la información de cada una pudo almacenarse y transmitirse gracias a una combinación de átomos de Carbono, Fósforo, Hidrogeno y Nitrógeno, que formaron solamente 4 unidades bien diferenciadas llamadas nucleótidos. Al pegarse en un orden imprevisible y repetitivo uno detrás del otro, los nucleótidos estructuraron los ácidos nucleicos.
Uno de esos ácidos nucleicos es el ácido desoxirribonucleico (ADN), la molécula biológica que vehicula mensajes escritos solamente con esos 4 elementos unitarios (nucleótidos). Por ende, el ADN podría hasta asimilarse funcionalmente a la memoria real (disco duro) de sistemas informáticos, siendo biomoléculas auto–copiables desde una base de datos que ellas mismas transmiten.
A partir de los ADN (mensajes escritos con 4 nucleótidos y que curiosamente se leen de 3 en 3) se redactan códigos de vida, o dicho de otro modo, mensajes que se pueden traducir para que la vida sea posible y continúe. Algunos mensajes sirven al ser vivo que los emite, y otros definen a las generaciones futuras.
Desde la memoria material inscripta en el ADN se inician los procesos vivos, en los que mensajes bioquímicos se transcriben en ácido ribonucleico (llamados ARN mensajeros) que podrán traducirse (imprimirse) para fabricar sustancias que se ensamblarán en las estructuras organizadas necesarias para el fenómeno físico de la vida material. Los ARN que se transcriben a imagen y semejanza de ciertas fracciones del ADN, llevan entonces los mensajes para la fabricación de proteínas (andamios, armazones y maquinarias).
La traducción del ARN en proteínas, se realiza en mini unidades estructurales específicas de cada especie viva y dentro de cada una de sus células.
Traducir mensajes inscriptos en los ARN mensajeros para fabricar proteínas, requiere armar nueva materia orgánica a partir de elementos simples. Pudo desencriptarse que el fenómeno biológico de traducción de mensajes utiliza un lenguaje que combina 23 sustancias presentes en la naturaleza (llamadas aminoácidos). Los 23 aminoácidos pueden ser producidos por los seres vivos o extraídos como nutrientes del medio ambiente.
Siguiendo estrictamente el orden fijado por el ADN, las proteínas traducidas (impresas) transmitidas por los mensajes de los ARN, pueden plegarse, combinarse entre ellas y torcerse, formando estructuras espaciales más complejas. Algunas sirven de sostén, y otras conforman toda la combinación de micromaquinarias o mini reactores químicos (llamados enzimas) para todas las funciones necesarias para que la vida sea posible.
Como corolario de estos procesos, a partir de datos almacenados con 4 elementos bien diferenciados en el ADN, se transcriben mensajes (ARN mensajeros) para que se traduzcan y se materialicen en proteínas, bases estructurales de la vida.
Por otra parte, el ADN para duplicarse, requiere de un cebador inicial, que es un fragmento de ARN. Sin ese iniciador, no hay transmisión de información. Del mismo modo, la traducción de mensajes en proteínas, se llevan a cabo sólo si se ha pegado fragmentos iniciadores de ARN.
Gracias a los estudios paleo biológicos, pudo demostrarse que las moléculas de ARN existieron antes de la aparición del ADN, sabiendo que los ARN pueden ejercer funciones informadoras y tareas enzimáticas (que se atribuían exclusivamente a las proteínas).