Читать книгу ¿Psicólogo o no psicólogo? Cuándo y a quién consultar - Patrick Delaroche - Страница 25
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¿A quién consultar?
¿Qué especialista?
♦ ¿Psiquiatra infantil o terapeuta?
ОглавлениеSe tiende a confundirlos en parte porque muchos psiquiatras que han completado su currículum médico con una formación personal hacen ambas cosas. Además, la formación universitaria inicial del terapeuta, médico o no médico, no cuenta cuando los padres encuentran por fin al terapeuta adecuado para su hijo. En general, el psiquiatra infantil, según el modelo médico, indica un tratamiento que efectúa el terapeuta, pero esta división de los papeles, a menudo imprescindible para el tratamiento del niño, puede invertirse: un terapeuta puede perfectamente prescribir a un niño o a un adolescente una terapia con un psicoanalista que también puede ser psiquiatra infantil.
El psiquiatra infantil
Es un profesional que ha cursado la carrera de Medicina, ha obtenido una plaza de interno y se ha especializado en psiquiatría después de haber realizado prácticas en unidades especializadas, durante las cuales ha participado en el seguimiento de varios niños y se ha formado gracias a los intercambios con sus semejantes y sus profesores. También puede haber seguido a adultos y haberse familiarizado con la nosografía (clasificación de las patologías mentales) y los tratamientos psiquiátricos. Su interés por la pediatría y la patología del niño o del adolescente ha podido valerle, durante sus estudios o posteriormente, el reconocimiento como «psiquiatra infantil» por el consejo del Colegio de Médicos, pero la psiquiatría infantil no es una especialidad universitaria. Solo lo es la psiquiatría, lo cual es importante: una visión puramente «paidopsiquiátrica» de los trastornos mentales daría una idea sumamente parcelada de la patología mental en general. Especializarse únicamente en psiquiatría infantil, sin pasar por la psiquiatría general, es como especializarse en pediatría sin conocer la medicina general.
Después de esta formación básica, podemos encontrar dos tipos de psiquiatras infantiles. El primero, según el modelo universitario, diagnostica y trata los trastornos mentales, como aprendió en ciertas unidades hospitalarias, con ayuda de conceptos neurobiológicos. Rechaza el psicoanálisis porque «no lo considera científico», es decir, no conforme con el modelo de las ciencias exactas. Así pues tiende, por una parte, a recetar medicamentos psicótropos[10] y, por otra, a recetar terapias llamadas cognitivistas y comportamentales orientadas a fenómenos conscientes (lo veremos más adelante). Estas terapias se basan en unas constataciones de las que el sujeto debe concienciarse para jerarquizar las dificultades sobre las que puede actuar. Para los psicoanalistas, apelan a la sugestión, es decir, a la sumisión a un orden superior aceptado por el sujeto, pero si el síntoma es muy molesto para el niño pueden ser interesantes a corto plazo.
El psiquiatra infantil del segundo tipo se plantea cuál es la mejor manera de ayudar a padres, niños y adolescentes (en general desde el inicio de su carrera) y se ha dado cuenta rápidamente, en la práctica, que esta ayuda pasa por la palabra. Pero la palabra y su verdad se utilizan incorrectamente en los trastornos psíquicos y se deforman de varias maneras: malentendidos, cosas que se callan, olvidos, rechazos, fijaciones… y son fuente inconsciente de muchos sufrimientos. El paciente es el que debe encontrar todos estos fallos en su historia infantil, como descubrió Freud: el psicoanalista lo ayuda gracias a sus conocimientos, pero también gracias a ser él mismo, a su historia personal. De aquí la necesidad que tiene de conocer su inconsciente y de haberse analizado por su cuenta. El psiquiatra infantil que intenta resolver lo antes posible en la infancia real del niño los conflictos que se traman en su inconsciente encontrará en su psicoanálisis personal una formación mucho más importante para él que las nociones abstractas de los libros (aunque también son imprescindibles). Así, tenderá a curar al niño mediante psicoterapia psicoanalítica (forma adaptada de psicoanálisis o de otras técnicas derivadas: psicodrama individual, juego de rol). Además, podrá ayudar a los padres mediante una orientación, reducir los conflictos familiares gracias a una terapia familiar o mejorar el entendimiento entre los padres proponiéndoles una terapia de pareja.
