Читать книгу La gente y los microbios - Pablo Goldschmidt - Страница 7
Оглавление1. ¿Qué son los seres vivos? ¿Por qué vivos?
Vivir es el fenómeno que proporciona capacidades para nacer, nutrirse, crecer, metabolizar, responder a estímulos externos, responder a estímulos internos, transmitir características biológicas y aprendizajes, reproducirse, morir y reintegrar los componentes que hicieron posible la vida al entorno que la generó.
En el concepto de seres vivos, se incluye todo aquello que distingue los reinos animal, vegetal, hongos, protistas, arqueas y bacterias, del resto de las realidades naturales.
No puede establecerse temporalmente con exactitud en qué momento fechar la aparición de los seres vivos, pero datos paleontológicos sugieren que este fenómeno por el momento único al planeta tierra, data de al menos 4.000 millones de años.
Para explicarse lo que es estar vivos, diferentes producciones culturales evocan los orígenes del planeta en el que vivimos con narraciones, mitos, tradiciones, leyendas, revelaciones trascendentes, aproximaciones –algunas pseudocientíficas– o hipótesis basadas en modelos físico-matemáticos.
En África, la etnia Yoruba considera que Olorum (la imagen del cielo) pidió a sus hijos que crearan un reino en el que se extendieran sus descendientes. Olurum lanzó una cadena desde donde vivía para que baje su hijo Oduduwa, el que al descender creó las aguas y con un puñado de tierra sobre las aguas formó su reino. Allí una gallina que portaba, rasgó el suelo y enterró una semilla de la que creció un gran árbol de dieciséis ramas, que representan a los dieciséis hijos de Oduduwa, de los que descienden las dieciséis tribus que poblaron la tierra.
Para la etnia zulú, Unkulunkulu emergió del vacío y creó el primer hombre a partir de dos rocas. Con ayuda de hierbas se modelaron dos seres humanos: un hombre y una mujer y la vida sobre la tierra.
En América del Norte las narraciones de ciertos grupos originarios refieren el origen terrestre a un hombre y una mujer, en un mundo sin animales. La mujer pidió al cielo que le ayudara a poblar la tierra, tras lo que recibió la orden de hacer un agujero en el hielo para pescar en esas aguas. La primera mujer fue sacando uno a uno todos los animales del planeta, de los que el reno fue el último de la creación.
Las poblaciones del valle de México consideraban que el universo era negro y sin vida. Los primeros seres se reunieron en esa oscuridad en Teotihuacán, y decidieron que el creador del mundo tendría que arrojarse a una hoguera para que la vida apareciera.
Los pueblos de cultura Náhuatl consideraron que existía un inmenso mar habitado por un monstruo. Para atraerlo, un ser supremo llamado Tezcatlipoca utilizó su pie como carnada y el monstruo lo mordió y lo comió. Antes que Tezcatlipoca fuera totalmente deglutido en las aguas, los dioses lo tomaron y fueron estirándolo, dando formas a la tierra. Sus ojos se convirtieron en lagunas, sus lágrimas en ríos y sus orificios en cuevas. Para confortar su dolor, obraron para que aparezca la vegetación, seguida por la aparición de los humanos.
En la península de Yucatán, la cultura Maya convivía con el mito de las aguas de un mar inmóvil, en el que existían entes sobrenaturales en un estado de calma absoluta. El uso de ciertas palabras sobre ellos, hizo posible la aparición de todas las formas de vida, y en ese contexto el producto de la mezcla de una masa de maíz con sangre de los dioses provocó la aparición de los humanos.
Para los pueblos de los Andes centrales la aparición de la vida se asoció con imágenes divinas que se asociaron a hechos naturales. Los humanos fueron el resultado del encuentro de los dos hijos del Sol, Manco Cápac y Mama Ollo, quienes salieron del lago Titicaca y poblaron el universo.
En Chile, los mapuches referían el origen de su gente a una serpiente marina llamada Kai Vilú que decidió exterminar las primeras formas de vida ahogándolas en el mar. Otra serpiente, Treng, se compadeció de los humanos y los condujo a las altas montañas para salvarlos, aumentando la altura de la cordillera mientras que Kai hacía crecer el mar. En el duelo entre los dos espíritus, los muertos fueron convertidos en aves, peces y lobos marinos. Los humanos que lograron a aplacar la ira maligna de Kai sobrevivieron y son a los que los mapuches veneran como antepasados. Ese grupo cultural consideraba que las malas acciones de los humanos provocaban las erupciones de volcanes que obligaron a vivir en territorios costeros protegidos de la lava, pero expuestos a los maremotos (hoy tsunamis) que les sigue enviando Kai.
