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3.4 ¿Por qué la de protección exagerada de un organismo contra las infecciones es un arma de doble filo?

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Cuando se produce una rotura de la piel o de las mucosas (zonas externas y húmedas y lubrificadas del organismo), y los microbios pasan del medio externo al interno, en el intento por circunscribir y destruir al agente agresor, se desencadena un fenómeno biológico denominado inflamación. Frente a las reacciones inflamatorias iniciales gatilladas por microbios, los leucocitos de la sangre se adhieren a la pared del vaso sanguíneo cercano a la presencia microbiana, lo atraviesan y se desplazan hacia el punto donde una señal biológica radicó la agresión. El proceso de atracción denominado quimiotaxis, hace que los leucocitos atraviesan (diapédesis) las paredes de los microtubos (vasos), y una vez allí, pondrán en marcha los mecanismos que dispongan para destruir y engullir microbios, generando pus.

Durante este proceso –no siempre de origen infeccioso– se observan acúmulos de fluidos y células (los tejidos se inflaman o hinchan), que a su vez repiten el fenómeno de atracción al tejido de muchas más células que circulan por la sangre.

Una vez resuelta la agresión, los macrófagos y los linfocitos participan en la reparación del tejido dañado. Estas células, tras eliminar agentes infecciosos, reparan el espacio en el que actuaron otras, para permitir en el tejido dañado, la formación de estructuras equivalentes a las originales. Sin embargo, la reparación no siempre se completa, ni siempre es eficaz. En ese caso, los tejidos agredidos son colmados con lo que se conoce como tejidos de relleno (fibroblastos), formando cicatrices.

La reparación incorrecta por reacciones inflamatorias descontroladas, tiene como corolario la producción de una estructura con características diferentes de la original, en la que el tejido no pudo recuperarse. En esos casos, los mecanismos protectores desencadenan procesos negativos, y aunque hayan podido eliminar a los microbios, provocaron inflamaciones no moduladas que llevaron a un sistema de reparación inapropiado, con cicatrices que comprometerán el funcionamiento del órgano afectado (fibrosis).

Ejemplos que ilustran estos fenómenos, son la reparación incorrecta del hígado atacado por virus durante las hepatitis crónicas, o las cicatrices en las trompas de Falopio por infecciones bacterianas no tratadas, o las cicatrices pulmonares en personas con tuberculosis (fibrosis).

La gente y los microbios

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