Evidentemente, la descripción de estos dos tipos de psiquiatras infantiles es esquemática. El psiquiatra biologista podrá prescribir una psicoterapia analítica o mandar a su cliente a un terapeuta, y el psiquiatra psicoanalista podrá prescribir medicamentos o incluso una terapia comportamental paralelamente a su acción.
El psicoterapeuta
A menudo sucede que los padres consultan directamente a un psicoterapeuta, sin pasar por un psiquiatra infantil, del sistema privado o público. En el segundo caso, el tratamiento será responsabilidad del psiquiatra infantil director del centro que puede visitar al niño en una segunda fase. Por ello, la fórmula de una consulta paidopsiquiátrica previa me parece la más adecuada (es comprensible por qué la falta de psiquiatras infantiles dificulta el funcionamiento de los centros públicos y semipúblicos). Esta visita, de hecho, puede ser suficiente en la mayoría de los casos o desembocar en una reeducación, una orientación o una psicoterapia. Si el niño es confiado a un terapeuta o a un rehabilitador, el psiquiatra infantil podrá ver con frecuencia a los padres.
Si este psicoterapeuta es psiquiatra infantil, volvemos al párrafo anterior, pero a la vista de la diversidad de formación de los psicoterapeutas también podremos separar esta categoría en dos: los psicoanalistas (o que recurren al psicoanálisis) y los que no recurren a él en absoluto.
Los que recurren al psicoanálisis
Aparte de los médicos, la mayoría de los psicoterapeutas que recurren al psicoanálisis son psicólogos, en principio psicólogos clínicos. Tienen una formación universitaria (diplomatura, licenciatura y tesis), han realizado numerosos cursos prácticos y a menudo cuentan con una formación complementaria en psicoterapia infantil o en psicodrama sobre el terreno. Igual que en el caso de los médicos, los interesados en el psicoanálisis inician lo antes posible una cura personal, seguida de seminarios en escuelas o asociaciones de psicoanalistas. Esta cura personal irá seguida de controles (cura practicada en el sector privado o en instituciones bajo la supervisión de un analista veterano) y de una habilitación que adoptará caminos diferentes en función de las escuelas, pero que recurrirá a semejantes o a veteranos que puedan juzgar la calidad personal del candidato. También existen auténticos psicoanalistas, a menudo de formación filosófica, formados y reconocidos por una escuela, que no han seguido esta formación (pero cada vez más psicoanalistas sienten la necesidad, a nivel normativo, de seguir una formación universitaria, la única que les permite trabajar en el sector público). Así pues, se trata de una formación muy seria.
Por lo tanto, como el título de psicoanalista no está ni protegido ni reconocido, cualquiera puede poner una placa y ejercer esta profesión sin rendir cuentas a nadie. Sin embargo, la mayoría de los psicoanalistas se forman en sociedades que realizan una selección larga y rigurosa. Su formación se basa en un análisis personal y en controles (análisis supervisados). Su participación en una empresa reconocida es una garantía de esta formación, lo cual debería evitar que el público se dirigiera solo a los diplomados oficiales (médicos o psicólogos), que no por ello garantizan esta formación profesional que no siempre realizan.
En cuanto al estatus del psicoterapeuta infantil, como en el caso de los psicoanalistas, no está reconocido ni por el Estado ni por los centros que los contratan. Esta situación ha sido propiciada por los propios interesados, que querían mantener su profesión alejada de cualquier intromisión estatal. Por ello, en las consultas, centros (internados o centros medicopsicológicos externos), hospitales de día, institutos medicoeducativos, centros de ayuda ocupacional, etc., los psicoanalistas no están remunerados como tales. Trabajan como médicos o psicólogos, mientras que los propios textos oficiales reconocen, recomiendan e imponen la práctica de la psicoterapia.
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De trope: con destino a. Se distinguen, grosso modo, los tranquilizantes, los antidepresivos y los neurolépticos (contra los fenómenos psicóticos). Una categoría aparte es la ritalina, un excitante anfetamínico que tiene una acción paradójica contra la excitación.