En Oriente se oponían dos imágenes originarias, por una parte, la luz, el sol y el fuego, y por otra, la oscuridad, la luna y el agua. Al comienzo todo era caos y las fuerzas yin y yang estaban equilibradas. Uno de los espíritus sobrenaturales llamado Panga salió de un huevo y creó el mundo, dividiendo el yin y el yang con su hacha. En ese acto, yin (pesado) se hundió para formar la tierra mientras que yang se elevó para formar los cielos. Panga permaneció entre ambos elevando al cielo durante 18.000 años y de su respiración surgió el viento, de su voz el trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo formó montañas, su sangre ríos, sus músculos tierras y el vello de su cara las estrellas y la vía láctea. Su pelo dio origen a los bosques, sus huesos a los minerales preciosos y la médula a los diamantes sagrados. Su sudor cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que poblaban su cuerpo, se convirtieron en los seres humanos.
En Japón se invocaron mitos de seres superiores que convocaron a dos criaturas, Isangas e Izan. Se les ofreció una lanza con joyas o la lanza de los cielos. Estas dos criaturas iniciaron un puente entre el Cielo y la Tierra y agitaron el océano con la lanza. Cuando las gotas de agua salada cayeron de la punta de la lanza formaron la isla Onagro. De esta unión nacieron ocho grandes islas de la cadena japonesa, seguido de seis islas más y muchas deidades.
Para el confucionismo y el taoísmo en la cultura china las referencias del origen de la vida son relativamente recientes. Algunas refieren a un pájaro que en China se representaba como un cuervo, símbolo de luz, y la serpiente acuática, de oscuridad. El resultante de la unión de los dos principios fue el primer humano.
En la India, las tradiciones budistas consideran que el universo no tuvo origen y no tendrá fin. Buda consideraba que concentrarse en el origen del mundo provoca aflicción y locura, comparando el cuestionamiento del origen de la vida a la parábola de la flecha envenenada: un humano alcanzado por una flecha envenenada, antes de que la extraiga, quiere saber quién le ha disparado, de dónde vino la flecha, por qué le dispararon, etc. Mientras pregunta, morirá antes de obtener la respuesta.
El texto budista Agama-Sutra, menciona un proceso de creación recíproco donde todas las situaciones se articulan en red bidireccional. Una expansión produce la siguiente contracción donde reina el caos, seguido de una expansión donde reina el orden y sigue interminablemente este proceso. La vida habría surgido de otra vida previa que cayó del estado espiritual al material. Un himno hinduista del 2 siglo antes de la era común (aec) relata que la vida se creó con los remanentes de un gigantesco ser primigenio varón, en una época en la que se realizaban sacrificios humanos.
Para las tradiciones de la Mesopotamia asiática, el universo apareció cuando un abismo se abrió y dio nacimiento al creador del cielo y de la Tierra.
En Grecia, un mito primigenio indicaba que a partir de un profundo vacío emergió Gea (la Tierra) con otros entes divinos entre los que estaba Eros (Amor). Gea dio luz a Urano (Cielo) que la fertilizó y de esta unión nacieron las primeras formas de vida, entre las que se hallaban los Titanes y los Cíclopes.
En las tradiciones escandinavas, las leyendas se refieren a un mundo de hielo y a un mundo de fuego, entre los que había un hueco profundo y sin vida. Un gigante hermafrodita primitivo llamado Ymir unió sus piernas y pudo autocopularse, creando una niña a la que una vaca gigante alimentó. Los primeros individuos asesinaron a Ymir y con su cuerpo formaron al universo.
En las civilizaciones de oriente medio que adoptaron al monoteísmo, (judaísmo, cristianismo e islamismo), se indica en el libro Breshit (Génesis), que un sólo ente trascendente creó al mundo en 6 días. El primer humano creado, Adán, recibió la vida en un huerto denominado Edén. Seguidamente Eva fue originada a partir de una costilla de Adán. Los monoteísmos consideran que la aparición de la vida es obra de un sólo y único gran Creador en cada uno de los seres, que concluyó de manera simbólica su tarea, la tarde del quinto día de la creación.
Los dogmas creacionistas, de reciente aparición, explican que la tierra es joven, estableciendo que el planeta ha sido creado por un Dios hace 6.000 años, según cálculos basados en edades de personajes bíblicos mencionados en Breshit. Este movimiento ideológico-religioso –uno de los componentes de la doctrina de varias corrientes religiosas en los Estados Unidos– rehúsa los trabajos científicos de la astrofísica y los de la biología, negando toda evolución y extinción de especies vivas. Establece que cada ser vivo proviene de un acto con un propósito divino. Según esta cosmovisión, el arquitecto del universo no crearía seres que necesitaran cambios o adaptaciones para lograr la supervivencia de sus descendientes. Por otra parte, no permitiría que seres creados se extinguieran. Los creacionistas, se oponen a las evidencias de la biología, niegan los efectos plásticos que sufrieron las moléculas de los ácidos nucleicos (ADN) y de sus reguladores en el transcurso de la vida sobre la tierra.
En los Estados Unidos de Norteamérica, después que hubieran sido confrontadas las explicaciones bíblicas con las demostraciones biológicas, a finales de la década del 80, se difundió la idea del diseño inteligente. Esta corriente establece que la vida es el resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes. Considera que detrás de cualquier logro humano hay inteligencia, con lo que todas las estructuras con funcionamiento ordenado y complejo (átomos y células) son producto de una intencionalidad. Rechazan las posturas que consideran que los seres vivos se diferenciaron a través de un proceso azaroso sin la intervención directa de un Creador omnisciente.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por su parte establece que la vida es un espacio de interacción de materia y energía con un creador arquitecto, que no tiene origen.
Algunas entidades filosóficas incluidas ciertas ramas de la Francmasonería, de los Rosacruces o de la Orden Martinista basan sus ritos en los actos creadores de un gran arquitecto del universo, independientemente de las consideraciones ateas o deístas de sus miembros.
La cienciología, originalmente propuesta por un escritor de ciencia ficción (Hubbard) como una filosofía laica, se asume como religión desde 1953, cuando se constituyó la Iglesia de Candem en New Jersey. La cienciología y la doctrina dianética integraron un mito fundador en el que Xenu, un dictador de la confederación galáctica, trajo millones de personas a la Tierra en naves espaciales hace 75 millones de años. Los desembarcó y los aniquiló con bombas de hidrógeno, pero sus almas se pegaron a los cuerpos de los sobrevivientes a esa hecatombe. La Dianética, que se estructura con creencias de la Iglesia de la Cienciología, establece que la aparición de la vida es un secreto que no puede revelarse a los que no adhieren a la creencia.
El raelismo es un movimiento basado en la filosofía atea de Claude Vorilhon, que establece que hubo seres que llegaron en una nave espacial procedente de una civilización de 25.000 años de antigüedad. Tuvieron encuentros con el creador del raelismo en la década del 70 y le transmitieron un mensaje sobre el origen de la vida. Sugieren que después de la formación de la tierra, seres de otro planeta crearon vidas, utilizando manipulaciones genéticas, y siguiendo los mensajes dictados a Rael, quien por su parte afirmaba que estos mensajes ya habían sido enviados a otros profetas (Abraham, Buda, Jesús, Mahoma, etc.). Para el raelismo, los extraterrestres llamados Elohim, crean vida mediante técnicas sofisticadas de clonación humana y transferencia mental, induciendo la inmortalidad en los humanos.
Todas las creencias, religiones y sectas tal vez pueden ayudar a paliar la angustia que despierta el cuestionamiento del origen de la existencia y lleguen a consolar la desesperación que en algunos revela la otra cara de la moneda, es decir, el fin de la vida. Por eso, hasta aquí, han sido presentadas sucintamente algunas leyendas y explicaciones de la aparición de la vida visible, y en todas hubo intervención de instancias sobrenaturales. No obstante, los enfoques multiculturales, las explicaciones científicas no han podido hasta la fecha validar ninguna narración mítica, por lo que se ha hecho infranqueable la barrera que permita establecer un diálogo franco entre ciencia y creencia.
El pensamiento de los científicos –creyentes o no creyentes– desarrolla conceptos y explicaciones verificables, que no se justifican con milagros, ni por aproximaciones místicas, elucubraciones imaginarias, revelaciones, ideas prefabricadas ni imposiciones de autoridades religiosas o políticas.
Teniendo en cuenta lo antedicho, a partir de este punto, todas las aproximaciones a lo vivo, visible o invisible por el ojo humano serán referidas exclusivamente a lo que implique verificación de enunciados, deducción de consecuencias y hechos validables por la experiencia (pensamiento racional).